La sífilis y el centenario del Salvarsán
Este año se conmemora el centenario del Salvarsán, primer quimioterápico de la historia para la sífilis sintetizado por el médico y Premio Nobel de Medicina, Paul Ehrlich.
Entre 1495 y 1498 aparecieron los primeros tratados de la enfermedad que fue bautizada como sífilis por el médico Girolamo Fracastoro. A pesar de la descripción de Fracastoro, por mucho tiempo se pensó que la sífilis y la gonorrea eran una misma enfermedad, lo que contribuyó posteriormente a una mayor confusión sobre su diagnóstico y tratamiento.
La sífilis es causada por una espiroqueta, el Treponema Pallidum, descubierta en 1905 por Fritz Schaudin y Erick Hoffman y demostrada como agente causal por Hideyo Noguchi en 1913.
Entre los siglos XVI al XX este flagelo permaneció como una temida endemia que afectó a reyes, nobles, artistas y personajes importantes, padeciéndola: Enrique VIII, Francisco I, el Papa Alejandro VI, Cristóbal Colón, Hernán Cortés, Diego de Almagro, María Estuardo, Iván el Terrible, Wolfang Mozart, Ludwig Van Beethoven, Franz Schubert, Niccolo Paganini, Edgar Allan Poe, Abraham Lincoln, Robert Schumann, Edouard Manet, Friederich Nietzche, Paul Gauguin, Oscar Wilde, Vladimir Lenin, Benito Mussolini, Al Capone, Arthur Miller y Howard Hugues, entre muchos otros.
Según datos de la OMS actualmente existen cerca de 12 millones de sifilíticos, 3 de ellos en Latinoamérica y el Caribe. La enfermedad se asocia al SIDA, pandemia con la que indiscutiblemente tiene un paralelismo epidemiológico.
En 1905 el médico alemán, de origen judío, Paul Ehrlich (1854-1915) profesor del Instituto Koch y director del Instituto Serológico Prusiano, ya distinguido en los campos de la investigación hematológica e inmunológica, inició la búsqueda de un tratamiento quimioterapéutico para la sífilis y la malaria en su laboratorio de Fráncfort-am-Main, asistido por su ayudante Sahashiro Hata. Después de quinientos noventa y dos ensayos sobre la sal de arsénico Atoxil (arsenobenzol) consiguió crear el Salvarsán base que constituyó el célebre “606”. El 31 de agosto de 1909 un conejo portador del treponema recibió, con éxito, la primera inyección del producto, permitiendo su aplicación sistemática a 1,400 pacientes sifilíticos con resultados tan sensacionales que el congreso científico de Konigsberg en 1910 decretó la efectividad del quimioterápico, completándose 65,000 tratamientos ese mismo año. El Salvarsán se administraba inicialmente por vía intramuscular, era muy doloroso y con el tiempo se observó que exigía una preparación complicada por el riesgo de muerte al convertirse en una sustancia altamente tóxica si tenía excesivo contacto con el aire. Intentando disminuir sus complicaciones Ehrlich modificó nuevamente el compuesto y creó el “914” o Neosalvarsán que redujo pocas reacciones secundarias pero permitía su uso endovenoso.
El descubrimiento del Salvarsán le valió a Ehrlich el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1908 junto a Elie Metchnikoff. En retrospectiva el mérito mayor de Ehrlich fue demostrar que los agentes infecciosos podían ser tratados y vencidos, convirtiéndose en un precursor de la era de los antibióticos que se iniciaría pocas décadas después con el Prontosil (sulfa) y la Penicilina.
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