Orgullosos "baila-la-vara" II
Publicado 2003/02/11 00:00:00
- Yalena OrtÃz
"El hombre noble posee firmes convicciones...es exigente consigo mismo. Los hombres tienen todos una misma naturaleza; son los hábitos propios de cada uno lo que los separa." Confucio. En el primer párrafo de mi artículo anterior señalaba que el tiempo es generoso para nutrirnos en conocimientos e implacable a la hora de sentenciar qué clase de personas somos, pues, nos permite medir nuestra capacidad y desnudar, en la arena política, la calidad de dirigentes que tenemos y permitimos. Escribía, que el tiempo nos obsequia la oportunidad de comprobar la verticalidad y defensa que estos políticos ejercen sobre sus principios democráticos, ya que, se convierte en el peor espejo de los demagogos de siempre y de los nuevos que arriban disfrazados de demócratas. Planteaba, cómo el tiempo es implacable para mostrarnos a aquellos que se jactan de practicar una aprendida y agotadora pirotecnia verbal que recitan gozosos con el fin de engañar al pueblo. Concluía, que el maravilloso tiempo es el mejor aliado del ciudadano de bien, pues le sirve como instrumento para desnudar de pies a cabeza a los viejos y nuevos orgullosos ¡baila-la-vara! de la política panameña.
Lo que he sentenciado como "baila-la-vara" del patio panameño, ya lo explicaba muy bien en el siglo XVI Nicolás Maquiavelo, cuando al escribir su desconcertante obra política El Príncipe exhortaba y aplaudía la conducta política divorciada de principios éticos. Sostenía que la finalidad del Estado es el engrandecimiento, el poder. Para lograr ese objetivo, el Estado puede utilizar todos los medios que le sean posibles, entre ellos, la astucia, la mentira, el disimulo, el perjurio, la violencia y cualquier otro que se estime necesario con tal de alcanzar el fin que se ansía. Para el político florentino la razón del Estado, legitima los medios y no hay moral para la política, pues la política es política y prescinde de la moral; es autónoma y se rige únicamente por la utilidad y el éxito. Cuando con ausencia absoluta de cobardía, sin pasión alguna y con la más diáfana y estricta posición de imparcialidad se evalúan los hechos y posiciones de las bien conocidas viejas y nuevas figuras de la política panameña, no sería atrevido pensar que las recomendaciones de El Príncipe, parecieran haberse constituido en el manual o biblia que ha orientado la conducta y práctica política de reconocidos dirigentes en nuestro país. Los viejos "baila-la-vara" y sus notables discípulos nuevos, son buenos con sus discursos y promesas de campaña, y cuentan con costosos asesores de marketing político que diseñan sus campañas publicitarias. Analice cómo algunos medios señalados por Maquiavelo, garantizaron que Moscoso fuese el último y más reciente éxito del singular estilo "baila-la-vara" para alcanzar la presidencia. Si usted es un ciudadano que se respeta a sí mismo, estoy segura no debe haber olvidado cómo Moscoso haciendo buen uso del generalizado criterio que, las mujeres son más responsables y honestas que los hombres, ¡prometió personificar ella mismo el cambio! Como buena discípula de Maquiavelo, sabía que la astucia y la mentira implícita en su slogan electoral servirían para engañar, no sólo a los votantes sino hasta para embaucar, como bien quedó demostrado, a muchos de esos que a través de los años se habían jactado de ser conocedores de la política criolla. Si usted es un ciudadano de bien y honesto ante el tribunal de su propia conciencia, estoy segura no habrá olvidado cómo con inagotable dósis de histrionismo y lucida victimización teatral, Moscoso se aseguraba durante la campaña política que sus lágrimas se dejaran ver por televisión y con entrecortada voz, juraba que respetaría los valores éticos y morales comprometiéndose a liderar un gobierno con absoluta transparencia y sin nepotismo. No me cabe duda que si usted tiene discernimiento propio, madurez política y es ante todo una persona decente, no puede haber borrado de su mente, esas escenas donde Moscoso besaba y cargaba sucios y descalzos niños, y con gritos desesperados declaraba que en su gobierno combatiría la corrupción, ¡pues esa práctica es la que nutre la pobreza de miles de panameños! Ahora tres años después de tan espectacular show, ¿dígame con sinceridad, sin pasión, ni cegura alguna, si la presidenta Moscoso es o no una digna representante de los viejos políticos "baila-la-vara" de nuestro país?
Como bien señalaba Maquiavelo, la política es política y se rige únicamente por la utilidad y el éxito que en ella se obtenga. Por ello, hay que observar la conducta, pensamiento y actuar de los que se esfuerzan por obtener la visibilidad necesaria y así lograr ser identificados como los relevos políticos baila-la-vara para este siglo XXI. Ya en mi artículo anterior mencioné algunos bien destacados como José I. Blandón Figueroa, Alberto Cigarruísta, Enrique Garrido. La prematura campaña política nos ofrece también oportunidad para repasar aquellos que han sido tradicionales baila-la-vara. Esos, generalmente, son dueños de partidos políticos pequeños, fundados y regidos por poderosos y exitosos hombres de negocios que publicitan la formación de cuadros políticos pero en realidad, son gobernados por una élite de dirigentes que se divorcia del sentir de su no tan numerosa base política y, cuya única función, es dar estricto cumplimiento a los intereses muy particulares del dueño del partido. Estas particulares organizaciones políticas, despiertan del letargo en que se sumergen después de finalizada una campaña electoral y, al darse inicio a una nueva contienda, reaparecen para iniciar un nuevo ciclo de demagógicas promesas que transmiten articulando una editada y nueva versión de la interpretación que hacen de las necesidades del pueblo. Con su poder económico, logran articular un concierto de voces que abanican, justifican y aplauden lo que definen como alianzas estratégicas por el bienestar del país. Bajo ese gastado discurso del fortalecimiento de la democracia, se esconden los "baila-la-vara de antaño".
Ejemplos tenemos, pero sólo podrán verlos los que siendo ciudadanos íntegros se atreven analizar los hechos. Si usted está en esa categoría, entonces estará igual que yo de sorprendida de las patéticas declaraciones de Ricardo Martinelli, presidente del Partido Cambio Democrático, quien días después de haber renunciado a su cargo de Ministro del Canal del mediocre y ineficaz gobierno arnulfista de Mireya Moscoso, declaraba que el país estaba peor que en dictadura y que los partidos Revolucionario Democrático y Arnulfista son la misma cosa (El Panamá América, primera plana, 06/febrero/2003). A usted, ciudadano de bien, le pregunto si recuerda que Martinelli también trabajó como Director de la Caja de Seguro Social en el gobierno de Pérez Balladares y éste tuvo que desafiarlo públicamente para que renunciara. Dígame, ¿qué clase de político es Martinelli? Lo admito, para mí, es un ¡exitoso político "baila-la-vara", versión centenario!
¿No me diga que no recuerda a los mejores ejemplos de políticos "baila-la-vara" de antaño vigentes en el siglo XXI? Me refiero a quienes se han constituido, por su indiscutible trayectoria de políticos "baila-la-vara", en orgullosos referentes y modelos a seguir para la nueva versión de relevo político. Si usted es un ciudadano correcto con criterio y juicio propio, tendrá que admitir que las decisiones políticas, especialmente, durante la campaña de 1999, de los señores Raúl Arango del Partido Liberal y Samuel Lewis Galindo del Partido Solidaridad, quienes apoyaron a Martín Torrijos con distinguidas posiciones como vicepresidentes en la nómina presidencial y, quienes un día después del triunfo de Moscoso, abandonaron la posición de adversarios para sumarse al gobierno de Moscoso, les merece el más alto reconocimiento como experimentados e insuperables políticos "baila-la-vara" ¡Ambos demostraron ser buenos discípulos de las prácticas de Maquiavelo que señalan que el engrandecimiento, el poder y el esplendor de sus intereses político-partidista no puede arriesgarse en oposición!
Son hechos. Juzgue. Es su derecho, usted decide si quiere dejarse engañar por los orgullosos políticos "baila-la-vara" de ayer y hoy. Espero haber complacido a mis lectores que me solicitaron esta segunda parte. Quedo en deuda para con la tercera.
La idea es que los partidos políticos aporten como legisladores nacionales a los principales líderes y figuras, quienes se encargarían de elevar el nivel a este órgano del Estado, a través de su experiencia y su capacidad. A la vez se congelaría el número de los legisladores de la República y la cifra se mantendría en la que existe actualmente.
En materia de la Corte Suprema, se cambiaría el método de elección de los magistrados, al establecer que los mismos surgirían de ternas que debe proponer la sociedad civil, de los cuales el Ejecutivo escogería uno que luego sería sometido a la ratificación de la Asamblea Legislativa. También se crearía un Tribunal de Cuentas, ente que se encargaría de procesar a todo funcionario que incurriera en actos de malversación de fondos u otras irregularidades durante su mandato.
Se recomienda también crear en el Organo Judicial, una instancia administrativa que se encargaría del manejo de la institución, a fin de permitir que los magistrados se dediquen por completo a lo referente al área judicial.
A través del paquete de propuesta que ya fue entregado al Ejecutivo y al Organo Judicial se propone la Creación de una Sala Social para ventilar temas de familia, ecológicos, laborales, los habeas data y la carrera administrativa.
También se recomienda la creación de un Tribunal Constitucional para la discusión de todos los temas referentes a la Constitución Nacional. El paquete de reformas no sugiere ningún cambio en lo que respecta al Título Constitucional del Canal de Panamá ni lo referente al salario de los magistrados, ministros, legisladores u otros funcionarios.
Se recomienda elevar a rango constitucional al Defensor del Pueblo, se mantiene que no habrá ejército nacional en Panamá, pero tampoco un ejército extranjero y se declara al país neutral. Además se recomienda incluir la constituyente como uno de los métodos para introducir reformas a la Constitución Nacional.
Doens aseguró que la intención es que se inicie un gran debate en el próximo mes de marzo a fin de que sean aprobados por la Asamblea Legislativa antes de junio cuando concluye el próximo período de sesiones ordinarias de este órgano del Estado, para luego volver a discutirlas después de septiembre y aprobarlas a más tardar el 3 de noviembre, fecha del centenario de la República.
Cumplida con la aprobación en la Asamblea Legislativa en dos períodos ordinarios continuos, se sometería a referéndum en mayo del 2004 en la misma fecha de las elecciones nacionales, pues así lo sugirió el Tribunal Electoral, ya que sólo se necesitaría incluir una papeleta extra para conocer la opinión del pueblo.
Lo que he sentenciado como "baila-la-vara" del patio panameño, ya lo explicaba muy bien en el siglo XVI Nicolás Maquiavelo, cuando al escribir su desconcertante obra política El Príncipe exhortaba y aplaudía la conducta política divorciada de principios éticos. Sostenía que la finalidad del Estado es el engrandecimiento, el poder. Para lograr ese objetivo, el Estado puede utilizar todos los medios que le sean posibles, entre ellos, la astucia, la mentira, el disimulo, el perjurio, la violencia y cualquier otro que se estime necesario con tal de alcanzar el fin que se ansía. Para el político florentino la razón del Estado, legitima los medios y no hay moral para la política, pues la política es política y prescinde de la moral; es autónoma y se rige únicamente por la utilidad y el éxito. Cuando con ausencia absoluta de cobardía, sin pasión alguna y con la más diáfana y estricta posición de imparcialidad se evalúan los hechos y posiciones de las bien conocidas viejas y nuevas figuras de la política panameña, no sería atrevido pensar que las recomendaciones de El Príncipe, parecieran haberse constituido en el manual o biblia que ha orientado la conducta y práctica política de reconocidos dirigentes en nuestro país. Los viejos "baila-la-vara" y sus notables discípulos nuevos, son buenos con sus discursos y promesas de campaña, y cuentan con costosos asesores de marketing político que diseñan sus campañas publicitarias. Analice cómo algunos medios señalados por Maquiavelo, garantizaron que Moscoso fuese el último y más reciente éxito del singular estilo "baila-la-vara" para alcanzar la presidencia. Si usted es un ciudadano que se respeta a sí mismo, estoy segura no debe haber olvidado cómo Moscoso haciendo buen uso del generalizado criterio que, las mujeres son más responsables y honestas que los hombres, ¡prometió personificar ella mismo el cambio! Como buena discípula de Maquiavelo, sabía que la astucia y la mentira implícita en su slogan electoral servirían para engañar, no sólo a los votantes sino hasta para embaucar, como bien quedó demostrado, a muchos de esos que a través de los años se habían jactado de ser conocedores de la política criolla. Si usted es un ciudadano de bien y honesto ante el tribunal de su propia conciencia, estoy segura no habrá olvidado cómo con inagotable dósis de histrionismo y lucida victimización teatral, Moscoso se aseguraba durante la campaña política que sus lágrimas se dejaran ver por televisión y con entrecortada voz, juraba que respetaría los valores éticos y morales comprometiéndose a liderar un gobierno con absoluta transparencia y sin nepotismo. No me cabe duda que si usted tiene discernimiento propio, madurez política y es ante todo una persona decente, no puede haber borrado de su mente, esas escenas donde Moscoso besaba y cargaba sucios y descalzos niños, y con gritos desesperados declaraba que en su gobierno combatiría la corrupción, ¡pues esa práctica es la que nutre la pobreza de miles de panameños! Ahora tres años después de tan espectacular show, ¿dígame con sinceridad, sin pasión, ni cegura alguna, si la presidenta Moscoso es o no una digna representante de los viejos políticos "baila-la-vara" de nuestro país?
Como bien señalaba Maquiavelo, la política es política y se rige únicamente por la utilidad y el éxito que en ella se obtenga. Por ello, hay que observar la conducta, pensamiento y actuar de los que se esfuerzan por obtener la visibilidad necesaria y así lograr ser identificados como los relevos políticos baila-la-vara para este siglo XXI. Ya en mi artículo anterior mencioné algunos bien destacados como José I. Blandón Figueroa, Alberto Cigarruísta, Enrique Garrido. La prematura campaña política nos ofrece también oportunidad para repasar aquellos que han sido tradicionales baila-la-vara. Esos, generalmente, son dueños de partidos políticos pequeños, fundados y regidos por poderosos y exitosos hombres de negocios que publicitan la formación de cuadros políticos pero en realidad, son gobernados por una élite de dirigentes que se divorcia del sentir de su no tan numerosa base política y, cuya única función, es dar estricto cumplimiento a los intereses muy particulares del dueño del partido. Estas particulares organizaciones políticas, despiertan del letargo en que se sumergen después de finalizada una campaña electoral y, al darse inicio a una nueva contienda, reaparecen para iniciar un nuevo ciclo de demagógicas promesas que transmiten articulando una editada y nueva versión de la interpretación que hacen de las necesidades del pueblo. Con su poder económico, logran articular un concierto de voces que abanican, justifican y aplauden lo que definen como alianzas estratégicas por el bienestar del país. Bajo ese gastado discurso del fortalecimiento de la democracia, se esconden los "baila-la-vara de antaño".
Ejemplos tenemos, pero sólo podrán verlos los que siendo ciudadanos íntegros se atreven analizar los hechos. Si usted está en esa categoría, entonces estará igual que yo de sorprendida de las patéticas declaraciones de Ricardo Martinelli, presidente del Partido Cambio Democrático, quien días después de haber renunciado a su cargo de Ministro del Canal del mediocre y ineficaz gobierno arnulfista de Mireya Moscoso, declaraba que el país estaba peor que en dictadura y que los partidos Revolucionario Democrático y Arnulfista son la misma cosa (El Panamá América, primera plana, 06/febrero/2003). A usted, ciudadano de bien, le pregunto si recuerda que Martinelli también trabajó como Director de la Caja de Seguro Social en el gobierno de Pérez Balladares y éste tuvo que desafiarlo públicamente para que renunciara. Dígame, ¿qué clase de político es Martinelli? Lo admito, para mí, es un ¡exitoso político "baila-la-vara", versión centenario!
¿No me diga que no recuerda a los mejores ejemplos de políticos "baila-la-vara" de antaño vigentes en el siglo XXI? Me refiero a quienes se han constituido, por su indiscutible trayectoria de políticos "baila-la-vara", en orgullosos referentes y modelos a seguir para la nueva versión de relevo político. Si usted es un ciudadano correcto con criterio y juicio propio, tendrá que admitir que las decisiones políticas, especialmente, durante la campaña de 1999, de los señores Raúl Arango del Partido Liberal y Samuel Lewis Galindo del Partido Solidaridad, quienes apoyaron a Martín Torrijos con distinguidas posiciones como vicepresidentes en la nómina presidencial y, quienes un día después del triunfo de Moscoso, abandonaron la posición de adversarios para sumarse al gobierno de Moscoso, les merece el más alto reconocimiento como experimentados e insuperables políticos "baila-la-vara" ¡Ambos demostraron ser buenos discípulos de las prácticas de Maquiavelo que señalan que el engrandecimiento, el poder y el esplendor de sus intereses político-partidista no puede arriesgarse en oposición!
Son hechos. Juzgue. Es su derecho, usted decide si quiere dejarse engañar por los orgullosos políticos "baila-la-vara" de ayer y hoy. Espero haber complacido a mis lectores que me solicitaron esta segunda parte. Quedo en deuda para con la tercera.
La idea es que los partidos políticos aporten como legisladores nacionales a los principales líderes y figuras, quienes se encargarían de elevar el nivel a este órgano del Estado, a través de su experiencia y su capacidad. A la vez se congelaría el número de los legisladores de la República y la cifra se mantendría en la que existe actualmente.
En materia de la Corte Suprema, se cambiaría el método de elección de los magistrados, al establecer que los mismos surgirían de ternas que debe proponer la sociedad civil, de los cuales el Ejecutivo escogería uno que luego sería sometido a la ratificación de la Asamblea Legislativa. También se crearía un Tribunal de Cuentas, ente que se encargaría de procesar a todo funcionario que incurriera en actos de malversación de fondos u otras irregularidades durante su mandato.
Se recomienda también crear en el Organo Judicial, una instancia administrativa que se encargaría del manejo de la institución, a fin de permitir que los magistrados se dediquen por completo a lo referente al área judicial.
A través del paquete de propuesta que ya fue entregado al Ejecutivo y al Organo Judicial se propone la Creación de una Sala Social para ventilar temas de familia, ecológicos, laborales, los habeas data y la carrera administrativa.
También se recomienda la creación de un Tribunal Constitucional para la discusión de todos los temas referentes a la Constitución Nacional. El paquete de reformas no sugiere ningún cambio en lo que respecta al Título Constitucional del Canal de Panamá ni lo referente al salario de los magistrados, ministros, legisladores u otros funcionarios.
Se recomienda elevar a rango constitucional al Defensor del Pueblo, se mantiene que no habrá ejército nacional en Panamá, pero tampoco un ejército extranjero y se declara al país neutral. Además se recomienda incluir la constituyente como uno de los métodos para introducir reformas a la Constitución Nacional.
Doens aseguró que la intención es que se inicie un gran debate en el próximo mes de marzo a fin de que sean aprobados por la Asamblea Legislativa antes de junio cuando concluye el próximo período de sesiones ordinarias de este órgano del Estado, para luego volver a discutirlas después de septiembre y aprobarlas a más tardar el 3 de noviembre, fecha del centenario de la República.
Cumplida con la aprobación en la Asamblea Legislativa en dos períodos ordinarios continuos, se sometería a referéndum en mayo del 2004 en la misma fecha de las elecciones nacionales, pues así lo sugirió el Tribunal Electoral, ya que sólo se necesitaría incluir una papeleta extra para conocer la opinión del pueblo.
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