El alcohol es una droga, ¡y mata!
- Rafael Carles (opinion@epasa.com)
¿Es el alcohol una droga como la marihuana o la cocaína? Sin duda alguna, el alcohol es una sustancia que, si es consumida en exceso y durante mucho tiempo, puede dar lugar a un acostumbramiento, a un aumento de la tolerancia, a una fuerte dependencia psicológica y, en muchos casos, a una dependencia psíquica. La capacidad que tiene una sustancia de inducir síntomas de abstinencia (y en el caso del alcohol, es sabida la gravedad potencial de tales accidentes: delirium tremens, epilepsia y otros...), de ser neurotóxica y de suscitar una necesidad intensa de volver a consumirla define su carácter de droga.
El alcohol evidentemente responde a este criterio, si se consideran sus consecuencias negativas para la salud física y mental. Datos estadísticos sobre el consumo abusivo de alcohol en Panamá demuestran que es responsable, directa o indirectamente, de unas 4,000 muertes anuales, ya sea por cirrosis, encefalopatías, cánceres de vías digestivas, afectaciones respiratorias, padecimientos cardíacos y úlceras gástricas. Pero también por accidentes de tránsito, domésticos y suicidios, el 50% de los cuales se ven favorecidos por el consumo puntual de alcohol.
¿Es necesario hacer referencia a la fundamental incidencia del abuso del alcohol en los comportamientos violentos, especialmente entre los jóvenes, en los homicidios, la violencia intrafamiliar, la violación? ¿Es necesario repetir que el abuso del alcohol es un factor determinante de la aparición de patologías mentales: depresiones, psicosis, demencias? No busquemos más justificaciones y reconozcamos, como país, que el alcohol es, en consecuencia, una droga peligrosa.
Por tanto, es hora de que se afirmen y comprendan las potencialidades toxicomaníacas y extremadamente destructivas del alcohol. Sin entrar en un debate político, es hora de que se exprese públicamente lo que saben todos los científicos, que el alcohol consumido desde temprana edad, durante demasiado tiempo y en grandes dosis es un tóxico notoriamente más peligroso que la cannabis, numéricamente más destructivo que la cocaína y de consecuencias sociales más graves que el tabaco. Es hora de que los mensajes de prevención sentencien y demuestren que el alcohol es también una droga mortal.
Es hora de que los padres de familia no se hagan los de la vista gorda y asuman su responsabilidad de cuidar y proteger responsablemente a sus hijos. Es inadmisible que en nuestra sociedad, tan rescatada y cerrada para algunas cosas, permita libremente que los jóvenes menores de edad liben en fiestas en casas o clubes sociales, en celebraciones de quince años, en murgas y culecos, o en cualquier otro evento, a pesar que estas actividades están más que prohibidas ante los ojos de la ley. Presos debieran ir todos los padres y acudientes que patrocinan fiestas donde los niños toman licor, como si tratara de una iniciación para alcanzar su mayoría de edad. Presos debieran ir, igualmente, los propietarios de locales comerciales y gerentes de clubes sociales que permiten que a los menores de edad se les sirva licor.
Con la excusa de que “si no hay chichita, nadie viene a la fiesta”, los padres han caído en una actitud libertina y de poco importa, y al mismo tiempo están dando los primeros pasos para que sus hijos se conviertan en secuestrados del alcohol y víctimas de su destrucción.
Es más que hora de que los gobernantes den el ejemplo y las autoridades destinen medios apropiados para la prevención y el tratamiento de la dependencia al alcohol, a menudo sutilmente tapada por el tabaquismo y las otras toxicomanías. Afirmar que el alcohol es una droga mortal es dar un paso que debería ser irreversible hacia la instauración de una política concertada, eficiente y coordinada de prevención y de tratamiento. La alcohología es una disciplina en crecimiento; dispone de métodos terapéuticos eficaces, psicoterapias y medicamentos y sólo está a la espera del impulso de una voluntad política comparable a la que permitió, recientemente, luchar contra el tabaquismo y la obesidad.
Empresario.

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