Panamá
El escepticismo en la medicina
- José González Rivera
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- Opinion@epasa.com
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Los médicos a veces tenemos que asumir entre obtener un equilibrio y aliviar el dolor que causa una enfermedad incurable y tratar de prolongar la vida.

Los médicos a veces tenemos que asumir entre obtener un equilibrio y aliviar el dolor que causa una enfermedad incurable y tratar de prolongar la vida. El médico tiende a informar planes de trabajo que son cuestionados ante el dolor del sufrimiento como "¿Por qué debería creerle?" "Creo que no le creo". Y es que tal vez, actualmente hay cosas más importantes en juego. Esto se trata de cómo la sociedad ya no ve el sistema médico como una institución de confianza. Esto podría explicar porque nuestros gobernantes y máximos dirigentes salen del país a buscar curas de cáncer que ya hay en el país, pero con infraestructuras y presupuestos públicos desfasados.
Nos encontramos en una encrucijada en el campo de la medicina con respecto a la confianza pública. Tras una pandemia que tergiversó la ciencia para beneficiar intereses políticos reeleccionistas, no es de extrañar que la confianza en la medicina se esté debilitando. Como resultado, más personas buscan voces menos convencionales de "autoridad" que se acercan más a sus creencias. En Estado Unidos, Robert F. Kennedy Jr., un escéptico de las vacunas y candidato a la presidencia de Estados Unidos, cuenta con cifras de apoyo considerable y ha hecho de la libertad médica un tema recurrente.
Sin embargo, nuestro sistema médico depende de la confianza, tanto en consultas presenciales como en comunicados de salud pública. La desconfianza puede hacer que los médicos se agoten e incitar a resultados negativos para nuestros pacientes que podrían haberse evitado, esto es en parte lo que impulsa las tasas cada vez mayores de sarampión entre niños sin vacunar, las tendencias a no hacerse las pruebas recomendadas para la detección de cáncer y las negativas a tomar medicamentos preventivos que pueden salvar vidas. Esto no tiene una solución sencilla. Pero si no encontramos maneras para recuperar y fortalecer la confianza de nuestros pacientes, se perderán más vidas.
Escepticismo médico no es lo mismo que nihilismo médico. No tenemos por qué ser los únicos que conocen los datos que respaldan los medicamentos que recetan y las decisiones que tomamos; el público tiene el derecho de revisar las cifras y tomar sus propias decisiones sobre el riesgo y el beneficio que implican. Pero cuando el escepticismo se convierte en incredulidad abyecta e irreparable, vemos que algunos pacientes toman decisiones peligrosas. Y cuando los médicos respondemos con frustración, eso solo nos separa más de esos pacientes.
A veces, la confianza se puede restaurar compartiendo datos y cifras claras. A nuestros pacientes les decimos cosas sobre el cuerpo que no se pueden ver a simple vista.
Nosotros los cirujanos recurrimos a una versión profunda de la confianza llamada contrato de prestación de servicios quirúrgicos: nos ganamos la confianza para poder cortar e intervenir el cuerpo en búsqueda de calmar su dolor.
Muchos de nuestros pacientes comenzaron su experiencia de salud queriendo creer en sus médicos. Pero luego el sistema médico en el que querían confiar les falló. ¿Cómo comenzamos el proceso de reparación cuando hay poco tiempo?
En medicina, hablamos de la idea de la toma de decisiones compartida, en la que las decisiones médicas se toman de manera conjunta entre el médico y el paciente, en contraste con el tono paternalista de antaño.
Como médicos, no les decimos a nuestros pacientes qué hacer, sino que les ofrecemos la información necesaria para que ellos elijan el camino adecuado para ellos.
Toda nuestra formación y nuestros conocimientosmédicos no sirve de nada si nuestros pacientes no están dispuestos o no son capaces de creer en lo que ofrecemos. Y esto no es culpa de nuestros pacientes. Es culpa de un entorno político circundante que ha convertido los hechos científicos y sus supuestos embajadores en una ficción para muchas personas.
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