La tozudez de Micheletti

Si en principio el régimen de facto de Roberto Micheletti en Honduras, logró que la opinión pública mirara con reservas al derrocado Mel Zelaya, el anuncio de un estado de sitio de 45 días, el cierre de medios de comunicación y el abierto desafío a una comunidad internacional que reclama el retorno al orden constitucional en ese país, ha dejado al grupo golpista sin piso ni techo, sostenido únicamente por los militares que lo impulsaron.

Todo indica que aun cuando desde San José, Costa Rica, se le abrieron las puertas para conciliar una salida que armonizara a los actores del drama, Micheletti y los uniformados han preferido marchar hacia unas elecciones generales, montados en un carro de fuerza que ya suma muertos, heridos y perseguidos, produciendo un ambiente en el que resultaría imposible desarrollar elecciones libres y confiables. Los propios candidatos presidenciales de ese país parecen entenderlo y han comenzado a tomar distancia. Pero ¿en qué se apoya la tozudez de Micheletti? ¿Quién avala esa terquedad que cada vez lo aísla más?

En Honduras se define la institucionalidad regional de América Latina, el consenso que respaldó a la democracia como sistema inapelable y aun cuando Micheletti y los sectores que lo apoyan no parecen comprender esto, el comportamiento internacional y la firmeza del pueblo hondureño han jugado, tal vez sin quererlo, a favor de Zelaya, quien pudo haber cometido excesos pero que fue el presidente elegido en las urnas y como tal debe ser reconocido.