La herencia de Soraya
Publicado 2006/05/15 23:00:00
El reciente fallecimiento de la cantante colombiana Soraya, tras una tenaz lucha contra el cáncer de mama, vuelve a poner sobre el tapete el tema de la prevención del terrible mal. Semanas antes, había fallecido, por igual causa, su colega española Rocío Durcal. El mal, que muchas campañas de los últimos años presentan como curable y menos terrible de lo que es, está muy lejos de ser vencido. En uno y otro caso, los modernos tratamientos no pudieron detenerlo.
Hoy otras grandes enfermedades que conspiran contra la especie humana, con el SIDA a la cabeza. La Naturaleza se obstina en hacer su trabajo frente a la sobrepoblación y devastación de su entorno y recursos, con las armas de siempre, sin distinguir entre buenos y malos, ricos y pobres. El cáncer, empero, tras décadas de investigación y avances, continúa cobrando víctimas, constituyendo -de lejos- la principal causa de muerte del planeta, todavía por encima del SIDA.
Soraya, una virtuosa cantante y compositora, tenía seis años de pelear contra el cáncer. Y mientras alternaba los dolorosos tratamientos, incluso una mastectomía, siguió trabajando sin pausa, cantando al amor. "Casi perdí la esperanza y el amor", se le oye decir en una canción. "Hasta que pensé en Él", canta en otra. Con todas sus debilidades humanas, quien fuera una vez violinista estrella de una orquesta sinfónica juvenil en Nueva York, nunca se rindió. En "Cuando ya no esté", lleva un mensaje de coraje y esperanza a quienes como ella, padecen del mal. "Puede que mi cuerpo no esté, pero quedará el amor en mis mensajes y canciones".
Su madre, abuela y una tía habían padecido y muerto por el mismo mal. Había pues un poderoso factor genético en su contra. No dejó rincón del planeta que visitaba como cantante, en el que no envió el mensaje de la prevención y, más específicamente, del auto examen de mamas, las visitas periódicas al médico y el papanicolau que previene el terrible cáncer uterino.
Como músico fue genial y nos deja un inmenso legado. Pero, se nos antoja, que más perdurable e imperecedero es su mensaje de la prevención del cáncer, como el más efectivo instrumento para combatirlo y vencerlo, esto es, anticipándose a él, antes que tome fuerza agazapado en alguna minúscula mancha o corpúsculo de nuestro cuerpo.
Hoy otras grandes enfermedades que conspiran contra la especie humana, con el SIDA a la cabeza. La Naturaleza se obstina en hacer su trabajo frente a la sobrepoblación y devastación de su entorno y recursos, con las armas de siempre, sin distinguir entre buenos y malos, ricos y pobres. El cáncer, empero, tras décadas de investigación y avances, continúa cobrando víctimas, constituyendo -de lejos- la principal causa de muerte del planeta, todavía por encima del SIDA.
Soraya, una virtuosa cantante y compositora, tenía seis años de pelear contra el cáncer. Y mientras alternaba los dolorosos tratamientos, incluso una mastectomía, siguió trabajando sin pausa, cantando al amor. "Casi perdí la esperanza y el amor", se le oye decir en una canción. "Hasta que pensé en Él", canta en otra. Con todas sus debilidades humanas, quien fuera una vez violinista estrella de una orquesta sinfónica juvenil en Nueva York, nunca se rindió. En "Cuando ya no esté", lleva un mensaje de coraje y esperanza a quienes como ella, padecen del mal. "Puede que mi cuerpo no esté, pero quedará el amor en mis mensajes y canciones".
Su madre, abuela y una tía habían padecido y muerto por el mismo mal. Había pues un poderoso factor genético en su contra. No dejó rincón del planeta que visitaba como cantante, en el que no envió el mensaje de la prevención y, más específicamente, del auto examen de mamas, las visitas periódicas al médico y el papanicolau que previene el terrible cáncer uterino.
Como músico fue genial y nos deja un inmenso legado. Pero, se nos antoja, que más perdurable e imperecedero es su mensaje de la prevención del cáncer, como el más efectivo instrumento para combatirlo y vencerlo, esto es, anticipándose a él, antes que tome fuerza agazapado en alguna minúscula mancha o corpúsculo de nuestro cuerpo.
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