Horror, terror y pavor
- Silvio Guerra Morales
El día lunes de esta semana me llamó un reconocido periodista de una prestigiosa cadena radial porque, según él, quería conocer mis impresiones respecto a lo sucedido en el Centro de Cumplimiento de Tocumen. En ese momento tan solo conocíamos de las vistas que los medios televisivos nos habían brindado y que generaban en nosotros una terrible expectación. Se trataba de horrendas, de terroríficas imágenes. Aun nos aterra oír a los muchachos pidiendo a gritos agua, vociferando que se quemaban, la voz de alguien que les replicaba con censura inusitada. Recuerdo haberle dicho al periodista, entre otras cosas, lo siguiente: Las Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos de las Naciones unidas establecen, eso, un mínimo de reglas a seguir en el trato que se le debe dispensar al que está privado de la libertad. Panamá es signataria de estas reglas que datan de 1955. Hay que tomar en cuenta que si bien se trata de muchachos que aun no han alcanzado la mayoría de edad, al tenor de lo que prescribe la Convención de los Derechos del Niño, son vistos como “niños”. Han faltado a la ley y como todo ser humano no por ser reducidos a cárcel significa que han perdido la condición humana, la dignidad humana, no son animales los que están privados de la libertad, siguen siendo semejantes, seres humanos.
Por ello, porque son seres humanos y preservan o mantienen su condición de seres dignos, no pierden el derecho a la vida, a la salud, al respeto de los terceros, el derecho a la alimentación, a la asistencia legal gratuita, a la atención médica, al auxilio en casos de siniestro o de urgencia, en fin. Es larga la lista a enumerar de derechos de los privados de la libertad.
Ahora que se ha iniciado una investigación penal a raíz de tan nefastos eventos, creo que la situación es meritoria para que hagamos algunas reflexiones necesarias. Deslindar la responsabilidad penal es una cosa, tal vez la más importante de todas desde la perspectiva del castigo por tan horrendo crimen. Pero también se requiere deslindar la responsabilidad administrativa y la civil. No puede ser cierto que sigan pasando tantas cosas que siembran luto y dolor y nadie se hace responsable por los daños morales, materiales, sentimentales, etc. De otra parte, no se trata de construir cárceles y más cárceles, si estas están ausentes de una clara política penitenciaria, máxime cuando se trata de jóvenes que no llegan a la edad adulta. Alguien dijo que el respeto que una sociedad dispensa a sus muertos y el trato que dispensa a los enfermos, dice mucho de la calidad humana de esa sociedad. Yo agrego que también la forma como tratamos a nuestros privados de la libertad dice mucho de nuestra humanidad y sobre todo de nuestra cristiandad.
El estudio universitario sobre la Nueva Defensa Social –Tesis de Grado del abogado Anselmo Guerra, nuestro hermano, sugiere mucho en atención a este tema. Recomiendo su consulta y lectura. Cero y van dos casos que muestran patética realidad penitenciaria en Panamá: el primero fue la golpiza a presos desnudos en la antigua Cárcel Modelo y ahora este horrendo incidente. No, no puede ser que esto quede impune y como si nada ha pasado.
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