Perú y el Canal de Panamá
Publicado 1999/12/30 00:00:00
- El Gitano
En la ceremonia oficial del traspaso formal del Canal a la República de Panamá hubo una presencia invisible de peruanos ilustres que, tiempo atrás, jalonaron brillantemente la historia de las relaciones entre ambos pueblos. En espíritu estuvieron presentes, en la primera fila de la historia, Manuel Lorenzo de Vidaurre y José María Pando, diplomáticos limeños enviados por Simón Bolívar al Congreso Anfictiónico en representación del estado peruano. Ambos llegaron a Panamá un año antes del Anfictiónico y fueron sus principales artífices diplomáticos. Vidaurre, internacionalista de vuelo y jurista de formación clásica, formuló una propuesta de gran envergadura en una de las sesiones del Congreso Anfictiónico: la creación de la ciudadanía continental americana . Los recelos de los estados latinoamericanos, entonces en proceso embrionario, impidieron que se comprendiera el vuelo de la iniciativa de Vidaurre y postergaron su discusión. Cuando algún día se apruebe la ciudadanía continental propugnada hace un siglo por Vidaurre, yo seré uno de los primeros en adoptarla.
José María Pando, abogado, diplomático y poeta de inspiración clásica, fue uno de los asesores de Bolívar más allegados a los riñones del Libertador y cumplió sus directivas puntualmente en el Congreso Anfictiónico. Profetizó el futuro de Panamá como capital histórica de la integración latinoamericana.Y fue un maestro de diplomacia para los jóvenes panameños, al igual que Vidaurre.
Desde algún lugar del cosmos," convertido en polvo en camino a las estrellas", como dijo Manuel Seoane en un discurso inolvidable el día de su cumpleaños, día de la fraternidad aprista, Víctor Raul Haya de la Torre contempló la ceremonia del l4, como protagonista de la epopeya política. El Plan Máximo de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) estampó "la internacionalización del Canal de Panamá" como uno de los puntos medulares de la acción continental. En el lenguaje político de 1924, año de la redacción del Plan Máximo del APRA, la internacionalización del Canal equivalía a la ruptura del monopolio norteamericano y consiguientemente, representaba la asimilación de la causa de la vía interoceánica a la problemática de la integración peruano- panameña.
El APRA es el único partido indoamericano que asimiló el problema del canal a su ideario político.
Haya de la Torre ubicó certeramente el Canal en la perspectiva histórica latinoamericana del siglo XX. El enclave canalero simbolizaba la presencia colonial norteamericana en América Latina y su dominio comercial y militar de la vía constituía el eje de la dependencia de los países productores de materias primas respecto de la potencia imperialista . Así como Portobelo, a lo largo de los siglos XVI al XIX, fue el ícono del dominio español sobre los metales preciosos americanos, el Canal fue en el siglo XX la puerta de acceso de las materias primas de los países sudamericanos y centroamericanos ribereños del Océano Pacífico a los centros de transformación industrial de Estados Unidos. Haya de la Torre razonó con lucidez que el Perú no podía ser una nación emancipada económica y políticamente, en tanto Estados Unidos controlara a perpetuidad la llave del acceso comercial a los mercados de Estados Unidos y Europa, fijando los términos del intercambio comercial. Las naves peruanas deben pasar el Canal para llegar a sus puertos amazónicos. Obviamente, el Canal es un mecanismo importante en la integración territorial y geopolítica del Perú.
Las claves de la concepción antimperialista del fundador del APRA pasan por los meridianos del istmo.
En un acto premonitorio, en el primer destierro de Haya de la Torre , ordenado en 1918 por el gobierno de Augusto B. Leguía, las autoridades norteamericanas del Canal prohibieron al entonces dirigente estudiantil que bajara del barco que lo transportaba al exilio a Europa y pisara tierra panameña. Una multitud de estudiantes llegó a Colón y saludó al líder universitario que desde la cubierta agitaba los brazos, agradeciendo, conmovido, la solidaridad panameña.
También estuvieron en la ceremonia los espíritus de Luis Alberto Sánchez, Ramiro Prialé, Andres Townsend Ezcurra, Carlos Manuel Cox, Luis Heysen, Jorge Muñiz, Jorge Raygada, y de tantos otros compañeros que llegaron desterrados a Panamá en distintos tiempos. La primera generación de desterrados apristas arribó a Panamá en 1930, tras la clausura militar de la Asamblea Constituyente. Sánchez,que dictó lecciones memorables en la universidad de Panamá y Prialé, identificaron Panamá como tierra de amor y convivencia generosa para los exiliados peruanos.
El doctor Javier Ortiz de Zevallos fue primero exilado y después embajador en Panamá. Legislador y político de militancia democrática, su apellido está enraizado a Panamá. El padre de Javier, don Emilio, también fue embajador aquí y fue decano del cuerpo diplomático. Otro de sus hijos, Emilio, fue representante del BID en Panamá y aquí residen doña Anita, su digna viuda, y sus hijos, casados con panameñas.
El talentoso periodista Eleodoro Ventocilla también llegó como exiliado y se enamoró de esta tierra. Fue asesor del Presidente Marco Robles Méndez y de Ernesto de la Guardia. Eleodoro conocía muy bien los laberintos de la política panameña y centroamericana , y los corresponsales internacionales le tuvieron como fuente segura. Todos ellos también estarán en espíritu el 3l, cuando el pabellón flamee a todo viento sobre el Canal.
José María Pando, abogado, diplomático y poeta de inspiración clásica, fue uno de los asesores de Bolívar más allegados a los riñones del Libertador y cumplió sus directivas puntualmente en el Congreso Anfictiónico. Profetizó el futuro de Panamá como capital histórica de la integración latinoamericana.Y fue un maestro de diplomacia para los jóvenes panameños, al igual que Vidaurre.
Desde algún lugar del cosmos," convertido en polvo en camino a las estrellas", como dijo Manuel Seoane en un discurso inolvidable el día de su cumpleaños, día de la fraternidad aprista, Víctor Raul Haya de la Torre contempló la ceremonia del l4, como protagonista de la epopeya política. El Plan Máximo de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) estampó "la internacionalización del Canal de Panamá" como uno de los puntos medulares de la acción continental. En el lenguaje político de 1924, año de la redacción del Plan Máximo del APRA, la internacionalización del Canal equivalía a la ruptura del monopolio norteamericano y consiguientemente, representaba la asimilación de la causa de la vía interoceánica a la problemática de la integración peruano- panameña.
El APRA es el único partido indoamericano que asimiló el problema del canal a su ideario político.
Haya de la Torre ubicó certeramente el Canal en la perspectiva histórica latinoamericana del siglo XX. El enclave canalero simbolizaba la presencia colonial norteamericana en América Latina y su dominio comercial y militar de la vía constituía el eje de la dependencia de los países productores de materias primas respecto de la potencia imperialista . Así como Portobelo, a lo largo de los siglos XVI al XIX, fue el ícono del dominio español sobre los metales preciosos americanos, el Canal fue en el siglo XX la puerta de acceso de las materias primas de los países sudamericanos y centroamericanos ribereños del Océano Pacífico a los centros de transformación industrial de Estados Unidos. Haya de la Torre razonó con lucidez que el Perú no podía ser una nación emancipada económica y políticamente, en tanto Estados Unidos controlara a perpetuidad la llave del acceso comercial a los mercados de Estados Unidos y Europa, fijando los términos del intercambio comercial. Las naves peruanas deben pasar el Canal para llegar a sus puertos amazónicos. Obviamente, el Canal es un mecanismo importante en la integración territorial y geopolítica del Perú.
Las claves de la concepción antimperialista del fundador del APRA pasan por los meridianos del istmo.
En un acto premonitorio, en el primer destierro de Haya de la Torre , ordenado en 1918 por el gobierno de Augusto B. Leguía, las autoridades norteamericanas del Canal prohibieron al entonces dirigente estudiantil que bajara del barco que lo transportaba al exilio a Europa y pisara tierra panameña. Una multitud de estudiantes llegó a Colón y saludó al líder universitario que desde la cubierta agitaba los brazos, agradeciendo, conmovido, la solidaridad panameña.
También estuvieron en la ceremonia los espíritus de Luis Alberto Sánchez, Ramiro Prialé, Andres Townsend Ezcurra, Carlos Manuel Cox, Luis Heysen, Jorge Muñiz, Jorge Raygada, y de tantos otros compañeros que llegaron desterrados a Panamá en distintos tiempos. La primera generación de desterrados apristas arribó a Panamá en 1930, tras la clausura militar de la Asamblea Constituyente. Sánchez,que dictó lecciones memorables en la universidad de Panamá y Prialé, identificaron Panamá como tierra de amor y convivencia generosa para los exiliados peruanos.
El doctor Javier Ortiz de Zevallos fue primero exilado y después embajador en Panamá. Legislador y político de militancia democrática, su apellido está enraizado a Panamá. El padre de Javier, don Emilio, también fue embajador aquí y fue decano del cuerpo diplomático. Otro de sus hijos, Emilio, fue representante del BID en Panamá y aquí residen doña Anita, su digna viuda, y sus hijos, casados con panameñas.
El talentoso periodista Eleodoro Ventocilla también llegó como exiliado y se enamoró de esta tierra. Fue asesor del Presidente Marco Robles Méndez y de Ernesto de la Guardia. Eleodoro conocía muy bien los laberintos de la política panameña y centroamericana , y los corresponsales internacionales le tuvieron como fuente segura. Todos ellos también estarán en espíritu el 3l, cuando el pabellón flamee a todo viento sobre el Canal.
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