Análisis
José Guillermo Aizpú (1928-2016)
- Paulino Romero C.*/[email protected]/
Su espíritu era fundamentalmente democrático. Amaba la libertad dentro del orden, la igualdad de oportunidades para todos, la equidad sin distingos, el bien de la sociedad sobre todo interés. Creía en la educación como en el mayor sostén que pueda darse a la criatura humana, y a esa creencia entregó su vida y conocimientos. La tolerancia era innata en él, y solo se tornaba intransigente con la injusticia, el abuso, la hipocresía o el engaño...
Hace tres meses, un día, todavía no lejano en el tiempo, y para el espíritu ayer apenas, vinimos los amigos de José Guillermo Aizpú a acompañar a su esposa, Yolanda, sus hijos, Yolandita, Pepe, Myrna, Mariela; sus nietos; bisnietos y demás familiares a entregar a la cripta sus cenizas y a la Patria el recuerdo indeleble de sus obras. Sabíamos que solo sus cenizas quedaban allí. Su espíritu regresaba con su querida familia al sitio en que juntos habían comenzado una tarea con el mismo fervor que alentó siempre nuestra entrañable amistad. En el mismo templo en que nos encontrábamos pensamos, entonces, que desde aquel instante redoblaríamos nuestro esfuerzo para así llenar el vacío de su ausencia material.
Prometimos en silencio al amigo "Guillo" continuar laborando (escribiendo, orientando) desde el alba hasta el anochecer, en la formación de la juventud, promesa y realidad y refugio de la Patria.
José Guillermo Aizpú fue varón de singulares virtudes. Desconoció en todo el curso de su vida la ostentación. No vieron jamás sus ojos el espejismo de la vanagloria. Su recia personalidad se recataba detrás de la bandera de la Patria que ondeaba en su corazón al soplo del espíritu. La Patria era para él, no solo el respeto y veneración por su Bandera y sus símbolos, no solo el culto externo por sus héroes y el fácil elogio de sus riquezas y potencialidades, sino el acendrado sentimiento de la devoción por ella, el anhelo de conocerla mejor y de servirla.
En contraste con tan alto idealismo era nuestro amigo "Guillo" hombre de cifras (economista). Creía en la rigurosa disciplina de las matemáticas, y de ella hacía un juego con los discípulos ayudándolos en el pensar lógico y estricto, la exactitud, la paciencia, el método, el orden, la confianza en sí mismos, más nunca pretendió darles un concepto utilitarista de la vida. Tenía los pies bien sentados en la tierra, pero en la claridad de su mirada abarcaba ilimitados horizontes.
Anhelaba crear en sus discípulos y amigos la mutua lealtad, el mutuo respeto, el compañerismo fraterno, la plena conciencia de sus derechos y deberes, los hábitos del bien obrar dentro y fuera del hogar, como que habrían de ser en futuro no lejano miembros avisados y eficaces de una colectividad a la cual tendrían que incorporarse. Sus caminos eran los del amor, y no los del temor, los de la confianza y no los del recelo. Acostumbraba escribir páginas amorosas a su esposa y de estímulo a sus hijos y nietos.
Su espíritu era fundamentalmente democrático. Amaba la libertad dentro del orden, la igualdad de oportunidades para todos, la equidad sin distingos, el bien de la sociedad sobre todo interés. Creía en la educación como en el mayor sostén que pueda darse a la criatura humana, y a esa creencia entregó su vida y conocimientos. La tolerancia era innata en él, y solo se tornaba intransigente con la injusticia, el abuso, la hipocresía o el engaño. ¿Y cómo no serlo también frente a la dejadez y la pereza, hombre que como él trabajaba sin reposo? Nada era improvisado en sus labores, y su mente reflexiva amortiguaba siempre el impacto de toda nueva idea con penetrante meditar, sereno y justo.
Fue ministro de Hacienda, Gobierno y Justicia, Educación, de la Presidencia.
*¨Pedagogo, escritor, diplomático.
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