Opinión
Mala gente o realidad en política
- Silvio Guerra Morales
- /
- /
Los resortes del poder habrán de ser muy atractivos y seductores. Si existen tantas personas que se alistan, en afanosa carrera por el poder político, sin exclusión de ninguna clase social, abolengo, procedencia religiosa, etc., insisto, habrá de ser que gobernar o estar al lado del poder o de quienes gobiernan debe brindar muy buenos réditos o posibilitar cosas muy buenas.
En lo primero que se piensa es que quienes están en el poder político, ejerciéndolo, o quienes se ponen al lado de ese poder, los amigos del poder, es porque reciben favores, prebendas, beneficios económicos y con ello amasan fortunas asombrosas. Trafican relaciones de poder, mueven el engranaje gubernamental, exigen que los resultados de licitaciones, concesiones, etc., sean en provecho de ellos o de sus afines. Pero, por otra parte, quienes gobiernan o dirigen el aparato estatal se ven, casi siempre, compelidos a conceder o acceder a lo solicitado. Ello como consecuencia de las alianzas de poder, de los acuerdos políticos, entendimientos, etc. Se ven atrapados, suena interesante, el propio poder por otros poderes: económicos o empresariales, sociales, religiosos, sindicales, en fin.
En algunas naciones ha acontecido que el poder político se ha visto capturado, prisionero, de redes macro criminales que ejercen su actividad delictiva bajo el auspicio o bajo el paraguas del poder. Ello al final de cuentas termina con la caída de esos gobernantes.
Y no podemos dejar por fuera a los donantes. ¿Quién dona una fuerte cantidad de dinero y cuando su patente llega al poder no piensa en solicitar algo a cambio? Quiere lo que donó y mucho más. El erario púbico se convierte en una especie de teta con leche exquisita, de primera, grado "A".
¿Qué queremos indicar con lo anterior? ¿Qué es imposible que no haya corrupción en el poder político o que es imposible desarraigarla? Que un presidente puede tener la mejor buena voluntad de querer hacer las cosas bien, pero que termina casi siempre cooptado, atrapado, por los que viven de las mieses del poder. Se piensa en presidentes o presidentas de carácter, de autoridad, de temple real, que dirijan las cosas pensando en el mejor bien posible para las grandes mayorías nacionales.
En Costa Rica, a nivel popular, una expresidenta de ese país tuvo una crisis de credibilidad —circa el 20% de credibilidad popular— y, me impresionaba, que también a nivel popular no sean pocos los parroquianos que exigen un presidente para ese y este país tipo Bukele. Y digo que aún me impresiona, dado que en Panamá muchas son las voces que detractan a casi todos los exmandatarios y con justas razones.
No obstante de lo anterior, es importante que los panameños y las panameñas conozcamos qué es lo que realmente conviene al país. ¿Convienen las mentiras o convienen las promesas que no se cumplen? A mi juicio convienen las promesas que se cumplen. Faltan, sin embargo, cosas indispensables que están aún pendientes: salud, educación, justicia, transporte, trabajo, educación, agua, servicios públicos óptimos, en fin.
Ahora se acude al argumento del resquebrajamiento de la institucionalidad por parte del gobierno. Este fue el discurso inicial. Que hay que rehacer o reconstruir la Patria. Volver a hacer Estado. No creo que por ahí vaya la cosa, aunque no dejo de considerar que ello es indispensable. No obstante, pienso que faltan argumentos más contundentes: A mi juicio se requiere decirle al pueblo qué es lo que le darás y que no le haya sido dado. Qué no le quitarás. Al final de cuentas, los pueblos se debaten, cosa que nunca ha cambiado en tiempos electorales o de ejercer gobierno , en ofertas o propuestas concretas y reales . No hablen del resquebrajamiento de la institucionalidad del país, eso el pueblo no lo entiende, hablen de cómo fortalecerla. El tema de las reformas a la ley del Seguro Social a través del Proyecto 163 da muestras de que no se está consultando la voluntad popular. Eso es muy delicado y peligroso.
Que viva el debate. Que prosiga el debate. Que quede siempre abierto el debate. Un debate que debe caracterizarse por la objetividad, la seriedad y libre de apasionamientos. Un debate frente a realidades y no sujeto al argumento de la inquina o de la perversión. De la crítica por la mera crítica. Se trata de aportar. De sugerir. No obstante, si aportando y sugiriendo, se nos dice que somos necios o politiqueros, entonces vamos mal. Mal consejo será siempre aquel que sugiere que conviene sentarse sobre el pueblo. Muy malo. Cuando eso sucede el pueblo, la gente, la población, en un solo haz de voluntades, suele convertirse en bayonetas.
El gobierno actual apenas empieza. Falta mucho por recorrer. Deseamos lo mejor. Con humildad y comprendiendo al pueblo, de seguro, se gobernará mejor. Lo cierto de todo es que en estas propuestas de reformas, de fondo, subyace la privatización del seguro. De sus dineros. ¡Dios bendiga a la Patria!
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.