Las caricaturas y los límites de la libertad
Publicado 2006/02/09 00:00:00
Hasta el liberal más comprometido sabe que el abuso de la libertad no lleva a la felicidad, sino a la tragedia. El libertinaje es la antesala de la anarquía y ésta lo es del caos. En el caos, lo primero que se pierde es la libertad, ya que impera la Ley de la Selva. Benito Juárez dijo "El respeto al derecho ajeno, es la paz", y es conocido el adagio "Tu libertad termina cuando empieza la del otro".
La libertad tiene muchos apellidos que describen cada una de sus facetas. Para un periodista la más preciada de todas es la "Libertad de Expresión"; por ésta han corrido chorros de tinta y ríos de sangre, pero hasta el periodista más independiente sabe que, como dijo una famosa sentencia de la Corte Suprema de Estados Unidos, la libertad de expresión no implica que uno tenga derecho a gritar "fuego" en una sala atestada cuando no hay tal incendio. Lo que se quiere decir con esto es que si la libertad de gritar "fuego" pone en peligro un bien superior, como es la vida y la integridad físicas de las personas que podrían perecer o lastimarse en un tumulto en pánico, no se debe ejercer.
Todos los días tenemos que decidir qué publicamos. Tomamos nuestras decisiones con base en criterios de relevancia, interés y el bien común. Hay casos, como en los secuestros, en donde peligra la vida de la víctima, que por petición de los familiares y las autoridades, nos inhibimos de publicar la información hasta que haya un desenlace. Así mismo hacemos con respecto a opiniones o informaciones que son atentatorias contra los valores fundamentales de nuestra civilización y cuya difusión no sólo puede causar malestar entre personas y grupos, sino que pueden llevar a la violencia y la muerte.
La publicación en varios diarios occidentales de caricaturas irrespetuosas del Profeta Mahoma o aquellas que aparecen en diarios musulmanes y neonazis denigrando al pueblo judío, no pueden justificarse sobre los principios de la libertad de expresión. Este diario no puede justificar lo injustificable por una mal entendida solidaridad de grupo.
La libertad tiene muchos apellidos que describen cada una de sus facetas. Para un periodista la más preciada de todas es la "Libertad de Expresión"; por ésta han corrido chorros de tinta y ríos de sangre, pero hasta el periodista más independiente sabe que, como dijo una famosa sentencia de la Corte Suprema de Estados Unidos, la libertad de expresión no implica que uno tenga derecho a gritar "fuego" en una sala atestada cuando no hay tal incendio. Lo que se quiere decir con esto es que si la libertad de gritar "fuego" pone en peligro un bien superior, como es la vida y la integridad físicas de las personas que podrían perecer o lastimarse en un tumulto en pánico, no se debe ejercer.
Todos los días tenemos que decidir qué publicamos. Tomamos nuestras decisiones con base en criterios de relevancia, interés y el bien común. Hay casos, como en los secuestros, en donde peligra la vida de la víctima, que por petición de los familiares y las autoridades, nos inhibimos de publicar la información hasta que haya un desenlace. Así mismo hacemos con respecto a opiniones o informaciones que son atentatorias contra los valores fundamentales de nuestra civilización y cuya difusión no sólo puede causar malestar entre personas y grupos, sino que pueden llevar a la violencia y la muerte.
La publicación en varios diarios occidentales de caricaturas irrespetuosas del Profeta Mahoma o aquellas que aparecen en diarios musulmanes y neonazis denigrando al pueblo judío, no pueden justificarse sobre los principios de la libertad de expresión. Este diario no puede justificar lo injustificable por una mal entendida solidaridad de grupo.
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