La violencia no respeta ni a la Curia

En la madrugada del 10 de noviembre fue asesinado el guardia de seguridad Alexis Rodríguez, por delincuentes que le robaron su arma de reglamento, mientras custodiaba la sede de la Curia Metropolitana en el barrio de Carrasquilla. La espiral de violencia que vive el país ya no respeta ni a los templos religiosos, que tradicionalmente han brindado refugio a los más humildes, cuando aún no existían sistemas de seguridad social estatal.

El crimen del joven Alexis no es una muerte más. Se trata de una persona que por varios años cuidó de la propiedad de la Iglesia Católica con suma responsabilidad. Como tal, todos los que le conocimos y tratamos somos testigos del trato afable y caballerosidad de su personalidad. En cierta ocasión conversaba con él, y me comentaba que en Nochebuena, una persona del barrio de Carrasquilla le ofreció un suculento plato de comida, el cuál aceptó y agradeció el gesto; pero que él no se atrevía a comérselo porque tenía la desconfianza que pudiera tener algo que lo durmiera, y se aprovecharán para robarle el arma. Ahora, en esa oportunidad, la fatalidad no le permitió tomar precauciones, y sus homicidas le arrebatan la vida a este humilde trabajador, padre de familia y panameño decente, para robarle un arma con el cual cometerán más delitos.

Estoy seguro que toda la comunidad que asiste a la Parroquia de Lourdes lamenta profundamente la muerte de Alexis, pero, a la vez, esperamos que la justicia pueda llegar hasta los que cometieron este asesinato. Alexis no era sólo un guardia de seguridad, era un hijo de Dios, al igual que muchos otros seres inocentes que mueren diariamente debido a la ola de violencia que azota el país, y donde el gobierno y sus autoridades no tienen control sobre la misma.

Es hora de que las autoridades, en conjunto con la sociedad civil, afronte el problema de la inseguridad y la violencia en forma contundente, a fin de frenar tanta delincuencia que trae luto y dolor a la familia panameña.