Herencia cultural
Publicado 1999/11/05 00:00:00
- ertert
El concepto de lo cultural que hoy se maneja casi mundialmente, se basa en la total participación del pueblo en la creatividad como fuente del mejoramiento humano y en el desarrollo del hombre bajo el criterio de que una mejoría cultural del ambiente cotidiano y nacional, influirá notablemente en el mejoramiento de los valores comunitarios. En tal sentido, la protección de las tradiciones y de los valores de la identidad es fundamental para un hombre panameño mejor preparado.
La cultura ha sido un elemento de supervivencia de la humanidad, las llamadas bellas artes, consideradas por muchos como la cultura misma, no son la cultura sino una parte del vivo proceso que las crea. En ese sentido, desde hace buen tiempo, se ha hecho énfasis en la concepción del proceso llamado herencia cultural como expresión que incluye lo que hasta nuestros días, de un modo u otro se ha manejado bajo los designios del concepto patrimonio cultural. Vale la pena señalar, que el concepto de patrimonio revela siempre un sustrato que apunta hacia una manera o tipo de propiedad, mientras que el de herencia apunta hacia aspectos tradicionales que pueden ser adquiridos no sólo mediante lo patrimonial, sino por razones de vida cotidiana, por procesos de transmisión cultural que van más allá de lo puramente obtenible por derecho.
Por tales razones, y concibiendo la cultura como fenómeno de la vida cotidiana que incluye los valores no solo artísticos sino todos los que conforman el quehacer humano, creemos que es fundamental que la cultura se proyecte dentro de un reforzamiento de los valores locales, sin renunciar a lo valores y éticas culturales que conforman nuestra tradición y sin desapego de las formas exógenas, que en este momento de globalización, pudieran ser positivas. Ello quiere decir que el cambio radical de las relaciones internacionales y del proceso de comunicación nos obliga a un reforzamiento de la identidad capaz de hacer discernible lo positivo de lo negativo en ese proceso de globalización.
Podríamos decir entonces, que nuestra cultura, nuestra herencia cultural es el conjunto de respuestas que como grupo damos a nuestro medio ambiente donde encontramos sentido a la actividad y razón de nuestra existencia. La cultura engloba los diferentes medios de comunicación, los lenguajes, las tradiciones orales, las creencias, los ritos, los juegos, las costumbres, las convenciones sociales, los modelos de producción y de consumo, así como la conciencia de objetivos materiales, biológicos, psicológicos y espirituales dignos de ser persistentes en la vida. Es ella la que confiere desde la matriz social el valor de la existencia espiritual. Diríamos que los valores culturales... nuestra herencia cultural, representan el ethos fundamental de la vitalidad de toda sociedad. Los valores culturales de cada nación permiten interpretar mejor el pasado, organizar el presente y prever el porvenir.
De ahí la importancia de valorar en su justa medida nuestra herencia cultural... nuestra cultura, pues una cultura fuerte implica el orgullo nacional, la conciencia de ser, la confianza en sí, y la fuerza necesaria para permitir al espíritu inventivo y creativo adaptarse a las situaciones cambiantes de la vida y por ende plasmarlas en una creación.
Pensamos que es necesaria la reformulación de los servicios culturales del estado panameño para integrarlos en proyectos de desarrollo cultural específicos, en el marco de una reestructuración, y adecuación integral, que desemboque en una profunda reforma cultural, con miras a romper las estructuras deformes del sistema de producción cultural, buscando como tarea final elevar el grado de participación de la población panameña en general en la creación cultural.
El estado panameño posee diferentes infraestructuras culturales no integradas ni coordinadas entre sí. Las mismas funcionan de un modo disgregado, a veces con dualidad de funciones, puesto que no responden a una política cultural estatal unificada, coherente y sostenida. Sus objetivos a veces se contemplan dentro de leyes hoy obsoletas. Su organización es disímil. La función de sus entes directivos puede ser a veces buena o aceptable, pero inexistente o mala en otras ocasiones.
Es menester entonces, que el estado panameño inicie en tiempo perentorio una evaluación a lo interno de sus propias instituciones culturales, ya que los organismos culturales panameños no serán funcionales si no se logra un diagnóstico objetivo de los mismos, capaz de señalar con claridad sus fallas, deficiencias, sus actuales distorsiones y sus planes desfasados.
Una política cultural de estado, coherente y sostenida solamente puede producirse de cara a dos tipos de diagnósticos: el de las instituciones estatales y el de proceso endógeno, siempre cambiable y variable. Se hace necesario entonces, establecer los parámetros para un programa que a la vez que refuerce y permita implementar una política cultural como parte del desarrollo, contribuya al rescate y a la conservación de la herencia cultural, con sus áreas patrimoniales. Todo esto se consigue mediante un esfuerzo y aporte de todos los trabajadores del quehacer cultural en un amplio espectro de participación, sin sectarismos, sin exclusiones y de la voluntad política y el objetivo básico del gobierno de la excelentísima señora presidenta Mireya Moscoso.
La cultura ha sido un elemento de supervivencia de la humanidad, las llamadas bellas artes, consideradas por muchos como la cultura misma, no son la cultura sino una parte del vivo proceso que las crea. En ese sentido, desde hace buen tiempo, se ha hecho énfasis en la concepción del proceso llamado herencia cultural como expresión que incluye lo que hasta nuestros días, de un modo u otro se ha manejado bajo los designios del concepto patrimonio cultural. Vale la pena señalar, que el concepto de patrimonio revela siempre un sustrato que apunta hacia una manera o tipo de propiedad, mientras que el de herencia apunta hacia aspectos tradicionales que pueden ser adquiridos no sólo mediante lo patrimonial, sino por razones de vida cotidiana, por procesos de transmisión cultural que van más allá de lo puramente obtenible por derecho.
Por tales razones, y concibiendo la cultura como fenómeno de la vida cotidiana que incluye los valores no solo artísticos sino todos los que conforman el quehacer humano, creemos que es fundamental que la cultura se proyecte dentro de un reforzamiento de los valores locales, sin renunciar a lo valores y éticas culturales que conforman nuestra tradición y sin desapego de las formas exógenas, que en este momento de globalización, pudieran ser positivas. Ello quiere decir que el cambio radical de las relaciones internacionales y del proceso de comunicación nos obliga a un reforzamiento de la identidad capaz de hacer discernible lo positivo de lo negativo en ese proceso de globalización.
Podríamos decir entonces, que nuestra cultura, nuestra herencia cultural es el conjunto de respuestas que como grupo damos a nuestro medio ambiente donde encontramos sentido a la actividad y razón de nuestra existencia. La cultura engloba los diferentes medios de comunicación, los lenguajes, las tradiciones orales, las creencias, los ritos, los juegos, las costumbres, las convenciones sociales, los modelos de producción y de consumo, así como la conciencia de objetivos materiales, biológicos, psicológicos y espirituales dignos de ser persistentes en la vida. Es ella la que confiere desde la matriz social el valor de la existencia espiritual. Diríamos que los valores culturales... nuestra herencia cultural, representan el ethos fundamental de la vitalidad de toda sociedad. Los valores culturales de cada nación permiten interpretar mejor el pasado, organizar el presente y prever el porvenir.
De ahí la importancia de valorar en su justa medida nuestra herencia cultural... nuestra cultura, pues una cultura fuerte implica el orgullo nacional, la conciencia de ser, la confianza en sí, y la fuerza necesaria para permitir al espíritu inventivo y creativo adaptarse a las situaciones cambiantes de la vida y por ende plasmarlas en una creación.
Pensamos que es necesaria la reformulación de los servicios culturales del estado panameño para integrarlos en proyectos de desarrollo cultural específicos, en el marco de una reestructuración, y adecuación integral, que desemboque en una profunda reforma cultural, con miras a romper las estructuras deformes del sistema de producción cultural, buscando como tarea final elevar el grado de participación de la población panameña en general en la creación cultural.
El estado panameño posee diferentes infraestructuras culturales no integradas ni coordinadas entre sí. Las mismas funcionan de un modo disgregado, a veces con dualidad de funciones, puesto que no responden a una política cultural estatal unificada, coherente y sostenida. Sus objetivos a veces se contemplan dentro de leyes hoy obsoletas. Su organización es disímil. La función de sus entes directivos puede ser a veces buena o aceptable, pero inexistente o mala en otras ocasiones.
Es menester entonces, que el estado panameño inicie en tiempo perentorio una evaluación a lo interno de sus propias instituciones culturales, ya que los organismos culturales panameños no serán funcionales si no se logra un diagnóstico objetivo de los mismos, capaz de señalar con claridad sus fallas, deficiencias, sus actuales distorsiones y sus planes desfasados.
Una política cultural de estado, coherente y sostenida solamente puede producirse de cara a dos tipos de diagnósticos: el de las instituciones estatales y el de proceso endógeno, siempre cambiable y variable. Se hace necesario entonces, establecer los parámetros para un programa que a la vez que refuerce y permita implementar una política cultural como parte del desarrollo, contribuya al rescate y a la conservación de la herencia cultural, con sus áreas patrimoniales. Todo esto se consigue mediante un esfuerzo y aporte de todos los trabajadores del quehacer cultural en un amplio espectro de participación, sin sectarismos, sin exclusiones y de la voluntad política y el objetivo básico del gobierno de la excelentísima señora presidenta Mireya Moscoso.
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