Enseñanza de la Filosofía
- Paulino Romero C.
La filosofía, como todas las ciencias, tiene una esencia que se identifica con el fin que pretende conseguir: satisfacer la exigencia, esencial e indomable de cada hombre, de darle un fin a la vida. En el mundo del espíritu no se puede vivir en brazos de la casualidad; y la filosofía es esencialmente vida del espíritu. Por consiguiente, su fin es práctico. Pero también es evidentemente teórico, ya que para decir cuál es el fin de la vida se precisa conocerlo, saberlo. El conocimiento no solo vale como medio para lograr un fin, sino porque constituye un valor por sí mismo y es por sí mismo forma muy alta de acción. La acción carece de hondura en su dimensión espiritual, si no se piensa con profundidad, es decir, si no se conoce la verdad.
Los enemigos de la vida contemplativa (por desgracia ¡cuántos son hoy en día!), en su carnalidad y grosería, no comprenden que el conocer puro no es negación de la actividad, sino una forma de actividad que, precisamente en cuanto profunda e interior, no es visible ni, por consiguiente, aparente, y que obra en sí misma y da valor, únicamente ella, a las cosas visibles. El fin de la filosofía, pues, es el esfuerzo por conocer cuál es el fin de la vida.
Así entendida, la filosofía es empeño total y absoluto del hombre, concentración y tensión de todas las energías del espíritu. Por esto es conquista personal; nadie puede regalarle a nadie la claridad de la inteligencia o el saber, ni ninguno puede recibirla o aceptarla pasivamente sin mortificar con esto la dignidad de la naturaleza humana.
El hombre vive en el mundo, piensa en la tierra, obra en relación, no solo con los demás hombres, sino con los seres y las cosas que le rodean. El problema de conocer el fin de su vida implica también el problema de conocer la vida universal, su origen, su desarrollo y su fin. El hombre y el mundo: he aquí los problemas de la filosofía. La historia del pensamiento es la respuesta, fruto de milenario y perenne esfuerzo, que los hombres han dado al problema de su propio ser y del ser del universo, en el que vivimos, pensamos y obramos.
Por último, añadamos que la filosofía, en cuanto esfuerzo de conocer al hombre y al mundo, es metafísica. Es coloquio con lo infinito y con lo eterno, con Dios que es la verdad, en el silencio de la conciencia, vencedor de la más experta y rara elocuencia. La filosofía es la forma de actividad espiritual con la que el hombre reflexiona sobre la propia existencia y sobre la realidad que lo circunda. Además, la filosofía, permite un mayor esclarecimiento de los problemas pedagógicos.
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