El aperreador de indios
- Pastor E. Durán E.
Una de las cosas “hermosas” que sobresalen en la cinta costera (“coimera” dijo alguien) es la estatua de Vasco Núñez de Balboa, conocido como: “el aperreador de indios” o “el descubridor del Mar del Sur”, aunque la verdad es que ese mar estaba ya descubierto hacía miles de años por los nativos. Esta es una de las imposiciones de la historia eurocentrista.
Al parecer, los gamberros son muy admirados. Tienen estatuas en diferentes países. De Jerez de Los Caballeros o de Badajoz, lo cierto es que era de España. Por eso, cuando se estaba construyendo la cinta costera y desmontaron su estatua, alguien dijo que lo mejor era enviarla a España. Pero por el motivo anotado arriba, se quedó “adornando” la cinta.
El mal llamado “descubrimiento” del Mar del Sur se inició el 1 de septiembre 1513 cuando Balboa se encaminó hacia las tierras de su coimeado y aliado cacique Careta. Como todo invasor, Balboa era sagaz, virtud que parece reencarnarse constantemente en otros personajes a través de nuestra historia de país invadido. Como invasor, Balboa supo de la fuerte oposición de sus enemigos y de los halagos de quienes no tuvieron rubor -ayer como hoy- para entregarle sus tierras, sus mujeres, sus hijos y su dignidad. Careta le obsequió a Balboa una de sus hijas, una india sumamente hermosa, llamada Anayansi.
En su travesía hacia el Mar del Sur, al llegar a los dominios del cacique Torecha, hizo una gran matanza. Se dice que murieron 600 indios incluyendo al cacique. Allí, incluso, les tiró los perros, (literalmente hablando), a un grupo de travestis, supuestamente homosexuales. Por su parte, Bartolomé De las Casas dice al respecto: “Y que fuera verdad muy bien averiguada que aquellos que traían aquel hábito mujeril era por aquel pecado, quién hizo juez a Vasco Núñez, o con qué autoridad se constituyó alcalde en señorío y jurisdicción ajena, siendo él súbdito de aquellos naturales señores por estar en su tierra y que de justa justicia, por sus tiranías, invasiones y robos tan universales y por toda ley natural, divina y humana, dañados, si fuerzas tuvieran, podían hacerlos cuartos y tajadas?”.
El 25 de septiembre divisó por primera vez el Mar del Sur. Un sacerdote cantó un himno para dar gracias a Dios y Balboa descendió, hasta las aguas, chapoteó y se dejó arrastrar por las olas. Chiapes y sus indios estaban extrañados de tanta ceremonia. Después, Balboa siguió sometiendo caciques, "pacificando" y exigiendo oro. Vinieron intrigas y pleitos por el poder. Años más tarde fue juzgado y decapitado por órdenes de otro gamberro español: el gobernador Pedrarias Dávila.
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