Georges-Jacques Danton (1759-1794)
- Guillermo Márquez B.
Este revolucionario jugó papel activo el 14 de julio de 1789 cuando el pueblo de París asaltó la Bastilla, cárcel que odiaba a más no poder. Tras ese acontecimiento se fue a su casa y a alta horas de la noche, sus amigos Camille Desmoulines y Fabre d´Eglantine lo despertaron para comunicarle que había sido nombrado Ministro de Justicia. Trabajó en un principio con Maximiliano Robespierre quien prácticamente se hizo personaje muy poderoso y temido, pues era implacable. Hizo derramar mucha sangre bajo la guillotina. Las relaciones con él fueron desmejorando. Danton era partidario de la moderación, por lo cual se distanciaron.
Impresionado por la cantidad de cabezas que hizo rodar Robespierre, lanzó una expresión que podría considerarse de protesta y de misericordia: "Prefiero ser guillotinado que guillotinador". Con ella, Danton había firmado su sentencia de muerte. No tardó mucho en ser llevado ante el tribunal revolucionario que lo condenó a la guillotina junto con sus amigos Desmoulins y d?Eglantine.
Danton era un hombre alto, fornido, de potente voz y muy buen orador. Durante la audiencia, no le amilanó el peligro en que estaba su vida y la de sus compañeros. Su defensa ante sus jueces fue altiva y agresiva. El presidente del tribunal trataba de acallarlo haciendo sonar infructuosamente la campanilla que tenía frente a él hasta que, enfurecido, le gritó: -"¿Es que no oís esta campana?", y Danton también le gritó: -"Un hombre que defiende su propia vida se ríe de su campana".
Y tuvo tal serenidad ante la muerte, que el día anterior a ella un compañero de infortunio, viéndolo meditativo, le preguntó si buscaba consuelo en la filosofía, y le contestó que no, que más bien en la filología, que es el estudio científico de la lengua y su desarrollo. -"¿Cómo es eso?", preguntó el otro. Y Danton le dijo: "Estaba pensando que el verbo ajusticiar no se puede conjugar en todos los tiempos. Se puede decir yo ajusticio y yo seré ajusticiado, pero nadie puede decir yo he sido ajusticiado". Y más impresionante aún resulta que estando ya a punto de ser guillotinado le dijo al verdugo: -"Enseña después mi cabeza al pueblo. Y que así escarmienten en cabeza ajena".
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