Mensaje
Ella llora por su hijo
- Rómulo Emiliani
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Su dolor solo el tiempo lo irá suavizando, en la medida en que usted vaya asimilando, aceptando la ausencia de su hijo en la Tierra. No hay manera de calmar humanamente ese sufrimiento suyo, salvo mirando con fe la realidad. Creo que su hijo ya no está muerto. Pasó de la muerte a la vida plena, eterna. Creo firmemente que ese hijo suyo es más hijo de Dios que de usted y por eso el Señor lo tiene ya en sus brazos divinos, muy dentro de su corazón misericordioso de Padre.
Monseñor Emiliani. Mi vida se ha venido al suelo. No logro levantarme después de vivir tan terrible experiencia del asesinato de mi hijo. Nada más tenía 21 años. Era un muchacho jovial, atento, sincero, trabajador y estudioso. Estaba en segundo año de universidad y quería ser ingeniero agrónomo. Trabajaba en una fábrica para poder pagar sus estudios. Él se hizo amigo y novio de una joven cuyo padre traficaba drogas. Ella era buena muchacha, muy cariñosa y sencilla, aunque andaba en un automóvil de lujo regalado por su papá. Ya sospechábamos de las andanzas de ese señor, pero nos encantaba a todos como era esta joven. Un día salían del cine y cinco hombres en un carro les dispararon hasta acribillarlos y matarlos. Yo estaba con mi esposo y mi otro hijo cenando, cuando nos llaman. Qué cuadro más espantoso. Los dos muertos, ensangrentados, todavía sentados en el carro. Han pasado dos años. Todavía lloro por las noches. Voy al cementerio cada sábado. Guardo todas sus cositas en la habitación que compartía con su hermano. Se me explicó que el atentado iba dirigido a la muchacha, porque el papá no había pagado una deuda con otros narcos y estos en represalia por eso la mataron.
Estimadísima señora. El amor de una madre es el que se parece más al amor de Dios. Su sufrimiento ha sido intenso. Le han arrebatado de sus brazos amorosos la vida de un hijo bueno, todo por obedecer los asesinos a las tinieblas y por dinero matar a dos seres inocentes. El narcotráfico es un negocio diabólico, ya que se basa en la idolatría del dinero, y este dios falso siempre está sediento de sangre. Su dolor solo el tiempo lo irá suavizando, en la medida en que usted vaya asimilando, aceptando la ausencia de su hijo en la Tierra. No hay manera de calmar humanamente ese sufrimiento suyo, salvo mirando con fe la realidad. Creo que su hijo ya no está muerto. Pasó de la muerte a la vida plena, eterna. Creo firmemente que ese hijo suyo es más hijo de Dios que de usted y por eso el Señor lo tiene ya en sus brazos divinos, muy dentro de su corazón misericordioso de Padre.
Le aconsejaría que fuera al cementerio ya no una vez por semana, sino cada quince días. Lo digo porque de hecho su hijo ya no está ahí en esa tumba, sino con Dios. Le diría también que vaya regalando la ropita de su hijo, poco a poco, quedándose solo con recuerdos significativos. Involúcrese en actividades solidarias, comparta tiempo con sus amigas, congréguese en su Iglesia intensamente para llenarse más del Señor.
El asunto es que la depresión no la quiere el Señor y usted puede estar atravesando una crisis emocional de tristeza severa. Una cosa es el dolor de madre, que repito, nadie lo podrá calmar, solo Dios. Pero otra cosa es consumirse en depresión. Su hijo no la quiere ver así. Él está con Dios y ya venció a la muerte para siempre.
Monseñor
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