La política, ¿qué es?
El concepto de política remite, básicamente, a la necesidad de ordenamiento de la sociedad. En toda sociedad coexisten intereses, aspiraciones y comportamientos divergentes. Esta circunstancia genera la posibilidad y/o inevitabilidad del conflicto. De allí surge la imperiosidad de algún orden que encauce el conflicto real o potencial. La construcción de un orden social -cualquiera que sea ese orden- se alcanza a través de la política. Por ello, la política apuntó -desde siempre- en dirección del Estado.
La institución estatal aparecía como la institución ordenadora de la sociedad. Una sociedad conflictiva se dotaba a sí misma del instituto que haría posible la convivencia social. Y ese Estado asumía como esencia, en aras de cumplir sus fines y funciones, la disposición de un poder.
El monopolio de la violencia legítima -de su amenaza o de su aplicación-, definieron la naturaleza del Estado. Empero, en el esquema analítico básico Estado/Sociedad, ese poder del Estado se volvió contra la sociedad. Y cuando la sociedad quiso democratizar el poder, cuando la política pretendió hacerse eficiente, cuando intentó revertir la relación gobernantes/gobernados a favor de estos últimos, entonces la práctica y la teoría económicas despojaron a la política de sus potencialidades. La subordinaron. Pero los mercados, y el descontrol anarquizante que patrocinan, nos llevan nuevamente a los orígenes.
Por ello, cabe recuperar la política como ámbito de las decisiones colectivas. Socializar el poder político mediante la expansión de la cultura cívica. De lo que Umberto Cerroni llama la civilización de masas. En suma, tornar a la política democrática y eficiente para enfrentar, así, los retos que provienen de la complejidad societal.
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