Educación sexual y reproductiva, ¿qué hay detrás?
- Clarence C. King
Al analizar el proyecto de ley No. 442 sobre educación sexual, es necesario entender plenamente la interacción de las fuerzas en movimiento en el escenario mundial. Luego de la conferencia internacional sobre población y desarrollo en El Cairo y la IV conferencia de la mujer en Beijing, hemos visto arreciar renovados esfuerzos de los grandes laboratorios farmacéuticos, reconocidas fundaciones y comisiones de organismos internacionales como OMS, ONU, UNICEF, PNUD, UNFPA, ONUSIDA, etc., para crear programas para el control internacional de la población, promocionando la legalización del aborto, la esterilización, el uso de anticonceptivos, y la puesta en práctica de programas de educación sexual con perspectiva de género. Y utilizan a los grupos feministas a quienes hacen creer que las están ayudando a obtener más derechos y más poder.
Nos atiborran de cifras y estadísticas, muchas veces amañadas, aprovechándose de la gran preocupación de la población sobre las enfermedades sexuales, utilizando la táctica del temor para obscurecer la razón e intensificar emociones para movilizar al público hacia su agenda.
Pero estadísticas de SIDA, enfermedades sexuales, violencia intrafamiliar y sobrepoblación, no pueden usarse como excusas para legitimar acciones malsanas como el aborto, el menoscabo de la patria potestad, esterilización, la eutanasia, etc.
Por otro lado, esa privacidad o libertad sexual en la adolescencia que consciente o inconscientemente animamos, puede convertirse en licencia para el libertinaje y la inmoralidad sexual que es un paso hacia la prostitución.
Imagínense tener que aceptar para nuestros hijos e hijas una educación sexual y moral desastrosamente impulsadas y dictadas por las obsesiones y compulsiones particulares de grupos con agenda torcida, convertidos en portavoces oficiales sobre asuntos de familia y moral.
Aquellos países desarrollados que lograron esos "triunfos" de emancipar a sus hijos menores de edad de sus padres, en lo que concierne a autoridad moral y patria potestad, quieren que países del "tercer mundo", donde todavía los padres conservan autoridad legal y moral sobre sus hijos menores, cometan el mismo error, aún con la obvia desintegración familiar causada en esas sociedades, la violencia, bandas de menores, drogas, etc.
Para coaccionar a países renuentes en adoptar esas ideas feministas sobre educación sexual, aborto, orientación sexual, esterilización, etc., serán condicionados los programas de asistencia.
Lo que se propone es una nueva forma de ver la sexualidad humana. La identificación sexual, según las feministas, es algo que la sociedad impone a los niños, en consecuencia, si protegemos a nuestros hijos de condicionamientos sociales y religiosos, las personas podrán moverse libremente dentro de los géneros y roles existentes de acuerdo a sus preferencias; o sea, podrán escoger ser homosexual, lesbiana, bisexual, transexual, etc. ¿Es eso lo que quieren enseñar a nuestros hijos? ¿Qué mensaje enviaría esos programas a los jóvenes en relación a su comportamiento, responsabilidades sociales o personales, autoridad paterna y las normas de nuestra sociedad?
No debemos de ninguna forma, destruir una estructura social como la familia, que ha existido por miles de años y ha probado ser ejemplar y beneficiosa para la vasta mayoría de las personas, incluyendo aquellos tentados por la homosexualidad.
El enfoque feminista ha sido siempre de atacar a la Iglesia que se interpone a sus planes, promocionando el ateísmo, el laicismo y agnosticismo. Pero la feligresía de la Iglesia la respalda, porque sabe que siempre ha tomado posiciones morales fuertes en temas de interés para la sociedad.
Es por ello que la posición clara de la Iglesia sobre la homosexualidad, que halla apoyo en las ciencias naturales, testimonios bíblicos y la Teología de la Creación, no puede ser revisada por presiones de la legislación civil ni por la tendencia del momento.
No debe haber duda del juicio moral hecho en contra de los hombres de Sodoma y Gomora por sus relaciones homosexuales, relatadas en las escrituras sagradas.

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