"Los racatacas"
Publicado 2006/12/15 00:00:00
- Silvio Guerra Morales
Es una palabra que lastima a la dignidad propia del ser humano en cuyo defecto es empleada.
SE HA ACUÑADO, entre nosotros, una palabra cuyo origen -o tal vez autoría- nos es desconocido. La palabra es "racataca" (que bien podría escribirse "rakataka") y con la cual, al proferirse, se pretende inyectar un deje despectivo hacia la persona de "mal hablar", "de malos usos y modales", "de impropias formas de conducta", "de gestos y ademanes no cónsonos con los cánones de la cultura y de la educación", "dícese, igualmente, de quien proviene de ciertos sectores poblacional de Panamá, caracterizados por la pobreza, la incultura, el empleo de frases y expresiones del hombre inculto o de la mujer poco recatada", "se trata de la persona inculta, vulgar, obscena", "que causa impresión negativa a los sentidos", "hombre o mujer mediocre", "chorrillero, arrabalero, pendenciero (a)", etc.
Creo, particularmente, que muchos otros podrían ser los significados dirigidos a infundir rechazo u ofensa a través de esa palabra. No es de mi agrado este vocablo que no registra el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, ni creo que lo haga, dado que es un modismo del habla que ha surgido, de manera costumbrista, en nuestro medio y que tal vez podría llegar a constituirse en un panameñismo. No estoy de acuerdo con su empleo. Me parece injusto, del mismo modo, que la palabra "racataca" se sinonimie con la de "chorrillero", de ese popular barrio han salido y seguirán saliendo hombres y mujeres que mucho han aportado y aportarán a la Patria. No hay duda que El Chorrillo es un bastión importante en nuestra historia nacional.
Es que ninguna palabra, denigrante u ofensiva, debe salir de la boca nuestra hacia semejante alguno. No hay por qué lastimar con el uso de palabras impropias a ninguna persona. El respeto a su dignidad y estima es algo que se nos impone en virtud de los cánones y preceptos de la solidaridad humana. Obsérvese que esas personas de las cuales se predica la palabra "racataca" -generalmente muchachos y muchachas que se asoman a la edad propia de la mocedad- tienen en su contra no haber tenido oportunidades en la vida o simplemente que habiéndolas tenido no han sabido aprovecharlas.
Las víctimas de la pobreza están alienadas a su propia marginación social, moral, espiritual y no son culpables de los modismos, sea en formas de la comunicación o del lenguaje, que suman a sus maneras propias de hablar, actuar, dirigirse hacia los demás, etc. Me llama la atención un hecho especial. He podido advertir cómo nuestros muchachos y muchachas, desde muy temprana edad, empiezan a hacer uso de un lenguaje plagado de obscenidades como si las palabras vulgares formaran parte de nuestra habla hispana. Es frecuente oírlos en los cines, en los centros de congregación social, en las calles, en las plazas, en los barrios -sin distinguir entre ricos ni pobres-; en las escuelas -sin distinción de públicas o privadas-, haciendo gala de un español procaz, vulgar, indecente, obsceno. También me ha llamado la atención que entre algunos profesionales, cuando se reúnen por cualquier motivo -en el nivel vulgar o coloquial de la comunicación verbal- suelen hacer "gala" de un verbo igualmente plagado, saturado de palabras y expresiones obscenas. Las profieren como palabras del uso diario, "de lo más normal", simple y sencillamente, las han integrado o asimilado a las formas propias del habla. Así, por ejemplo, con qué facilidad tratan a otros semejantes con palabras como "aguevao" (o aguhevao), "pendejo", por citar, a mi juicio, las menos vulgares u obscenas. Algunos abogados, médicos, ingenieros, maestros, profesores, en fin, hacen uso de este tipo de palabras y expresiones y al parecer no se percatan de la inmensa denigración que los afecta cuando el interlocutor de ellos es una persona distinta, es decir, de buen hablar, de bien decir, de actuar correctamente como lo imponen y exigen las buenas costumbres y formas correctas de las relaciones humanas.
Mala impresión me produce quien a mí se dirige en tales términos e inmediatamente le exijo sea comedido en su hablar. Algunos, victimizados por la pena, terminan diciendo "disculpa". Es que si hay una cosa que está afectando las relaciones entre los panameños es que hay personas que ni siquiera te conocen y creen encontrar en esta absurda e indecente forma de hablar el mecanismo o puente para establecer relaciones con otras personas. Qué equivocados están: generan distanciamiento, mala opinión ante los demás, y las huellas de un negativo concepto respecto de esa persona son imborrables. Estos son, si se me permite la licencia para el uso de la palabra que analizo, los auténticos "racatacas" del país. Mediocres, estultos, mojigatos, opacados por la falta del brillo que da la instrucción y la asimilación de buenos modales o de las reglas propias de la urbanidad. Los "racatacas" no se encuentran en nuestros barrios pobres o en los poblados de El Chorrillo, Santa Ana, Torrijos Carter, San Miguelito, etc., como algunos pretenden, sino en los llamados "yeyesitos" o "yeyesones" que creen que al emplear el verbo obsceno se engrandecen ante sus semejantes y ellos son "más que los demás".
No puedo dejar por fuera, en este peculiar escrito, a los "racatacas" de la política criolla. Ellos, que deben brindar el ejemplo en todo, connotan un discurso de verdadera "racataquería", si es que alguna conjugación tiene la palabra "racataca".
stekrakri@hotmail.com
Utilice distintas vías de acceso a su casa, ya sea a pie o en vehículo.
Las autoridades piden también que se tenga cuidado con el lugar en que se estaciona.
Es fundamental comprar sólo lo necesario.
Creo, particularmente, que muchos otros podrían ser los significados dirigidos a infundir rechazo u ofensa a través de esa palabra. No es de mi agrado este vocablo que no registra el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, ni creo que lo haga, dado que es un modismo del habla que ha surgido, de manera costumbrista, en nuestro medio y que tal vez podría llegar a constituirse en un panameñismo. No estoy de acuerdo con su empleo. Me parece injusto, del mismo modo, que la palabra "racataca" se sinonimie con la de "chorrillero", de ese popular barrio han salido y seguirán saliendo hombres y mujeres que mucho han aportado y aportarán a la Patria. No hay duda que El Chorrillo es un bastión importante en nuestra historia nacional.
Es que ninguna palabra, denigrante u ofensiva, debe salir de la boca nuestra hacia semejante alguno. No hay por qué lastimar con el uso de palabras impropias a ninguna persona. El respeto a su dignidad y estima es algo que se nos impone en virtud de los cánones y preceptos de la solidaridad humana. Obsérvese que esas personas de las cuales se predica la palabra "racataca" -generalmente muchachos y muchachas que se asoman a la edad propia de la mocedad- tienen en su contra no haber tenido oportunidades en la vida o simplemente que habiéndolas tenido no han sabido aprovecharlas.
Las víctimas de la pobreza están alienadas a su propia marginación social, moral, espiritual y no son culpables de los modismos, sea en formas de la comunicación o del lenguaje, que suman a sus maneras propias de hablar, actuar, dirigirse hacia los demás, etc. Me llama la atención un hecho especial. He podido advertir cómo nuestros muchachos y muchachas, desde muy temprana edad, empiezan a hacer uso de un lenguaje plagado de obscenidades como si las palabras vulgares formaran parte de nuestra habla hispana. Es frecuente oírlos en los cines, en los centros de congregación social, en las calles, en las plazas, en los barrios -sin distinguir entre ricos ni pobres-; en las escuelas -sin distinción de públicas o privadas-, haciendo gala de un español procaz, vulgar, indecente, obsceno. También me ha llamado la atención que entre algunos profesionales, cuando se reúnen por cualquier motivo -en el nivel vulgar o coloquial de la comunicación verbal- suelen hacer "gala" de un verbo igualmente plagado, saturado de palabras y expresiones obscenas. Las profieren como palabras del uso diario, "de lo más normal", simple y sencillamente, las han integrado o asimilado a las formas propias del habla. Así, por ejemplo, con qué facilidad tratan a otros semejantes con palabras como "aguevao" (o aguhevao), "pendejo", por citar, a mi juicio, las menos vulgares u obscenas. Algunos abogados, médicos, ingenieros, maestros, profesores, en fin, hacen uso de este tipo de palabras y expresiones y al parecer no se percatan de la inmensa denigración que los afecta cuando el interlocutor de ellos es una persona distinta, es decir, de buen hablar, de bien decir, de actuar correctamente como lo imponen y exigen las buenas costumbres y formas correctas de las relaciones humanas.
Mala impresión me produce quien a mí se dirige en tales términos e inmediatamente le exijo sea comedido en su hablar. Algunos, victimizados por la pena, terminan diciendo "disculpa". Es que si hay una cosa que está afectando las relaciones entre los panameños es que hay personas que ni siquiera te conocen y creen encontrar en esta absurda e indecente forma de hablar el mecanismo o puente para establecer relaciones con otras personas. Qué equivocados están: generan distanciamiento, mala opinión ante los demás, y las huellas de un negativo concepto respecto de esa persona son imborrables. Estos son, si se me permite la licencia para el uso de la palabra que analizo, los auténticos "racatacas" del país. Mediocres, estultos, mojigatos, opacados por la falta del brillo que da la instrucción y la asimilación de buenos modales o de las reglas propias de la urbanidad. Los "racatacas" no se encuentran en nuestros barrios pobres o en los poblados de El Chorrillo, Santa Ana, Torrijos Carter, San Miguelito, etc., como algunos pretenden, sino en los llamados "yeyesitos" o "yeyesones" que creen que al emplear el verbo obsceno se engrandecen ante sus semejantes y ellos son "más que los demás".
No puedo dejar por fuera, en este peculiar escrito, a los "racatacas" de la política criolla. Ellos, que deben brindar el ejemplo en todo, connotan un discurso de verdadera "racataquería", si es que alguna conjugación tiene la palabra "racataca".
stekrakri@hotmail.com
Utilice distintas vías de acceso a su casa, ya sea a pie o en vehículo.
Las autoridades piden también que se tenga cuidado con el lugar en que se estaciona.
Es fundamental comprar sólo lo necesario.
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