El anillo de Polícrates
Publicado 2006/01/13 00:00:00
- Dr. Miguel Antonio Bernal
Esa particular "felicidad gubernamental" nos hace recordar el anillo de Polícrates, símbolo de la felicidad inquietante..
EL CICLO DE LA CRISIS de nuestro Panamá en estos últimos tiempos, se caracteriza por la ausencia de instituciones y organismos capaces de contener la corrupción, la mediocridad y la miseria. El Estado y sus órganos continúan revelándose incapaces de iniciar la cura de estas heridas que desangran y destruyen nuestra Patria.
El desprestigio de la Asamblea Nacional continúa en aumento y se le suma, también, la decadencia de los Partidos que ponen a un lado sus requisitos como agrupaciones políticas, para convertirse en verdaderas empresas electorales. Añádase a ello, la angustia y la inseguridad ciudadana ante un sistema judicial que ha exiliado la aspiración nacional de ¡justicia!.
Sin embargo, motiva más que nada estas líneas, la actitud de un Ejecutivo que parece recrearse en el estado de ánimo que le brinda su concepción filosófica de que: "la felicidad consiste en la ignorancia de la verdad". Así las cosas, se dedican cotidianamente a darle la espalda a las realidades de nuestra sociedad y les importa poco o nada, continuar glorificando un Estado que no sirve ni para prestar las funciones esenciales de todo Estado actualizado como: servicios de agua, alcantarillado, educación, salud y vías de comunicación.
Como para ellos "todo está bien", "aquí no hay corrupción", etc, y quienes les critican son "insanos" o "resentidos", se preocupan eso sí, de hacernos presentes a todos los ciudadanos el rigor del poder, a través de los muchos desplantes de sus funcionarios corruptos, ineptos y prepotentes que desean en todo momento seguir dándonos gato por liebre y se enojan porque no se los agradecemos.
Esta particular "felicidad gubernamental" nos hace recordar el anillo de Polícrates, símbolo de la felicidad inquietante; de aquella "felicidad de los ojos cerrados" de la que nos habla Paul Valery en sus "Mauvaises Pensées"
La alusión al "anillo de Polícrates" proviene de la isla en que nació Pítagoras y que fuera la más poderosa de las islas jónicas: la isla de Samos. Cinco siglos y medio antes de Cristo, dicha isla estuvo bajo el gobierno absoluto de Polícrates, conocido también como el "Tirano de Samos", quien se adueñó del poder tras haber dado muerte a sus hermanos.
La historia nos enseña que a Polícrates "todo lo que intentó le salió bien". Se afirma que (al igual de muchos de nuestros actuales gobernantes) los excesos y las pasiones desordenadas le nutrían saludablemente. También fue afortunado en sus conquistas territoriales, pues se hizo dueño de varias islas del mar Egeo y hasta de ciudades de la costa de Asia. Dio benévola acogida en su corte a artistas y poetas, entre los que figuró el célebre Anacreonte.
Su amigo y aliado, Arnasis, rey de Egipto, asustado ante tanta felicidad de Polícrates, le escribió estas líneas: "Vuestras prosperidades me espantan; yo deseo a los que amo una mezcla de bienes y de males; porque una divinidad celosa no sufre que un mortal, cualquiera que sea, goce de una felicidad inalterable. Procuraos, pues, penas y reveses para oponerlos a los favores constantes de la fortuna".
Cuenta la historia que este aviso pareció bueno a Polícrates, y para salir al encuentro de la fortuna adversa, arrojó al mar un anillo de mucho valor y aprecio. El destino no aceptó el sacrificio: le devolvió el anillo en el vientre de un pescado que le sirvió algunos días después. En lugar de deducir de este acontecimiento que le estaban reservadas pruebas más crueles, Polícrates pensó sin duda que la desgracia no quería nada con él, puesto que no concibió ninguna desconfianza cuando Oraetes, sátrapa de Sardes, le atrajo a su país y le crucificó.
Nosotros, los ciudadanos, entretanto debemos asumir nuestra responsabilidad en la búsqueda de las soluciones a través de los cambios mentales y constitucionales que las circunstancias exigen, antes de que el "latigazo de la tragedia" nos vuelva a cruzar el rostro.
El anillo de Polícrates sirve para recordarnos que la felicidad perfecta no es de este mundo. Cuando se recuerda su historia a alguien es para decirle: "¡Tenga cuidado! Es usted demasiado feliz para no verse amenazado" . Si realmente, aunque tarde, los señores del Gobierno están dispuestos a luchar para lograr un mejor destino para todos los panameños, es hora entonces antes de que sea demasiado tarde, de apearse de la nube de "la felicidad perfecta" en que se han encaramado y empezar a trabajar por todo lo que nos une y contra todo lo que nos separa.
El desprestigio de la Asamblea Nacional continúa en aumento y se le suma, también, la decadencia de los Partidos que ponen a un lado sus requisitos como agrupaciones políticas, para convertirse en verdaderas empresas electorales. Añádase a ello, la angustia y la inseguridad ciudadana ante un sistema judicial que ha exiliado la aspiración nacional de ¡justicia!.
Sin embargo, motiva más que nada estas líneas, la actitud de un Ejecutivo que parece recrearse en el estado de ánimo que le brinda su concepción filosófica de que: "la felicidad consiste en la ignorancia de la verdad". Así las cosas, se dedican cotidianamente a darle la espalda a las realidades de nuestra sociedad y les importa poco o nada, continuar glorificando un Estado que no sirve ni para prestar las funciones esenciales de todo Estado actualizado como: servicios de agua, alcantarillado, educación, salud y vías de comunicación.
Como para ellos "todo está bien", "aquí no hay corrupción", etc, y quienes les critican son "insanos" o "resentidos", se preocupan eso sí, de hacernos presentes a todos los ciudadanos el rigor del poder, a través de los muchos desplantes de sus funcionarios corruptos, ineptos y prepotentes que desean en todo momento seguir dándonos gato por liebre y se enojan porque no se los agradecemos.
Esta particular "felicidad gubernamental" nos hace recordar el anillo de Polícrates, símbolo de la felicidad inquietante; de aquella "felicidad de los ojos cerrados" de la que nos habla Paul Valery en sus "Mauvaises Pensées"
La alusión al "anillo de Polícrates" proviene de la isla en que nació Pítagoras y que fuera la más poderosa de las islas jónicas: la isla de Samos. Cinco siglos y medio antes de Cristo, dicha isla estuvo bajo el gobierno absoluto de Polícrates, conocido también como el "Tirano de Samos", quien se adueñó del poder tras haber dado muerte a sus hermanos.
La historia nos enseña que a Polícrates "todo lo que intentó le salió bien". Se afirma que (al igual de muchos de nuestros actuales gobernantes) los excesos y las pasiones desordenadas le nutrían saludablemente. También fue afortunado en sus conquistas territoriales, pues se hizo dueño de varias islas del mar Egeo y hasta de ciudades de la costa de Asia. Dio benévola acogida en su corte a artistas y poetas, entre los que figuró el célebre Anacreonte.
Su amigo y aliado, Arnasis, rey de Egipto, asustado ante tanta felicidad de Polícrates, le escribió estas líneas: "Vuestras prosperidades me espantan; yo deseo a los que amo una mezcla de bienes y de males; porque una divinidad celosa no sufre que un mortal, cualquiera que sea, goce de una felicidad inalterable. Procuraos, pues, penas y reveses para oponerlos a los favores constantes de la fortuna".
Cuenta la historia que este aviso pareció bueno a Polícrates, y para salir al encuentro de la fortuna adversa, arrojó al mar un anillo de mucho valor y aprecio. El destino no aceptó el sacrificio: le devolvió el anillo en el vientre de un pescado que le sirvió algunos días después. En lugar de deducir de este acontecimiento que le estaban reservadas pruebas más crueles, Polícrates pensó sin duda que la desgracia no quería nada con él, puesto que no concibió ninguna desconfianza cuando Oraetes, sátrapa de Sardes, le atrajo a su país y le crucificó.
Nosotros, los ciudadanos, entretanto debemos asumir nuestra responsabilidad en la búsqueda de las soluciones a través de los cambios mentales y constitucionales que las circunstancias exigen, antes de que el "latigazo de la tragedia" nos vuelva a cruzar el rostro.
El anillo de Polícrates sirve para recordarnos que la felicidad perfecta no es de este mundo. Cuando se recuerda su historia a alguien es para decirle: "¡Tenga cuidado! Es usted demasiado feliz para no verse amenazado" . Si realmente, aunque tarde, los señores del Gobierno están dispuestos a luchar para lograr un mejor destino para todos los panameños, es hora entonces antes de que sea demasiado tarde, de apearse de la nube de "la felicidad perfecta" en que se han encaramado y empezar a trabajar por todo lo que nos une y contra todo lo que nos separa.
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