Estragos del alcoholismo
- Mons. Rómulo Emiliani cmf
- /
- /
Esta persona, a quien llamaremos ficticiamente Pedro, y son millones en el mundo empieza a faltar al trabajo. Cuando desempeña sus funciones laborales comete cada vez más errores. Sus reflejos físicos se hacen cada vez más lentos. Cada vez son más frecuentes las discusiones con su esposa. Un día por estar ebrio choca su vehículo contra un poste y lo pierde. Un día recibe su carta de despido del trabajo. A los ocho meses pierde su casa por no pagar el préstamo al banco. Ya es no solo una tragedia personal sino familiar. Sus tres hijos en edad escolar comienzan a experimentar el trauma de un padre enfermo mentalmente. Su esposa tiene que trabajar para sostener a la familia. Ella sufre mucho. Pedro en la casa sin trabajar y siguiendo el consumo de licor se hace insoportable en el trato. Termina hospitalizado por cirrosis. El hígado afectado gravemente, Lo vemos diariamente en los hospitales: los pacientes con problemas de alcoholismo padecen de enfermedades hepáticas, cardiacas, algunos tipos de cáncer, así como trastornos de salud mental como depresión, ansiedad. El consumo de licor afecta las áreas del cerebro que tienen que ver con el equilibrio, la memoria, el habla y el juicio. Afecta las neuronas reduciéndolas de tamaño creando las lagunas mentales. Los reflejos físicos se hacen más lentos.
Pedro ya se ha convertido en un enfermo crónico con el agravante de la enfermedad mental llamada depresión. Llora constantemente. Se enfada mucho. Delira en algunos momentos. Todo empezó cuando tenía catorce años cuando comenzó a consumir alcohol con sus amigos por diversión y para no sentirse menos que los demás. Pero ya a los veinte años no podía dejar el consumo de licor, aunque pudo acabar la universidad, conseguir un trabajo y casarse. Pero en cualquier reunión familiar, fiesta de cumpleaños de amigos o idas al bar con sus compañeros Pedro se excedía en copas, y cada vez tomaba más y resistía menos la embriaguez. Esta es la radiografía típica de un bebedor. Al final pierde el trabajo, la fama, el respeto y la paz de la familia y viene la ruina en todos los aspectos.
Pero Dios nunca olvida a sus hijos y hay muchas maneras y distintos métodos para romper con esa adicción. Y Pedro encontró su salvación en Alcohólicos Anónimos. Gracias a un amigo ingresó en un grupo y con los doce pasos de esa organización, la fe puesta en Dios, la fuerza de voluntad, sus ganas de cambiar, el dejar a supuestos amigos y ambientes nocivos y con el apoyo de su familia logró romper las cadenas de ese vicio, pudo conseguir un trabajo y vivir mucho mejor el resto de su vida. Para Dios nada es imposible.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.