La declaración de Manila
Publicado 1999/04/02 00:00:00
- Pastor E. Durán E.
Del 14 al 16 de noviembre de 1998 se llevó a cabo en Manila, Filipinas, una Conferencia Internacional contra las Empresas Mineras Transnacionales. Uno de los resultados fue la llamada "Declaración de Manila", firmada por representantes de organizaciones locales, ONGs, Institutos, Iglesias y grupos de Cabildeo de 23 países de Asia, Latinoamérica, Europa, Norteamérica y Australia. El objetivo de la Conferencia fue buscar los métodos más adecuados para enfrentar el viejo mal destructivo que ha venido creciendo a gran escala, como lo es la minería comercial llevada a cabo por las corporaciones nacionales y transnacionales.
A pesar de que la minería es tan antigua como las civilizaciones mismas, experimentamos ahora los peores efectos en este período de crisis generado por el capitalismo que fomenta el monopolio. El problema radica en el control de la industria que en primer lugar ejercen las corporaciones transnacionales con una sed insaciable de riquezas que no tiene límite. La minería hoy en día representa la cuarta actividad de mayor importancia económica en el mundo. No obstante, es una industria que genera miles de millones de dólares para unas pocas personas a expensas de muchas y del medio ambiente. En los parámetros de la globalización, en el saqueo de cualquier parte del mundo, estas empresas mineras se han vuelto más agresivas, más astutas y más sofisticadas.
Las operaciones de las transnacionales mineras significan ataques directos contra los derechos de las naciones y los pueblos, a la auto determinación, al desarrollo propio, a la tierra y la vida misma, especialmente, de los trabajadores, los campesinos, las comunidades indígenas y las mujeres. También, garantizan la concentración de tierras, la destrucción total e irreversible del ambiente, la explotación laboral intensificada y la ruina de las culturas locales e indígenas. Actualmente, de los casi 8,000 sitios mineros en exploración y en actividades iniciales de explotación, cerca de la mitad están ubicados en territorios indígenas.
La industria minera trae también la violencia armada que los mismos gobiernos apoyan, la violación sistemática y generalizada de los derechos humanos de los pueblos a nivel económico, político y sociocultural (incluyendo al género y la raza). Para las empresas mineras es normal que se utilicen fuerzas militares y mercenarias como también el empleo de grupos locales militares para dividir y forzar a las comunidades a la entrega y claudicación.
Además, utilizan algunas herramientas como soborno, proyectos disfrazados de desarrollo y otras apariencias humanitarias para conseguir sus propósitos. Sin embargo, las transnacionales mineras no trabajan solas, trabajan por conveniencia con los gobiernos, cuyos funcionarios sirven de guías. Para estas empresas los Estados modernos de hoy en día, imperialistas y neoliberales, son instrumentos muy efectivos, ya que aprueban leyes y políticas a favor de las transnacionales, forzan acuerdos bilaterales y multilaterales. Esto lo logran por medio del engaño y la coerción, y de esa manera sirven como herramientas disponibles para la avalancha del monopolio capitalista.
Las agencias multilaterales como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, los bloques regionales de comercio como el Tratado del Libre Comercio de América del Norte, la Unión Europea, la Cooperación Económica para Asia y el Pacífico, y todo el paquete de acuerdos internacionales como el Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT), y el propuesto Acuerdo Multilateral de Inversiones, de forma agresiva promueven el dogma neoliberal de la globalización al otorgar más poder a las empresas mineras transnacionales, a otros monopolios y a sus gobiernos, para socavar toda la economía. Las empresas mineras utilizan las cláusulas sociales y los códigos de conducta meramente para aparentar que son buenas, para apaciguar o confundir a aquellos que se preocupen por los impactos de la actividad minera.
Las transnacionales mineras, los Gobiernos y las Agencias Multilaterales hasta han formado sus propias ONGs, o han captado a algunas, incluyendo a un sinnúmero de científicos y académicos para que apoyen las pretensiones de la responsabilidad corporativa, seguridad ambiental y desarrollo comunitario. Estos oportunistas reciben grandes sumas de dinero y donaciones por sus esfuerzos de limpiar imágenes. Todo esto y mucho más está contemplado en la Declaración de Manila y se puede leer a través del sitio de internet denominado "Bayan webpage URL" www.bigfoot.com/-bayan-phils.
A pesar de que la minería es tan antigua como las civilizaciones mismas, experimentamos ahora los peores efectos en este período de crisis generado por el capitalismo que fomenta el monopolio. El problema radica en el control de la industria que en primer lugar ejercen las corporaciones transnacionales con una sed insaciable de riquezas que no tiene límite. La minería hoy en día representa la cuarta actividad de mayor importancia económica en el mundo. No obstante, es una industria que genera miles de millones de dólares para unas pocas personas a expensas de muchas y del medio ambiente. En los parámetros de la globalización, en el saqueo de cualquier parte del mundo, estas empresas mineras se han vuelto más agresivas, más astutas y más sofisticadas.
Las operaciones de las transnacionales mineras significan ataques directos contra los derechos de las naciones y los pueblos, a la auto determinación, al desarrollo propio, a la tierra y la vida misma, especialmente, de los trabajadores, los campesinos, las comunidades indígenas y las mujeres. También, garantizan la concentración de tierras, la destrucción total e irreversible del ambiente, la explotación laboral intensificada y la ruina de las culturas locales e indígenas. Actualmente, de los casi 8,000 sitios mineros en exploración y en actividades iniciales de explotación, cerca de la mitad están ubicados en territorios indígenas.
La industria minera trae también la violencia armada que los mismos gobiernos apoyan, la violación sistemática y generalizada de los derechos humanos de los pueblos a nivel económico, político y sociocultural (incluyendo al género y la raza). Para las empresas mineras es normal que se utilicen fuerzas militares y mercenarias como también el empleo de grupos locales militares para dividir y forzar a las comunidades a la entrega y claudicación.
Además, utilizan algunas herramientas como soborno, proyectos disfrazados de desarrollo y otras apariencias humanitarias para conseguir sus propósitos. Sin embargo, las transnacionales mineras no trabajan solas, trabajan por conveniencia con los gobiernos, cuyos funcionarios sirven de guías. Para estas empresas los Estados modernos de hoy en día, imperialistas y neoliberales, son instrumentos muy efectivos, ya que aprueban leyes y políticas a favor de las transnacionales, forzan acuerdos bilaterales y multilaterales. Esto lo logran por medio del engaño y la coerción, y de esa manera sirven como herramientas disponibles para la avalancha del monopolio capitalista.
Las agencias multilaterales como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, los bloques regionales de comercio como el Tratado del Libre Comercio de América del Norte, la Unión Europea, la Cooperación Económica para Asia y el Pacífico, y todo el paquete de acuerdos internacionales como el Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT), y el propuesto Acuerdo Multilateral de Inversiones, de forma agresiva promueven el dogma neoliberal de la globalización al otorgar más poder a las empresas mineras transnacionales, a otros monopolios y a sus gobiernos, para socavar toda la economía. Las empresas mineras utilizan las cláusulas sociales y los códigos de conducta meramente para aparentar que son buenas, para apaciguar o confundir a aquellos que se preocupen por los impactos de la actividad minera.
Las transnacionales mineras, los Gobiernos y las Agencias Multilaterales hasta han formado sus propias ONGs, o han captado a algunas, incluyendo a un sinnúmero de científicos y académicos para que apoyen las pretensiones de la responsabilidad corporativa, seguridad ambiental y desarrollo comunitario. Estos oportunistas reciben grandes sumas de dinero y donaciones por sus esfuerzos de limpiar imágenes. Todo esto y mucho más está contemplado en la Declaración de Manila y se puede leer a través del sitio de internet denominado "Bayan webpage URL" www.bigfoot.com/-bayan-phils.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.