Oda a mi padre ausente
Publicado 2000/09/23 23:00:00
- Justino González
El martes descansó mi padre y yo perdí un amigo. Aunque quiero sumergirme hondo en la tristeza que anega estos momentos duros la evocación de su recuerdo, preñado siempre de enseñanza pura, impide la nostalgia por alentar con vehemencia la alegría.
¡Qué gran dicha ser su hijo y haber andando junto a él por tantos años!
Un hado cruel le robó temprano lo que a mí me concedió por medio siglo. Aquella ausencia apresurada se convirtió en abono
para que aflorara su integridad, su prosa y su poesía.
"Para sentir el crecimiento de tu herrumbe,
para poder hundirme en tu conciencia ausente
del sol, de los paisajes, y las piedras,
en tu solemne gravedad desesperada
de padres sin parábolas brillantes,
hoy estuve mirando intensamente
la muerta forma de un gorrión en vuelo cancelado".
¡Qué fortuna haber vivido la magia de diez mil días en un universo tan distinto! ¡Cuán incomparable panorama con ése que encerró su verso triste, cautivo y solitario, y que transformó entonces su morada en un soto espeso e incoloro!
"Mi infancia acumulada,
ola que rompe frascos de recuerdos
sobre costas perdidas por veinte años,
golpea de repente mis sentidos
como si todas las cortezas de nubes del crepúsculo
soltaran toneladas de plumas de colores
sobre el dormido sepia de mis ojos".
Muy joven partió mi padre a ver en otros mundos de qué hablaban otras gentes. Y asimiló nuevas ciencias y sentires, como gozar también de sus muchas alegrías.
"Después de tantos años de ajuste funerario,
de miembros comprimidos e inútiles amarres,
quizá tu ya no sepas sentarte al lado míoa hablar de muchas cosas que nunca se dijeron,
a oírte en mi palabra, que creció de la tuya,
injerto de suspiros blancos y ramas infinitas".
Fue tanta su hidalguía para evitarme el dolor de aquella ausencia atormentante que, en la orilla de un mar azul verdoso por donde deambulaban caracolas musicales, emprendió la faena ardua de moldearme poco a poco.
"En muchos de mis gestos estás siempre presente
como una mariposa de yeso entristecido,
y en mis zapatos blancos descubro tus pisadas
para no despertarme cuando dormí en tus brazos,
para saltar las aguas de la lluvia,
y llevar tus riñones desplomados y negros
hasta donde la muerte te dijo que podías".
Mientras flotaba en ese encanto generoso aprendí con él de templos y pasiones. Me hizo ver a la maldad corromper la realidad, como a quienes discutían sin transigir por soñar con sueños largos que no lograban comprender.
Fue así cuando volamos entre pesares y tormentos. El país no compensaba su dolor con la alegría pues se había extraviado la decencia, la prosa y la poesía. Entonces fuimos al río donde están las mil razones, y en un vado de oro y perlas me inculcó otras justas concepciones.
"Hacía tiempo que buscaba tus anclas extraviadas,
más abajo del lodo comprensivo
y de las flores que respiran tu silencio,
sin sospechar la permanencia de tu cansancio agazapado
como un ave nocturna en mi dolor marchito".
Confieso que estoy triste aunque su recuerdo, lleno siempre de provecho puro, mitigue en algo la nostalgia que me embarga.
Confieso que estoy triste pues el martes murió mi padre, la Patria perdió un gran hombre y yo a mi mejor amigo.
¡Qué gran dicha ser su hijo y haber andando junto a él por tantos años!
Un hado cruel le robó temprano lo que a mí me concedió por medio siglo. Aquella ausencia apresurada se convirtió en abono
para que aflorara su integridad, su prosa y su poesía.
"Para sentir el crecimiento de tu herrumbe,
para poder hundirme en tu conciencia ausente
del sol, de los paisajes, y las piedras,
en tu solemne gravedad desesperada
de padres sin parábolas brillantes,
hoy estuve mirando intensamente
la muerta forma de un gorrión en vuelo cancelado".
¡Qué fortuna haber vivido la magia de diez mil días en un universo tan distinto! ¡Cuán incomparable panorama con ése que encerró su verso triste, cautivo y solitario, y que transformó entonces su morada en un soto espeso e incoloro!
"Mi infancia acumulada,
ola que rompe frascos de recuerdos
sobre costas perdidas por veinte años,
golpea de repente mis sentidos
como si todas las cortezas de nubes del crepúsculo
soltaran toneladas de plumas de colores
sobre el dormido sepia de mis ojos".
Muy joven partió mi padre a ver en otros mundos de qué hablaban otras gentes. Y asimiló nuevas ciencias y sentires, como gozar también de sus muchas alegrías.
"Después de tantos años de ajuste funerario,
de miembros comprimidos e inútiles amarres,
quizá tu ya no sepas sentarte al lado míoa hablar de muchas cosas que nunca se dijeron,
a oírte en mi palabra, que creció de la tuya,
injerto de suspiros blancos y ramas infinitas".
Fue tanta su hidalguía para evitarme el dolor de aquella ausencia atormentante que, en la orilla de un mar azul verdoso por donde deambulaban caracolas musicales, emprendió la faena ardua de moldearme poco a poco.
"En muchos de mis gestos estás siempre presente
como una mariposa de yeso entristecido,
y en mis zapatos blancos descubro tus pisadas
para no despertarme cuando dormí en tus brazos,
para saltar las aguas de la lluvia,
y llevar tus riñones desplomados y negros
hasta donde la muerte te dijo que podías".
Mientras flotaba en ese encanto generoso aprendí con él de templos y pasiones. Me hizo ver a la maldad corromper la realidad, como a quienes discutían sin transigir por soñar con sueños largos que no lograban comprender.
Fue así cuando volamos entre pesares y tormentos. El país no compensaba su dolor con la alegría pues se había extraviado la decencia, la prosa y la poesía. Entonces fuimos al río donde están las mil razones, y en un vado de oro y perlas me inculcó otras justas concepciones.
"Hacía tiempo que buscaba tus anclas extraviadas,
más abajo del lodo comprensivo
y de las flores que respiran tu silencio,
sin sospechar la permanencia de tu cansancio agazapado
como un ave nocturna en mi dolor marchito".
Confieso que estoy triste aunque su recuerdo, lleno siempre de provecho puro, mitigue en algo la nostalgia que me embarga.
Confieso que estoy triste pues el martes murió mi padre, la Patria perdió un gran hombre y yo a mi mejor amigo.
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