La mente del suicida
Publicado 2001/06/29 23:00:00
- RÃo de Janeiro
Destacados terapeutas existenciales han escrito que "la decisión es el puente entre el deseo y la acción". Haciendo referencia a este punto consideramos que el suicidio más que un acto impulsivo es una decisión.
Aunque no todos los suicidas tienen un antecedente depresivo profundo, ya que algunos lo hacen bajo circunstancias especiales que la persona considera o percibe como insoportable, casi un 50% de las personas que intentan suicidarse o se suicidan son deprimidos.
El problema radica en que los seres humanos tienen una fuerte tendencia biológica a derrotarse a sí mismos por ser hedonistas a corto plazo y conseguir beneficios inmediatos más que a largo plazo. Por otro lado, el pesimismo y los pensamientos negativos accesan a la conciencia con mayor facilidad influyendo en nuestro estado de ánimo, que los pensamientos positivos y optimistas, pues esto parece ser inherente a la naturaleza humana. Estos factores juntos inducen bajos niveles de tolerancia a la frustración. Y más que el acontecimiento activador, por ejemplo la pérdida de un gran amor; es la mente del sujeto, a través de sus percepciones e interpretaciones del suceso, lo que lo hacen insoportable.
Detrás de los pensamientos autodestructivos subyacen dos creencias que generalmente acompañan la mente de un deprimido. Estas son: "Tengo que tener éxito en las cosas importantes que hago en la vida, y ganar la aprobación de las personas significativas en mi vida, y es horroroso cuando no lo consigo. Y por lo tanto, no soy tan bueno como debería, y por consiguiente, inútil". La segunda es "las condiciones bajo las que vivo deben ser fáciles, o al menos no demasiado difíciles, y deben darme todas las cosas que realmente quiera rápidamente y sin demasiada lucha, y es terrible cuando no es de esta forma. El mundo es un lugar realmente despreciable para vivir y no debería ser de la forma en que sin duda es. Cuando estas creencias absolutas e irracionales se incrustan en la mente del sujeto como dogmas, es imposible ser feliz, y a la vez muy susceptible a los acontecimientos adversos. De este modo el pensar que: "no debo o debería sufrir", precede a la idea de no vivir, ya que esta es una forma de escapar del sufrimiento. A la vez no-continuo siendo un estorbo para los demás, ya que no les importo. El sujeto piensa que no es importante para nadie y que su sufrimiento es insoportable.
Agregado a esto se sienten hartos y a disgusto con la vida, les parece vacía sin sentido ni propósito, y les ronda el pensamiento que la muerte es el final de todos sus problemas, llegando al término de su camino. Los acontecimientos activadores como la pérdida de un familiar, problemas financieros, pleitos, una enfermedad terminal, son menos importantes con relación al factor mediatizador, la mente humana.
Sin embargo, el pensar en suicidarse no es suficiente para hacerlo, se requiere de un tipo de personalidad especial, la cual corra riesgos, que busque o sienta placer al realizar actos aventurados y peligrosos, pues una persona con este ingrediente no tendrá tanta dificultad para realizar un acto suicida. Ejemplo claro de esto son los combatientes de guerra suicidas, que ya sea por razones religiosas o políticas, demostraron no tener un absoluto miedo a la muerte. Aunque en el caso de la depresión y eventos estresores inesperados, las razones varíen, el riesgo es el mismo.
También existen formas disfrazadas de suicidio, no tan elaboradas, como por ejemplo accidentarse casi premeditadamente bajo efectos de alcohol, pues detrás de estos actos puede haber un anhelo de muerte, que dentro de las estadísticas no se toma como un suicidio.
En resumen, tanto factores cognitivos (pensamientos, creencias), como ciertas características de personalidad, la edad, antecedentes familiares, son determinantes con relación a cometer un acto suicida.
Aunque no todos los suicidas tienen un antecedente depresivo profundo, ya que algunos lo hacen bajo circunstancias especiales que la persona considera o percibe como insoportable, casi un 50% de las personas que intentan suicidarse o se suicidan son deprimidos.
El problema radica en que los seres humanos tienen una fuerte tendencia biológica a derrotarse a sí mismos por ser hedonistas a corto plazo y conseguir beneficios inmediatos más que a largo plazo. Por otro lado, el pesimismo y los pensamientos negativos accesan a la conciencia con mayor facilidad influyendo en nuestro estado de ánimo, que los pensamientos positivos y optimistas, pues esto parece ser inherente a la naturaleza humana. Estos factores juntos inducen bajos niveles de tolerancia a la frustración. Y más que el acontecimiento activador, por ejemplo la pérdida de un gran amor; es la mente del sujeto, a través de sus percepciones e interpretaciones del suceso, lo que lo hacen insoportable.
Detrás de los pensamientos autodestructivos subyacen dos creencias que generalmente acompañan la mente de un deprimido. Estas son: "Tengo que tener éxito en las cosas importantes que hago en la vida, y ganar la aprobación de las personas significativas en mi vida, y es horroroso cuando no lo consigo. Y por lo tanto, no soy tan bueno como debería, y por consiguiente, inútil". La segunda es "las condiciones bajo las que vivo deben ser fáciles, o al menos no demasiado difíciles, y deben darme todas las cosas que realmente quiera rápidamente y sin demasiada lucha, y es terrible cuando no es de esta forma. El mundo es un lugar realmente despreciable para vivir y no debería ser de la forma en que sin duda es. Cuando estas creencias absolutas e irracionales se incrustan en la mente del sujeto como dogmas, es imposible ser feliz, y a la vez muy susceptible a los acontecimientos adversos. De este modo el pensar que: "no debo o debería sufrir", precede a la idea de no vivir, ya que esta es una forma de escapar del sufrimiento. A la vez no-continuo siendo un estorbo para los demás, ya que no les importo. El sujeto piensa que no es importante para nadie y que su sufrimiento es insoportable.
Agregado a esto se sienten hartos y a disgusto con la vida, les parece vacía sin sentido ni propósito, y les ronda el pensamiento que la muerte es el final de todos sus problemas, llegando al término de su camino. Los acontecimientos activadores como la pérdida de un familiar, problemas financieros, pleitos, una enfermedad terminal, son menos importantes con relación al factor mediatizador, la mente humana.
Sin embargo, el pensar en suicidarse no es suficiente para hacerlo, se requiere de un tipo de personalidad especial, la cual corra riesgos, que busque o sienta placer al realizar actos aventurados y peligrosos, pues una persona con este ingrediente no tendrá tanta dificultad para realizar un acto suicida. Ejemplo claro de esto son los combatientes de guerra suicidas, que ya sea por razones religiosas o políticas, demostraron no tener un absoluto miedo a la muerte. Aunque en el caso de la depresión y eventos estresores inesperados, las razones varíen, el riesgo es el mismo.
También existen formas disfrazadas de suicidio, no tan elaboradas, como por ejemplo accidentarse casi premeditadamente bajo efectos de alcohol, pues detrás de estos actos puede haber un anhelo de muerte, que dentro de las estadísticas no se toma como un suicidio.
En resumen, tanto factores cognitivos (pensamientos, creencias), como ciertas características de personalidad, la edad, antecedentes familiares, son determinantes con relación a cometer un acto suicida.
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