El Palacio Legislativo
Publicado 2000/12/12 00:00:00
Hay que tener en cuenta, al mismo tiempo, que el abandono en que se mantienen los edificios públicos origina a la larga, y como natural consecuencia, enormes gastos de reparación que seguramente podrían evitarse si dichas reparaciones se llevaran a cabo en su debida oportunidad.
La desidia de las autoridades a cuyo cargo corren estas obras de conservación y mantenimiento se hace más notoria en casos que no pueden menos que herir la sensibilidad de los panameños. Nos referimos específicamente a lo que está ocurriendo con el Palacio Legislativo Justo Arosemena, una obra ingenieril que simboliza la expresión cabal del compromiso que nuestro Estado asume en el campo de la política, la cultura y las leyes.
El Palacio Legislativo representa una tradición que debe merecernos el mayor respeto. Por su hemiciclo han desfilado figuras de la más elevada jerarquía de nuestro quehacer nacional y ha sido asiento de acontecimientos vitales que forman parte de nuestra historia patria.
El Palacio Legislativo es depositario de una parte valiosa del patrimonio histórico que nos legaron los forjadores de la República. Con la visión característica de aquellos tiempos, se inició su construcción durante la administración de Ernesto de la Guardia. Lamentable sería que el olvido de que ha sido víctima nuestro coliseo legislativo dejara todo esto entregado en forma indefensa a la acción corrosiva del tiempo y del clima tropical.
En los últimos días se ha hecho público un vasto proyecto dirigido a la reparación de las oficinas, el cableado eléctrico y los ductos de aire acondicionado del Palacio Legislativo. El Presidente de la Asamblea Legislativa personalmente ha instado a sus colegas para que medien con sus esfuerzos y contribuyan a la modernización de este edificio. Pueda ser que dentro de este criterio encuentre cabida la atención preferente que con todo derecho reclama nuestra sede legislativa, por lo que el mismo representa dentro del movimiento histórico y político de la República.
La desidia de las autoridades a cuyo cargo corren estas obras de conservación y mantenimiento se hace más notoria en casos que no pueden menos que herir la sensibilidad de los panameños. Nos referimos específicamente a lo que está ocurriendo con el Palacio Legislativo Justo Arosemena, una obra ingenieril que simboliza la expresión cabal del compromiso que nuestro Estado asume en el campo de la política, la cultura y las leyes.
El Palacio Legislativo representa una tradición que debe merecernos el mayor respeto. Por su hemiciclo han desfilado figuras de la más elevada jerarquía de nuestro quehacer nacional y ha sido asiento de acontecimientos vitales que forman parte de nuestra historia patria.
El Palacio Legislativo es depositario de una parte valiosa del patrimonio histórico que nos legaron los forjadores de la República. Con la visión característica de aquellos tiempos, se inició su construcción durante la administración de Ernesto de la Guardia. Lamentable sería que el olvido de que ha sido víctima nuestro coliseo legislativo dejara todo esto entregado en forma indefensa a la acción corrosiva del tiempo y del clima tropical.
En los últimos días se ha hecho público un vasto proyecto dirigido a la reparación de las oficinas, el cableado eléctrico y los ductos de aire acondicionado del Palacio Legislativo. El Presidente de la Asamblea Legislativa personalmente ha instado a sus colegas para que medien con sus esfuerzos y contribuyan a la modernización de este edificio. Pueda ser que dentro de este criterio encuentre cabida la atención preferente que con todo derecho reclama nuestra sede legislativa, por lo que el mismo representa dentro del movimiento histórico y político de la República.
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