La ética transversal
Publicado 2000/03/24 00:00:00
Pareciera ser que cuando alguien quiere que se entren de sus ideas, debe aplicarlas algún tipo de título que además de llamar la atención, piquen la curiosidad.
Uno de estos días, al leer una de los objetivos anuales de un colegio (que casi por obligación deben presentar los directores de los centros escolares), encuentro una declaración digna de análisis: "Profundizaremos en el crecimiento equilibrado de los niños/as, su socialización respetuosa, su desarrollo de los valores humanos de puntualidad, limpieza, respeto, sinceridad y amor a personas y a la naturaleza". Tremendo programa en muy pocas líneas, pero con un altísimo grado de indefinición.
Nunca se me hubiera ocurrido que el respeto estuviera al mismo nivel que el mirar un reloj (puntualidad), o la sinceridad que el amor a las plantas.
Quizá esto forme parte del desconocimiento que existe entre educadores al hablar de valores, o de la transición hacía nuevos valores, al juzgar que el antiguo sistema de valores familiares caducó como la "leche mala" en los estantes de los supermercados (espero que la CLICAC no tenga nada que ver con esto).
Ya encontramos de todo entre los "rectores" de las normas morales... desde los que sostienen que la amoralidad está en línea con la libertad y felicidad o los que sostienen la relatividad axiológica según circunstancias y lugares. Esto nos obliga a preguntamos "para que sociedad educamos"?
La idea que tengamos sobre un valor, conformará nuestras acciones acerca del mismo.
La responsabilidad por ejemplo, no se consigue con una conferencia. Se consigue cuando se le reprende por un daño causado y se le obliga a repararlo; cuando se le ponen a la vista, el disfrute y sus consecuencias positivas de una acción bien realiza; cuando se ponen limites a su comportamiento... lo otro es impunidad.
Es más difícil definir qué es libertad que enseñar a los jóvenes a reflexionar sobre las consecuencias de sus actos, a ser leales, a ser autónomos, a ser libres, porque supone desarrollar su voluntad, su inteligencia y sus afectos.
Se ha pasado, quizá, hacer de todo una "nueva clase de moral" ..la ética - moral ha pasado a ser la madre o el modelo de las denominadas (con nefasto eufemismo) las "áreas transversales" Del transmitir valores, se pasó al "educar en valores" ...es más fácil proclamar que transmitir decir, pero no hacer.
Esta incongruencia no tiene otro origen que la dependencia administrativa (y política) de los puestos de trabajo de los que se autodenominan "pedagogos profesionales" (educadores sin alumnos.) De la clase política mana la imposición de "educar en ética" (M. Ruiz Paz) Sumisos y temerosos, incapaces de incurrir en indisciplina jerárquica, aceptan la consigna y la convierten en principio científico.
Conociendo la realidad cotidiana del mundo magisterial, se entenderá que desde el propio comportamiento del profesor hasta cualquier charla incidental entre éste y sus alumnos, se está educando en valores, sea cual sea el contenido manifiesto. El contenido "latente" siempre es una comunicación ética. Desde la conducta de un científico hasta la de una época artística, o una simple conversación sobre el hanta virus o los logros deportivos de un equipo en todos hay decisión y valoración, consciente o no, de tipo ético.
El educador que no sea consciente de esto, no está en posición legitima para la praxis educativa y mucho menos para gobernarla. No hay ética, ni sociedad, ni convivencia posible, si el más incapaz es el preponderante. No es peyorativo afirmar que entre un adulto responsable de familia o de una clase, y un menor, hijo o alumno, el más incapaz es éste último.
La tiranía del alumnado comienza cuando el "que tiene la autoridad", pensando que está educando con su sólo ejemplo, depende, cede, en todo lo demás de los mismos educandos; el alumno percibe la debilidad de su planteamientos, con la consiguiente pérdida de la autoridad docente o gobernante.
Rimbombantes teorías y consignas nos hacen menospreciar el valor de los conocimientos proporcionados por la Biología, el Derecho, la Historia, la Filosofía, a favor de las llamadas "áreas transversales" (algunas incorporadas en los planes de estudios nacionales o particulares) que nos dan unos conocimientos sesgados acerca de "salud y sexualidad" "educación ambiental" "educación para el consumo" "educación para la paz", etc. Sería bueno profundizar más en las raíces (que es más difícil y cuesta) que andarse por las ramas (caminos trillados de mediocridad).
Uno de estos días, al leer una de los objetivos anuales de un colegio (que casi por obligación deben presentar los directores de los centros escolares), encuentro una declaración digna de análisis: "Profundizaremos en el crecimiento equilibrado de los niños/as, su socialización respetuosa, su desarrollo de los valores humanos de puntualidad, limpieza, respeto, sinceridad y amor a personas y a la naturaleza". Tremendo programa en muy pocas líneas, pero con un altísimo grado de indefinición.
Nunca se me hubiera ocurrido que el respeto estuviera al mismo nivel que el mirar un reloj (puntualidad), o la sinceridad que el amor a las plantas.
Quizá esto forme parte del desconocimiento que existe entre educadores al hablar de valores, o de la transición hacía nuevos valores, al juzgar que el antiguo sistema de valores familiares caducó como la "leche mala" en los estantes de los supermercados (espero que la CLICAC no tenga nada que ver con esto).
Ya encontramos de todo entre los "rectores" de las normas morales... desde los que sostienen que la amoralidad está en línea con la libertad y felicidad o los que sostienen la relatividad axiológica según circunstancias y lugares. Esto nos obliga a preguntamos "para que sociedad educamos"?
La idea que tengamos sobre un valor, conformará nuestras acciones acerca del mismo.
La responsabilidad por ejemplo, no se consigue con una conferencia. Se consigue cuando se le reprende por un daño causado y se le obliga a repararlo; cuando se le ponen a la vista, el disfrute y sus consecuencias positivas de una acción bien realiza; cuando se ponen limites a su comportamiento... lo otro es impunidad.
Es más difícil definir qué es libertad que enseñar a los jóvenes a reflexionar sobre las consecuencias de sus actos, a ser leales, a ser autónomos, a ser libres, porque supone desarrollar su voluntad, su inteligencia y sus afectos.
Se ha pasado, quizá, hacer de todo una "nueva clase de moral" ..la ética - moral ha pasado a ser la madre o el modelo de las denominadas (con nefasto eufemismo) las "áreas transversales" Del transmitir valores, se pasó al "educar en valores" ...es más fácil proclamar que transmitir decir, pero no hacer.
Esta incongruencia no tiene otro origen que la dependencia administrativa (y política) de los puestos de trabajo de los que se autodenominan "pedagogos profesionales" (educadores sin alumnos.) De la clase política mana la imposición de "educar en ética" (M. Ruiz Paz) Sumisos y temerosos, incapaces de incurrir en indisciplina jerárquica, aceptan la consigna y la convierten en principio científico.
Conociendo la realidad cotidiana del mundo magisterial, se entenderá que desde el propio comportamiento del profesor hasta cualquier charla incidental entre éste y sus alumnos, se está educando en valores, sea cual sea el contenido manifiesto. El contenido "latente" siempre es una comunicación ética. Desde la conducta de un científico hasta la de una época artística, o una simple conversación sobre el hanta virus o los logros deportivos de un equipo en todos hay decisión y valoración, consciente o no, de tipo ético.
El educador que no sea consciente de esto, no está en posición legitima para la praxis educativa y mucho menos para gobernarla. No hay ética, ni sociedad, ni convivencia posible, si el más incapaz es el preponderante. No es peyorativo afirmar que entre un adulto responsable de familia o de una clase, y un menor, hijo o alumno, el más incapaz es éste último.
La tiranía del alumnado comienza cuando el "que tiene la autoridad", pensando que está educando con su sólo ejemplo, depende, cede, en todo lo demás de los mismos educandos; el alumno percibe la debilidad de su planteamientos, con la consiguiente pérdida de la autoridad docente o gobernante.
Rimbombantes teorías y consignas nos hacen menospreciar el valor de los conocimientos proporcionados por la Biología, el Derecho, la Historia, la Filosofía, a favor de las llamadas "áreas transversales" (algunas incorporadas en los planes de estudios nacionales o particulares) que nos dan unos conocimientos sesgados acerca de "salud y sexualidad" "educación ambiental" "educación para el consumo" "educación para la paz", etc. Sería bueno profundizar más en las raíces (que es más difícil y cuesta) que andarse por las ramas (caminos trillados de mediocridad).
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