Las tremebundas lecciones de Francia y los peligros de una educación deficiente

LAS NOTICIAS QUE trae el Canal 5 de la televisión francesa en Cable Onda (aún no eliminado de su servicio como lo fue el canal europeo Eurochannel como para que ni la ocasión de ver buen cine nos quede), desde hace varias semanas, han estado trayéndonos diariamente imágenes espeluznantes de barrios enteros devastados por la violencia de jóvenes que queman vehículos, asaltan tiendas, incendian edificios y chocan violentamente con las fuerzas del orden.
Las más altas autoridades francesas han reaccionado lentamente, pero finalmente recurrieron al toque de queda y otras medidas muy criticadas por los partidos de izquierda y por algunas organizaciones de derechos humanos.
Todo estalló cuando dos jóvenes de raza negra que la policía perseguía murieron electrocutados tratando de escapar por un lugar con cables de alta tensión. Como si la electricidad esa hubiera caído sobre un detonante de rebelión juvenil, inmediatamente comenzó la protesta beligerante y violenta de verdaderas masas incontrolables en un barrio de las afueras de París. Acto seguido se fue extendiendo a otras ciudades. La lenta reacción de las autoridades se explica ante todo por el hecho de que no se podían explicar lo que estaba pasando, ni por qué ni cómo frenar la violencia, pero ahora no hay francés que no esté rumiando lo ocurrido, con preocupación y con indignación, sin que importe la ideología que haya abrazado.
Poco a poco, el asunto comenzó a enfocarse en la educación deficiente de los jóvenes pobres tanto de minorías étnicas como franceses de pura cepa, que explica el hecho de que, en su enorme mayoría, no encuentren acomodo en la sociedad ni mucho menos trabajo decente remunerado.
Las escenas de lugares que conocí en mi juventud y que se me aparecían en llamas, con hombres huyendo y hombres persiguiéndolos, bombas molotov caseras y armas de control de multitudes disparando indiscriminadamente, me hicieron recordar que, hace unos años, una amiga me envió un manifiesto de los maestros franceses que denunciaban al gobierno de Francia por llevar más de 30 años introduciendo reformas en la educación, diseñadas e implantadas con el fin de evitar que los niños franceses aprendieran francés.
He escrito mucho sobre la relación que existe entre el desarrollo de la facultad del lenguaje y la evolución de todas las facultades mentales elevadas, entre ellas la capacidad de razonar y la capacidad de comprender lo que es un orden social y aceptarlo. El joven que llega a la mayoría de edad sin saber hablar ni escribir medianamente bien está condenado a no poder razonar, a vivir como cualquier ser irracional del mundo animal, impulsado únicamente por la necesidad de escoger entre lo que da placer y lo que no, lo que causa dolor y lo que no, lo que satisface un instinto natural y lo que no.
Tal vez pensando en ese nuevo hombre primitivo que están generando las sociedades que se han unido al programa de imbecilización de la humanidad, recordé una frase atribuida al padre de la fenomenología, Edmund Husserl, que hace 15 años encontré en la primera página de un discontinuado periódico gratuito que el viento, premonitoriamente, empujó un día hasta mis pies: "Cuando a la miseria se une la ignorancia, la sociedad genera monstruos".
En Panamá, donde la educación pareciera haber superado a los franceses en cuanto a evitar que los niños y los jóvenes aprendan español, sin ninguna discriminación porque en el cucurucho de la imbecilización entran pobres y ricos y los que están en el medio, las autoridades se preocupan sólo de las bandas juveniles, de las manifestaciones de delincuencia, del aumento de madres adolescentes y de la proliferación de enfermedades venéreas entre jóvenes. Nadie se pone a pensar que eso tiene que ver con el hecho de que los niños salen de la escuela primaria sin saber escribir y sin poder entender bien lo que leen, que en la secundaria se repite el resultado y que, en los casos en que llegan a graduarse en una universidad, tal vez uno de cada diez llega a poder expresarse verbalmente y por escrito en forma comprensible, aunque no muy gramatical.
En esos niños y en esos jóvenes, sin que importe el sexo, no se dará el salto del homo erectus al homo sapiens, o por lo menos no llegará hasta el punto de poder raciocinar, analizar, juzgar, recordar ideas abstractas, utilizar la lógica y, con alguna intervención del Espíritu Santo, llegar a pensar. El salto al homo faber podrán darlo pero imperfectamente porque, como ya ha demostrado la neurofisiología, el desarrollo de la destreza manual está vinculado al desarrollo de la facultad del lenguaje, y se influyen recíprocamente.
Pues bien, la Ciudad Luz, el país de la cultura, el de la lengua que se considera lógica por excelencia, nos está enseñando ahora mismo lo que pasa cuando se niega a niños y jóvenes la verdadera educación que tiene que comenzar con la adquisición plena de la propia lengua. Negársela no sólo empuja a la delincuencia y a la promiscuidad. También puede generar verdaderas reacciones de rebelión contra las autoridades, y dentro del endeble parecido que tiene Panamá con una democracia, un levantamiento contra todo y contra todos. "A sobering thought".
En Salsipuedes se puede observar mucha actividad todo el día, incluyendo los fines de semana.
El área se ha convertido en un lugar de referencia para los padres de familia que buscan todo el conjunto que necesitan sus hijos para hacer sus presentaciones en grupos folclóricos, tanto en niveles de escuela primaria como secundaria.
Los tembleques de colores son utilizados con la Pollera Montuna y la pollera blanca. Para su realización se utilizan materiales como canutillos, chaquirones, chaquiras, cintas y telas como la horganza, seda o satín. También se realizan con escamas de pescado teñidas de diversos colores.