Noriega, la invasión y la hipocresía social panameña
El regreso del Gral. Manuel Antonio Noriega ha despertado todo un morbo y sentimientos encontrados, pero todo debidamente manipulado por la propaganda para ocultar los intereses de quienes detentan el poder político y económico.
Noriega fue condenado en los EE.UU., siendo éste prisionero de guerra según los convenios de Ginebra, lo que denota el juicio político que fue sujeto en el contexto de una agresión militar, violatoria del derecho internacional público y condenado por la asamblea general de la ONU. Y sí, cierto, de narcotraficante, igual que Ronald Reagan, Oliver North, Bill Casey, John Poindexter, que traficaron cocaína y armas a Irán para financiar a la contra nicaragüense y derrocar el gobierno popular sandinista con la ayuda del cartel de Medellín, lo que explica por qué narcotraficantes presos en los EE.UU., como Carlos Ledher, se prestaron a declarar contra Noriega, a cambio de reducción de la condena.
Esa misma política de desestabilización económica , según los documentos de Santa Fe II y III, se aplicaron contra Panamá: suspensión de la anualidad que EE.UU. debía pagar a Panamá por el Canal, apoyo a la ADO opositora con 10 millones de dólares, guerra psicológica con los operativos militares como provocación cuyo fin era: Crear las condiciones para la intervención militar, y no era para sacar a Noriega como quedó demostrado, sino acabar con las FFDD, para así, incumplir los tratados Torrijos-Carter y devolverle el control político del Estado a la oligarquía tradicional, desplazada en el golpe militar de 1968 y aplicar el capitalismo neoliberal. Cuatro años después de la invasión, el Washington Post decía: “El departamento de Estado reconoce que, aparte del propio Estados Unidos, la nuevamente democrática Panamá es el centro más activo de lavado de dinero cocainero del hemisferio”.
Siguen todavía con la propaganda maniquea de la muerte de Hugo Spadafora como símbolo político del inicio de la crisis, muchos de esos procesos judiciales fueron amañados por parte del gobierno oligarca de Guillermo Endara como revanchismo político contra los miembros del régimen militar. Pero así como el horrendo crimen contra Hugo Spadafora, también se deben recordar los cuerpos de humildes panameños de El Chorrillo desmembrados y aplastados por los tanques yanquis, tirados en las calles con tiros de gracia, y arrojados en fosas comunes como perros, mientras de la forma más vil Endara, Arias Calderón y Billy Ford juramentaban en una base norteamericana y ningún gobierno plutocrático post-invasión ha hecho justicia, pedido indemnización a Washington por el genocidio y declarado el 20 de diciembre como día de duelo nacional.
George Bush, debe ser juzgado por crímenes de lesa humanidad, y la oligarquía criolla quedará en el basurero de la historia por pedir y avalar la intervención militar norteamericana contra nuestra gente como lo pidió Amador Guerrero, Rodolfo Chiari en 1925 y Endara el 5 de diciembre de 1990. Siguen siendo la vergüenza, la afrenta y la propaganda hipócrita social, contrario a las aspiraciones de justicia, equidad y paz del pueblo panameño.
Politólogo.

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