La tragedia del desempleo juvenil
Publicado 2006/11/11 00:00:00
Panamá empezó hace poco un programa de capacitación técnica que, aunque no es la panacea, podría ser la respuesta a muchos males. Somos una nación que se creyó el cuento de la vocación de servicio, y se olvidó de formar carpinteros, electricistas, soldadores, mecánicos. Vivimos de la ilusión del dinero fácil, del comercio como secreto de la buena fortuna sin tener que sudar, del mundo perfecto donde todos somos gerentes. Mucho menos nos preocupamos por el desarrollo de la tecnología, que es pieza fundamental del desarrollo.
Los últimos registros mundiales aseguran que el número de jóvenes desempleados aumentó casi en un 15%. En números reales, 300 millones de muchachos entre los 15 y los 24 años está por debajo de la línea de pobreza de dos dólares diarios.
El director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Juan Somavia, asegura que serán necesarios 400 millones de empleos decentes y productivos, es decir más y mejores trabajos, para aprovechar al máximo el potencial de la juventud actual. El informe de la OIT también dice que uno de cada tres integrantes de la población juvenil mundial de 1, 1 mil millones de personas entre 15 y 24 años está buscando trabajo sin éxito, ha abandonado esa búsqueda por completo o está empleado pero vive con menos de 2 dólares diarios. Significa que el 44% de los desempleados del mundo son jovencitos de menos de 24 años: fatal.
Otro clavo en esta cruz de cifras escalofriante es el hecho de que la población mundial crece al ritmo acelerado 13.2% por década, lo que nos pone en el horizonte una situación mucho más crítica.
Panamá no es la excepción de esta tragedia mundial. La estructura económica actual, en el país y el Orbe, genera un déficit de oportunidades que amenaza con dañar las perspectivas de uno de nuestros principales recursos: los jóvenes. Para colmo, nuestro sistema educativo en lugar de garantías, propicia temor por lo débil y fracasado. Es otra prueba de que Panamá es un país que va de colapso en colapso.
El cacareado plan de desarrollo nacional debe contemplar estrategias para fortalecer este rubro, el de la inserción de jóvenes en el mercado laboral, pues de lo contrario estaremos condenando al país al estancamiento y la falta de la innovación que es característica de la juventud.
Los últimos registros mundiales aseguran que el número de jóvenes desempleados aumentó casi en un 15%. En números reales, 300 millones de muchachos entre los 15 y los 24 años está por debajo de la línea de pobreza de dos dólares diarios.
El director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Juan Somavia, asegura que serán necesarios 400 millones de empleos decentes y productivos, es decir más y mejores trabajos, para aprovechar al máximo el potencial de la juventud actual. El informe de la OIT también dice que uno de cada tres integrantes de la población juvenil mundial de 1, 1 mil millones de personas entre 15 y 24 años está buscando trabajo sin éxito, ha abandonado esa búsqueda por completo o está empleado pero vive con menos de 2 dólares diarios. Significa que el 44% de los desempleados del mundo son jovencitos de menos de 24 años: fatal.
Otro clavo en esta cruz de cifras escalofriante es el hecho de que la población mundial crece al ritmo acelerado 13.2% por década, lo que nos pone en el horizonte una situación mucho más crítica.
Panamá no es la excepción de esta tragedia mundial. La estructura económica actual, en el país y el Orbe, genera un déficit de oportunidades que amenaza con dañar las perspectivas de uno de nuestros principales recursos: los jóvenes. Para colmo, nuestro sistema educativo en lugar de garantías, propicia temor por lo débil y fracasado. Es otra prueba de que Panamá es un país que va de colapso en colapso.
El cacareado plan de desarrollo nacional debe contemplar estrategias para fortalecer este rubro, el de la inserción de jóvenes en el mercado laboral, pues de lo contrario estaremos condenando al país al estancamiento y la falta de la innovación que es característica de la juventud.
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