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El policía, ¿amigo o enemigo?
Geraldine Emiliani - Publicado:
Sin importar donde vivimos, la maldad se esconde bajo una fachada de civismo.Así pues, queramos o no, necesitamos la protección de la policía.Es cierto que hay agentes acusados de brutalidad, corrupción, pasividad y abuso de poder -es parte de la debilidad humana- situación inaceptable.De mi parte, cuando veo y estoy cerca de uno de ellos, me siento protegida.Combatir la delincuencia constituye sólo el 30% de la labor policial.También ofrecen un servicio social a la comunidad desde asistir a un enfermo de gravedad, como el de ocuparse de los accidentes automovilísticos, violencias domésticas, recuperar vehículos robados, ayudar a un anciano confundido, devolver a un niño perdido a sus padres y, hasta rescatar a un gato encaramado a un árbol; así como el de proteger a todo ciudadano en contra de manifestaciones violentas.Desde su origen, las fuerzas policiales suscitan esperanzas y temores.Hay quienes temen que un grupo armado en manos del gobierno central coarte su libertad o que acabe convirtiéndose en una policía de espionaje militar similar al sistema francés de Joseph Fouché.Me es difícil imaginar a un agente policial panameño vestido con sombrero de copa y uniforme bien planchado y que su única arma sea una porra corta -como los policías ingleses (bobies) que no portan armas de fuego, salvo en situaciones de emergencia- enfrentándose a verdaderos homicidas en potencia, que no les importa cegar la vida de personas inocentes, ya sea por venganza, complejos, odio, diversión, o como un ritual de pandilla o por la simple emoción de hacerlo.Las causas las conocemos.La lista es interminable.Cada vez se hace más claro que la delincuencia y los desórdenes no deben existir en una sociedad civilizada.Sin embargo, la violencia está presente, casi ninguna barriada o lugar de residencia es inmune a ella.Respecto a la ciudad de Colón, el jefe de la Policía, Eduardo Serracín, enfatizó: "No vine aquí a negociar con ningún delincuente.Estoy para administrar el orden público.No negocio ni paz ni seguridad con nadie, sólo hago el trabajo que me corresponde".(El Panamá América, 30 de octubre).A sus palabras: ¿esperanza o temor? Lo que sí sabemos es que la escalada de violencia amenaza la economía y la salud mental de todo individuo que desea vivir en paz y tranquilidad en una ciudad que durante los años treinta, cuarenta, y aún en los sesenta, el movimiento económico de Colón era de singular prosperidad debido en gran parte, al sector agrícola y comercial.La economía reflejaba para ese entonces una importancia, mayormente en el aporte al fisco nacional.La apertura de la Zona Libre vino a beneficiar aún más la bonanza económica, razón por la cual se le denominó Costa de Oro.El Colón de ahora se debe a tres factores: la falta de los gringos, quienes con su política de dependencia crearon en el colonense una especie de mentalidad subyugada; la clase económica que se fructifica de la Zona Libre y que vive y consume en Panamá; la emigración a la capital de hombres y mujeres prominentes que dieron muestras de capacidad intelectual destacándose en lo social, en la política, en el arte, en la literatura, en el deporte, y en la más alta jerarquía eclesial; la discriminación racial y, en la falta de una educación equitativa.Me llama la atención los programas de debate radial y televisivo, cuyo aporte son de beneficio en algunos momentos, pero en otros observo que los que participan sólo lo hacen con el deseo de criticar, y de cargarle la culpa al gobierno de turno, y de brindar soluciones a medias.Si de culpa se trata, esta actitud de indiferencia nos compete a todos, no es de unos cuantos.Ciertamente, la negligencia de algunos gobernantes y el tecnicismo jurídico ha contribuido para que este flagelo haya aumentado.No basta con solo eliminar a las personas malas y salvar a las buenas.Lo que se necesita es un cambio de mentalidad, de corazón y de conciencia.Para resolver el problema de la criminalidad de una vez por todas, se necesita que la sociedad coopere.Siempre existirá la violencia y Panamá cuenta con gente educada, capacitada y con conocimientos especializados, que bien podrían contribuir a que los resultados sean satisfactorios para vivir en una sociedad sin delito.(gemiliani@cableonda.net) Su trayectoria es digna de admirar, pues ha demostrado su talento y destreza con el balón en diversos conjuntos nacionales.Formó parte del Atlético Nacional de Panamá desde 1996 a 1999 y en el 2000 jugó para el Sporting 89.En el exterior, el Envigado FC de Colombia, Independiente de Medellín (Colombia), el Gremio FC de Brasil y el Atlético Paranaense de Brasil, le ofrecieron la oportunidad de triunfar en este deporte.Por supuesto, tanto Solís como Baloy pertenecen a la Selección de Fútbol de Panamá.