Efectos de un bombardeo nuclear en Panamá
Publicado 2003/06/04 23:00:00
- Osvaldo Velásquez
En caso de una guerra nuclear y por razones estratégicas, los países del Hemisferio Norte estarían mucho más expuestos a impactos nucleares directos que los del Hemisferio Sur o los de las áreas tropicales. Esta zona podría convertirse en un refugio para la sobrevivencia humana debido a la densidad de sus forestas tropicales, rica en flora y fauna, con vastos recursos de agua y con un clima templado estable.
Por otra parte, si las zonas tropicales se convirtiesen en blancos nucleares surgirían cambios ecológicos que impedirían que pudiesen ser utilizados como refugios para los sobrevivientes.
En el continente americano, la zona tropical incluye al sur de México, América Central y el norte de Sur América.
La República de Panamá está localizada en un istmo que une vastas porciones de tierra: la de América del Norte y la del Sur. Aquí se construyó una vía acuática que mide 75 kilómetros de largo del Océano Pacífico al Océano Atlántico, de gran significado estratégico y comercial para el mundo, tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra. Una bomba nuclear, como la que se dejó caer en Hiroschima (de 12 kilotones, con un poder de destrucción y muerte de 20,000 toneladas de dinamita) podría destruirlo, al tiempo que generaría serios cambios en el ecosistema. Cincuenta años más tarde esas bombas poseen el poder de un megatón, o sea el equivalente a un millón de toneladas de dinamita.
Esta explosión nuclear generaría una cantidad colosal de calor y de irradiación, lo cual agregado al efecto de la explosión, podría destruir las instalaciones del Canal hasta crear una libre comunicación entre los dos océanos. Dependiendo de la severidad de la explosión, cientos de miles de personas que viven cerca del Canal, en las ciudades de Panamá y Colón, morirían instantáneamente por los efectos del calor, de la explosión y de la radiación. Muchos otros por efecto de las inundaciones que sin duda surgirían.
El calor y las irradiaciones producirían serios daños a las forestas tropicales y a su fauna. La foresta es vital para la regeneración del oxígeno y del agua.
En Panamá se encuentra una alta densidad de aves. Se han reportado 865 especies, de las cuales 165 son migratorias que escapan al invierno de otras latitudes. Estas aves son resistentes a gérmenes tropicales, por lo que de quedar expuestas a radiaciones, podrían perder esta resistencia y convertirse en portadores de gérmenes patológicos para las regiones del norte y del sur.
Un ataque nuclear al Canal de Panamá causaría una confluencia de los dos océanos, lo que produciría una interacción de especies marinas que han estado separadas por millones de años.
La población de peces sufriría severo daño ante la diferencia ecológica entre los océanos. La intensidad del ataque nuclear determinaría el grado de contaminación radioactiva de la fauna terrestre y marina, lo cual afectaría los hemisferios Norte y Sur a través de las corrientes aéreas y marinas, que enviarían material radioactivo a miles de kilómetros del sitio de la explosión nuclear.
En resumen, un ataque nuclear a una zona tropical produciría desolación y ruina a un grado extremo: la contaminación de las plantas, animales y aguas alcanzaría un nivel incompatible con la vida humana y de los animales.
La concentración de ozono en la estratosfera se reduciría por el óxido de nitrógeno que se liberaría en los incendios de las forestas.
El nuevo ambiente que surgiría en una zona tropical, como resultado de un ataque nuclear, no permitiría su utilización por los seres humanos por razón del calor y de las irradiaciones que se generarían.
De sobrevivir a esta hecatombe nuclear, no quisiera ser uno de esos sobrevivientes que envidien a los muertos.
Por otra parte, si las zonas tropicales se convirtiesen en blancos nucleares surgirían cambios ecológicos que impedirían que pudiesen ser utilizados como refugios para los sobrevivientes.
En el continente americano, la zona tropical incluye al sur de México, América Central y el norte de Sur América.
La República de Panamá está localizada en un istmo que une vastas porciones de tierra: la de América del Norte y la del Sur. Aquí se construyó una vía acuática que mide 75 kilómetros de largo del Océano Pacífico al Océano Atlántico, de gran significado estratégico y comercial para el mundo, tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra. Una bomba nuclear, como la que se dejó caer en Hiroschima (de 12 kilotones, con un poder de destrucción y muerte de 20,000 toneladas de dinamita) podría destruirlo, al tiempo que generaría serios cambios en el ecosistema. Cincuenta años más tarde esas bombas poseen el poder de un megatón, o sea el equivalente a un millón de toneladas de dinamita.
Esta explosión nuclear generaría una cantidad colosal de calor y de irradiación, lo cual agregado al efecto de la explosión, podría destruir las instalaciones del Canal hasta crear una libre comunicación entre los dos océanos. Dependiendo de la severidad de la explosión, cientos de miles de personas que viven cerca del Canal, en las ciudades de Panamá y Colón, morirían instantáneamente por los efectos del calor, de la explosión y de la radiación. Muchos otros por efecto de las inundaciones que sin duda surgirían.
El calor y las irradiaciones producirían serios daños a las forestas tropicales y a su fauna. La foresta es vital para la regeneración del oxígeno y del agua.
En Panamá se encuentra una alta densidad de aves. Se han reportado 865 especies, de las cuales 165 son migratorias que escapan al invierno de otras latitudes. Estas aves son resistentes a gérmenes tropicales, por lo que de quedar expuestas a radiaciones, podrían perder esta resistencia y convertirse en portadores de gérmenes patológicos para las regiones del norte y del sur.
Un ataque nuclear al Canal de Panamá causaría una confluencia de los dos océanos, lo que produciría una interacción de especies marinas que han estado separadas por millones de años.
La población de peces sufriría severo daño ante la diferencia ecológica entre los océanos. La intensidad del ataque nuclear determinaría el grado de contaminación radioactiva de la fauna terrestre y marina, lo cual afectaría los hemisferios Norte y Sur a través de las corrientes aéreas y marinas, que enviarían material radioactivo a miles de kilómetros del sitio de la explosión nuclear.
En resumen, un ataque nuclear a una zona tropical produciría desolación y ruina a un grado extremo: la contaminación de las plantas, animales y aguas alcanzaría un nivel incompatible con la vida humana y de los animales.
La concentración de ozono en la estratosfera se reduciría por el óxido de nitrógeno que se liberaría en los incendios de las forestas.
El nuevo ambiente que surgiría en una zona tropical, como resultado de un ataque nuclear, no permitiría su utilización por los seres humanos por razón del calor y de las irradiaciones que se generarían.
De sobrevivir a esta hecatombe nuclear, no quisiera ser uno de esos sobrevivientes que envidien a los muertos.
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