La Pesca
La actividad pesquera en nuestro país ocurre principalmente en el océano Pacífico. Condiciones oceanográficas como el afloramiento del Golfo de Panamá o la gran cantidad de islas e islotes que encontramos a lo largo y ancho de nuestra plataforma continental, hacen de esta área un sistema ideal para la actividad pesquera.
De nuestros mares y océanos obtenemos magníficos ejemplares de pargos, chernas, corvinas, dorado, tiburones, camarones y otra cantidad importante de especies, que son destinadas al marcado local o de exportación, generando divisas al país. ¿Qué tanto conocimiento tenemos del comportamiento de nuestras pesquerías, sean estas artesanales o industriales? Realmente muy poco. ¿Cómo influye esto en el manejo de nuestras pesquerías? Lamentablemente de forma negativa.
Los pocos estudios que se han hecho están demostrando que especies importantes de peces y crustáceos, tantos para la pesca artesanal como industrial están siendo impactados por la forma en que pescamos. Gran parte de ellas se capturan a tallas donde aún son juveniles o en los momentos donde ocurre la máxima actividad reproductiva de la especie.
Casos documentados como la caída de las capturas de camarones en la década del 80, que al día de hoy no se han recuperado, disminuciones drásticas de las densidades de langosta y cambute, que han lleva a la promulgación de vedas, son claros indicios de que las cosas no las estamos haciendo bien, al asumir medidas reactivas ante la ausencia de políticas de pesca sostenible. Actuamos cuando se detecta que el recurso pesquero esta deteriorado, y no establecemos una política de estado que implique investigación, manejo y monitoreo a largo plazo. Carecemos de sistemas de capturas de información básicas sobre desembarques, sobre todo por la ausencia de sitios de acopios que permita recopilar esta información.
Nuestro país se caracteriza por la gran cantidad de puertos y desembarcaderos, por donde son descargadas las capturas convirtiendo la recopilación de información de desembarques en una tarea imposible. Los estudios biológicos pesqueros que lleven a la caracterización de los diferentes tipos de pesquerías, para entenderlas y manejarlas, apenas inician, sobre todo con el apoyo de instituciones como Senacyt, ONG como MarViva, Universidad de Panamá, Instituto Smithsoniano, la ARAP y el sector pesquero.
Otro aspecto importante que no podemos perder de vista, es que las pesquerías son una actividad económica, y que además cumplen un papel social. Muchas de nuestras comunidades costeras dependen de los recursos pesqueros para su sustento y son el núcleo de su economía.
En este año hemos sido testigos de las continuas protestas del sector pesquero por la posibilidad de que se reglamente la actividad, o de que se permita pescar con “trasmallos” con luz de malla por debajo de la legal. El mensaje que se manda es claro, la toma de decisiones con relación al manejo de nuestros recursos pesqueros debe ser participativa, de abajo hacia arriba, involucrando a todos los sectores: usuarios administradores, academia y ONG. Solo así podemos establecer políticas donde el norte sea ganar-ganar, donde cada sector aporte lo mejor de sí, pero que además estemos dispuestos a sacrificar algo, a favor del bien común. Por último, un clamor constante es la solicitud de subsidios, lo cual debe ser analizado con mucho cuidado, pues corremos el riesgo de convertir en sostenible desde el punto de vista económico una actividad, que desde el punto de vista ambiental es insostenible.
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