México: quiebra de empresas privatizadas
Publicado 1999/06/17 23:00:00
- Luis Pazos
En México se privatizaron cientos de empresas.
Algunas que antes se mantenían con los subsidios que recibían del gobierno, hoy más bien pagan impuestos. Sin embargo, se cuestionan los quebrantos de los bancos privatizados, de las carreteras construidas por empresarios y de la empresa siderúrgica más importante de México, que en manos de particulares se encuentra en suspensión de pagos.
A principios de la década de los años 90 fueron privatizados 18 grupos bancarios, de los cuales 14 ya no están en manos de los compradores originales, quienes perdieron todo el capital invertido. Los críticos de la privatización señalan que los bancos se vendieron a quien pagara más, sin importar la honestidad de los compradores. Aunque hubo algunos "nuevos" banqueros poco éticos, la mayoría tuvo problemas debido al drástico cambio de escenario económico a partir de 1995.
Los particulares que invirtieron en la banca estatizada sabían que se encontraba en malas condiciones, después de 10 años en manos de la burocracia, pero las expectativas de crecimientos mayores al 6% hasta finales de siglo, de baja inflación, intereses de un dígito y un tratado de libre comercio con Estados Unidos, crearon un panorama sumamente optimista, bajo el cual los bancos saldrían adelante a pesar de la deplorable situación en que fueron adquiridos.
Las drásticas devaluaciones, la multiplicación de los intereses, la caída del PIB y aproximadamente con un 40% de los deudores sin pagar, cambió radicalmente el panorama para los bancos a partir de 1995. Lo mismo sucedió con las empresas que construyeron carreteras basándose en créditos. El error fundamental no fue el sistema de concesiones, sino el cambio radical del entorno económico, que invalidó todos los presupuestos de ingresos, poder adquisitivo, crecimiento y tráfico con que se calcularon esas autopistas.
En el caso de Altos Hornos (AHMSA) sucedió algo parecido, aunado a una caída de casi 30% del precio internacional del acero y a fallas administrativas. Sin embargo, la actual deuda de AHMSA, de 1800 millones de dólares, no afecta directamente a las finanzas públicas. Cuando las siderúrgicas eran del gobierno, los contribuyentes perdieron cerca de 9.000 millones de dólares en esa industria estatal, pero casi nadie supo de ese quebranto.
Las privatizaciones no son una panacea y menos cuando no van acompañadas de un ambiente de competencia y cuando las políticas equivocadas de los gobernantes cambian radicalmente el panorama económico de la noche a la mañana; sin embargo, representan una mejor alternativa a mantenerlas en poder del Estado, produciendo cuantiosas pérdidas cargadas subrepticiamente a los ciudadanos por la vía de los subsidios, la inflación y el endeudamiento público.
( Director del Centro de Investigaciones sobre la Libre Empresa).
Algunas que antes se mantenían con los subsidios que recibían del gobierno, hoy más bien pagan impuestos. Sin embargo, se cuestionan los quebrantos de los bancos privatizados, de las carreteras construidas por empresarios y de la empresa siderúrgica más importante de México, que en manos de particulares se encuentra en suspensión de pagos.
A principios de la década de los años 90 fueron privatizados 18 grupos bancarios, de los cuales 14 ya no están en manos de los compradores originales, quienes perdieron todo el capital invertido. Los críticos de la privatización señalan que los bancos se vendieron a quien pagara más, sin importar la honestidad de los compradores. Aunque hubo algunos "nuevos" banqueros poco éticos, la mayoría tuvo problemas debido al drástico cambio de escenario económico a partir de 1995.
Los particulares que invirtieron en la banca estatizada sabían que se encontraba en malas condiciones, después de 10 años en manos de la burocracia, pero las expectativas de crecimientos mayores al 6% hasta finales de siglo, de baja inflación, intereses de un dígito y un tratado de libre comercio con Estados Unidos, crearon un panorama sumamente optimista, bajo el cual los bancos saldrían adelante a pesar de la deplorable situación en que fueron adquiridos.
Las drásticas devaluaciones, la multiplicación de los intereses, la caída del PIB y aproximadamente con un 40% de los deudores sin pagar, cambió radicalmente el panorama para los bancos a partir de 1995. Lo mismo sucedió con las empresas que construyeron carreteras basándose en créditos. El error fundamental no fue el sistema de concesiones, sino el cambio radical del entorno económico, que invalidó todos los presupuestos de ingresos, poder adquisitivo, crecimiento y tráfico con que se calcularon esas autopistas.
En el caso de Altos Hornos (AHMSA) sucedió algo parecido, aunado a una caída de casi 30% del precio internacional del acero y a fallas administrativas. Sin embargo, la actual deuda de AHMSA, de 1800 millones de dólares, no afecta directamente a las finanzas públicas. Cuando las siderúrgicas eran del gobierno, los contribuyentes perdieron cerca de 9.000 millones de dólares en esa industria estatal, pero casi nadie supo de ese quebranto.
Las privatizaciones no son una panacea y menos cuando no van acompañadas de un ambiente de competencia y cuando las políticas equivocadas de los gobernantes cambian radicalmente el panorama económico de la noche a la mañana; sin embargo, representan una mejor alternativa a mantenerlas en poder del Estado, produciendo cuantiosas pérdidas cargadas subrepticiamente a los ciudadanos por la vía de los subsidios, la inflación y el endeudamiento público.
( Director del Centro de Investigaciones sobre la Libre Empresa).
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.