Efemérides patrióticas
Publicado 2001/11/04 00:00:00
- José Pineda
Durante semanas he estado muy detrás de los viajes del Sumo Pontífice, quien ya ajustó 23 años de conducir a la Iglesia en regiones dominadas por religiones distintas a la nuestra e incluso, en sitios históricamente adversos a nuestra fe cristiana y católica. Me ubiqué en Asia Central por varias semanas en estos escritos.
De la noche a la mañana, quedé hablando del Corán como secuela de los eventos del 11 de septiembre y hasta di la errónea impresión de ser experto en algo en que no lo soy. Me encuentro en los pródromos del conocimiento de lo amplio que es el islamismo. Hoy lógicamente, es el mes de noviembre que nos dice mucho a los panameños, debo regresar de nuevo al país.
Los panameños, como todo terrícola, anualmente celebramos las fechas en que se recuerdan los hechos que en el pasado ciudadanos compatriotas decidieron darle, dentro de su coyuntura histórica, un rumbo definitivo a una organización constitutiva, a la tierra donde nacieron ellos y sus progenitores. Esas conmemoraciones se reducen a actos públicos de parte de las autoridades gubernamentales y representantes de la sociedad civil, expresándose en discursos investigativos sobre las raíces verdaderas de la nacionalidad juntamente con las obligaciones que se derivan como deberes cívicos elementales. Todos los países tienen sus fiestas patrias. Casi todos las celebran de la misma manera y sobre todo con días libres de trabajo. Discursos patrióticos en que hay que decir algo nuevo o creer que se dice lo que nadie ha dicho hasta ahora; discursos políticos en que unos critican a otros, y otros critican a unos; desfiles, tambores, cornetas, liras, televisión echando cuentos sobre cada colegio y su fecha de fundación, números de alumnos y alabanzas a sus integrantes; sol, colores, lluvia, orden, desorden y grandes aglomeraciones. Eso son los días patrios.
A veces uno se pregunta si lo que hacemos tiene algún sentido. Ingenuamente nos preguntamos, ¿cómo se puede hacer el verdadero amor a la Patria en hechos concretos que nos convenzan a todos y que se traduzcan como una contribución genuina para que continúe la realidad de la Patria en su impulso hacia el progreso integral. Y francamente, después de parlamentar mucho, quedamos donde comenzamos, preguntando, ¿cómo?
Con anterioridad hablando de este tema subrayamos que las fiestas patrias son fiesta de la juventud. Son los jóvenes los que hacen el gasto. Son ellos los que ilusionados se equipan con toda clase de atuendos y uniformes escolares de gala para salir a exhibirse, junto con sus grupos colegiales, desfilando por rutas señaladas portando el emblema nacional, todos los años de la misma manera y de vez en cuando con algunas originalidades aceptables y otras veces de escaso buen gusto. Al entusiasmarse la juventud consecuentemente, involucran a sus familias que también concurren a las vías a respaldar a sus muchachos que pretenden honrar consciente o inconscientemente la memoria de los hechos patrióticos.
Tampoco se trata de exagerar ni de sacar de quicio el tema. Así las cosas aquí y en todas partes, y lo que se hizo y se estableció de una manera, seguirá siendo de la misma manera. En el interim seguiremos disparando conceptos y debatiendo sobre qué es la Patria, qué hemos hechos por la Patria, a qué nos obliga el ser patriotas, ya que no tenemos que ir a ninguna guerra en las fronteras a defender el suelo nacional. Si otros han luchado por su patria, ¿por qué no nosotros? Hay que devolverle a la Patria lo que nos ha dado.
Sólo nos queda como acto patriótico el conocer más este país, sus gentes, sus problemas, su historia patria vista desde la perspectiva panameña; sus escarceos políticos, sus pretensiones casi quijotescas por buscar la transparencia en una cultura insuperable del "juega vivo", el aportar soluciones inmediatas y prácticas para encontrar vías de salida a la crisis económica sin deteriorar el fondo fiduciario; son muchas las tareas que como patriotas nos incumben. Patriota no es el que vegeta en la patria. Muchos son los retos, y entre esos el problema del Canal, en que el criterio debe ser el bien del hombre panameño beneficiado por el Canal no hundido por el Canal.
Un año más de celebraciones de las efemérides patrias deben llevarnos a darle gracias a Dios por todo lo que hemos recibido y comprometernos a superar el egoísmo para hacerla valer y respetar en el concierto de las naciones.
De la noche a la mañana, quedé hablando del Corán como secuela de los eventos del 11 de septiembre y hasta di la errónea impresión de ser experto en algo en que no lo soy. Me encuentro en los pródromos del conocimiento de lo amplio que es el islamismo. Hoy lógicamente, es el mes de noviembre que nos dice mucho a los panameños, debo regresar de nuevo al país.
Los panameños, como todo terrícola, anualmente celebramos las fechas en que se recuerdan los hechos que en el pasado ciudadanos compatriotas decidieron darle, dentro de su coyuntura histórica, un rumbo definitivo a una organización constitutiva, a la tierra donde nacieron ellos y sus progenitores. Esas conmemoraciones se reducen a actos públicos de parte de las autoridades gubernamentales y representantes de la sociedad civil, expresándose en discursos investigativos sobre las raíces verdaderas de la nacionalidad juntamente con las obligaciones que se derivan como deberes cívicos elementales. Todos los países tienen sus fiestas patrias. Casi todos las celebran de la misma manera y sobre todo con días libres de trabajo. Discursos patrióticos en que hay que decir algo nuevo o creer que se dice lo que nadie ha dicho hasta ahora; discursos políticos en que unos critican a otros, y otros critican a unos; desfiles, tambores, cornetas, liras, televisión echando cuentos sobre cada colegio y su fecha de fundación, números de alumnos y alabanzas a sus integrantes; sol, colores, lluvia, orden, desorden y grandes aglomeraciones. Eso son los días patrios.
A veces uno se pregunta si lo que hacemos tiene algún sentido. Ingenuamente nos preguntamos, ¿cómo se puede hacer el verdadero amor a la Patria en hechos concretos que nos convenzan a todos y que se traduzcan como una contribución genuina para que continúe la realidad de la Patria en su impulso hacia el progreso integral. Y francamente, después de parlamentar mucho, quedamos donde comenzamos, preguntando, ¿cómo?
Con anterioridad hablando de este tema subrayamos que las fiestas patrias son fiesta de la juventud. Son los jóvenes los que hacen el gasto. Son ellos los que ilusionados se equipan con toda clase de atuendos y uniformes escolares de gala para salir a exhibirse, junto con sus grupos colegiales, desfilando por rutas señaladas portando el emblema nacional, todos los años de la misma manera y de vez en cuando con algunas originalidades aceptables y otras veces de escaso buen gusto. Al entusiasmarse la juventud consecuentemente, involucran a sus familias que también concurren a las vías a respaldar a sus muchachos que pretenden honrar consciente o inconscientemente la memoria de los hechos patrióticos.
Tampoco se trata de exagerar ni de sacar de quicio el tema. Así las cosas aquí y en todas partes, y lo que se hizo y se estableció de una manera, seguirá siendo de la misma manera. En el interim seguiremos disparando conceptos y debatiendo sobre qué es la Patria, qué hemos hechos por la Patria, a qué nos obliga el ser patriotas, ya que no tenemos que ir a ninguna guerra en las fronteras a defender el suelo nacional. Si otros han luchado por su patria, ¿por qué no nosotros? Hay que devolverle a la Patria lo que nos ha dado.
Sólo nos queda como acto patriótico el conocer más este país, sus gentes, sus problemas, su historia patria vista desde la perspectiva panameña; sus escarceos políticos, sus pretensiones casi quijotescas por buscar la transparencia en una cultura insuperable del "juega vivo", el aportar soluciones inmediatas y prácticas para encontrar vías de salida a la crisis económica sin deteriorar el fondo fiduciario; son muchas las tareas que como patriotas nos incumben. Patriota no es el que vegeta en la patria. Muchos son los retos, y entre esos el problema del Canal, en que el criterio debe ser el bien del hombre panameño beneficiado por el Canal no hundido por el Canal.
Un año más de celebraciones de las efemérides patrias deben llevarnos a darle gracias a Dios por todo lo que hemos recibido y comprometernos a superar el egoísmo para hacerla valer y respetar en el concierto de las naciones.
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