Panamá
El subsidio hipotecario
- Ing. Helmut De Puy
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- Ciudadano Construyendo futuro
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El reciente anuncio del presidente José Raúl Mulino de extender el subsidio hipotecario a viviendas entre 80,000 y 120,000 dólares, con un interés preferencial del 4% por 7 años, no es simplemente una medida económica; es un claro mensaje de que el gobierno entiende las necesidades reales de la clase trabajadora.
Durante años, Panamá ha vivido una paradoja. Mientras el país crece y se muestra ante el mundo como un centro financiero, logístico y de servicios, las familias encontraban cada vez más difícil el sueño de adquirir una vivienda digna. Los precios de las casas han subido considerablemente, los bancos exigen cada vez más en sus requisitos y el Estado parecía ausente. Hoy, este paso viene a corregir eso.
Algunos dirán que los subsidios son una carga fiscal. Y es cierto, no podemos negar que implican un esfuerzo para el erario público. Pero lo que diferencia esta decisión es que no se trata de un subsidio improvisado, sino de un incentivo focalizado y temporal, que busca reactivar la economía a través del sector construcción, uno de los motores de empleo y productividad en el país, mientras al mismo tiempo brinda tranquilidad a miles de familias que luchan por construir su patrimonio.
La lógica es que cuando la clase media se fortalece, el país entero gana. Una pareja que accede a una casa propia no solo asegura un techo para sus hijos, sino que también consume más, invierte más y se convierte en parte de la estabilidad social que tanto necesita Panamá.
Esto es un contraste evidente con el pasado, donde se favorecieron unos cuantos en gran escala y rara vez al panameño de a pie.
Ahora bien, este subsidio debe ir acompañado de controles efectivos. No puede convertirse en un terreno fértil para especulación inmobiliaria ni para constructoras que inflen precios artificialmente. El Estado tiene la responsabilidad de garantizar que cada dólar invertido realmente alivie el bolsillo de quienes realmente lo necesitan.
Celebro esta decisión del presidente Mulino. Es un gesto de confianza hacia las familias trabajadoras que sostienen la economía y un recordatorio de que el verdadero desarrollo no se mide solo en cifras macroeconómicas, sino en la posibilidad real de que cada panameño pueda decir con orgullo, esta es mi casa. Porque cada día que pasa sin decisiones acertadas, es un día más que retrocedemos.
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