Aportes al feminismo
‘No se nace mujer, se llega a serlo’
Cuando las mujeres logremos reconducir las limitaciones y la discriminación, y dejamos de ser utilizadas por el hombre en temas electorales, por ejemplo, para cumplir a cabalidad
Cuando las mujeres logremos reconducir las limitaciones y la discriminación, y dejamos de ser utilizadas por el hombre en temas electorales, por ejemplo, para cumplir a cabalidad nuestros derechos, solo así las mujeres estaremos conscientes de que hemos avanzado.
Simone de Beauvoir (1908-1986), y aunque no me identifico en su totalidad con esta escritora, sienta el referente en la defensa de las mujeres, encarnó el coraje y la valentía al ser capaz de enfrentarse a una sociedad parisina conservadora y conformista de principios de siglo, pero sobre todo, luchadora infatigable de los oprimidos, desafió el ámbito discriminatorio hacia las mujeres; recordemos su obra cumbre , (1949). Símbolo fundamental del feminismo, su tenacidad en defensa de los derechos humanos, Beauvoir, la catedrática, filósofa, política, escritora clara, muestra de superación de las mujeres para avanzar y combatir las desigualdades, porque en pleno siglo XXI no se ha logrado que los derechos de este género se cumplan a cabalidad.
El Segundo SexoDurante la Segunda Guerra Mundial y la ocupación alemana de París, vivió en la ciudad tomada, escribiendo su primera novela, (1943), en la que explora las disyuntivas existencialistas de la libertad, la acción y la responsabilidad individual, argumentos que aborda igualmente en obras de un valor paradigmático como (1944) y (1954), novela por la que recibió el Premio Goncourt y que se considera la más importante de todos sus trabajos literarios.
La invitadaLa sangre de los otrosLos mandarinesSimone de Beauvoir, paradójicamente de formación cristiana, eligió a lo largo de su vida el ateísmo, instituye que lo que determina al ser humano es la existencia misma y que las selecciones que cada individuo haga a lo largo de su vida son de su entera responsabilidad.
No obstante, la libertad es el genuino sentido del núcleo de la vida es el punto de partida del pensamiento beauvoiriano. Vivió en concubinato con el filósofo Jean Paul Sartre por más de 51 años, y para zanjar su situación, no quiso nunca tener hijos. Esto era y es una herejía, un absurdo, un escándalo, algo insostenible para una gran parte de la sociedad que concibe que lo “propio de toda mujer” y lo que la define es el ser “esposa y madre”.
No puedo en estas líneas sino admirar el coraje y arrojo de esta mujer controversial, que se granjeó el rechazo de gran parte de la clase social a la que pertenecía por querer vivir en coherencia con ella misma y respetar el que debe ser nuestro único y principal compromiso: el de ser nosotras mismas.
Ahora bien, es un derecho tener la libertad de escoger lo que deseamos hacer o ser, no para conformarnos con la voluntad de los otros, sean estos nuestros padres, esposos o amigos, sino para vivir en armonía con nuestra conciencia.
La mayoría de las veces, en nuestro accionar cotidiano, adoptamos actitudes o comportamientos contrarios a nuestros deseos profundos o al verdadero yo, por miedo a ser rechazadas o criticadas. Por eso la justeza de su frase “no se nace mujer, se llega a serlo”, la imagen social con respecto a las mujeres es el resultado de la connotación construida de un sistema cultural y social y no exclusivamente de la posición biológica de las féminas.
Simone de Beauvoir, comprometida consigo misma y con el mundo, nos expone que la mujer puede asumir otra opción que es la de valer por ella misma, no por el rol social que ocupa al lado de un hombre o por el acto de procrear, sino por el solo hecho de existir y de ser mujer.
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