Ganar elecciones
- Xavier Caño Tamayo (opinion@epasa.com)
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En el Reino de España, este último trimestre de 2015 será campaña electoral permanente porque en diciembre habrá elecciones generales. Cargadas de interrogantes, por cierto, ...
En el Reino de España, este último trimestre de 2015 será campaña electoral permanente porque en diciembre habrá elecciones generales. Cargadas de interrogantes, por cierto, ...
En el Reino de España, este último trimestre de 2015 será campaña electoral permanente porque en diciembre habrá elecciones generales. Cargadas de interrogantes, por cierto, y en algún lugar de Internet he leído al respecto que en este país, ante nuevas elecciones, las encuestas detectan la recuperación del bipartidismo, llegan las elecciones y? el bipartidismo se hunde. Los resultados de las últimas elecciones europeas y los de las recientes municipales y autonómicas parecerían abonar esa convicción. Sin embargo, la situación no es tan optimista ni maravillosa como así se sueña. No está tan cerca el fin del bipartidismo
Al sistema le va de perlas el bipartidismo en varios países. En España, el adversario por derrotar no es propiamente el bipartidismo, que ha sido medio, herramienta. Hay que sustituir el régimen monárquico del 78 que, con larga cambiada, nos enjaretó el tocomocho de la transición modélica a la democracia. Y treinta y pico años después comprobamos que buena parte es espejismo, truco de ilusionista o mañas de prestidigitador. Como dice el constitucionalista Fernando Pérez Royo, "lo que se restauró en 1978 no fue la democracia con forma monárquica y parlamentaria. Lo que se restauró fue la monarquía con forma parlamentaria". Que no es lo mismo. Por eso esta democracia cojea. Y mucho.
Dice también Pérez Royo que, puesto que el objetivo real era la restauración monárquica, a su servicio se diseñó una democracia sin riesgos. Como se comprueba en la "continuidad en las constituciones de 1845, 1876 y 1978, vigentes durante casi toda la historia constitucional de España, presididas las tres por la desconfianza hacia el protagonismo de la ciudadanía".
Los hechos muestran que centrarse solo en la política electoral no basta, como parecen hacer algunos adanistas recién llegados a la acción política.
Por importantes que sean las elecciones, no habrá verdadera victoria política que permita cambiar las cosas y construir una democracia de verdad en tanto no se logre la victoria cultural que indica Gramsci.
Porque para cambiar las cosas no solo hay que ganar elecciones. Disculpen la obviedad, pero para cambiar las cosas hay que construir poder popular y organizar la movilización ciudadana para oponerse al régimen monárquico neoliberal y ofrecer una alternativa sólida. Pues solo con poder social, un gobierno de unidad popular podrá poner a las personas y sus derechos por encima de todo.
El camino del cambio verdadero es largo y la primera condición es saber que es así.
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