Quiénes leen las columnas de Opinión
Publicado 2003/01/14 00:00:00
“Todo hombre es superior a mí en algun aspecto, y de cada uno tengo algo que aprender” (Emerson). Hace algunos pocos años, en conversación con un publicista, me comentaba que, estadísticamente constatado, en Panamá solo el tres por ciento de la población compra periódicos y un cuatro por ciento adicional se beneficia leyendo el ejemplar que otro adquirió. El concluía que, a más de esta menguada cantidad de lectores, la sectorización limitada que hacen los mismos acerca de los temas de su predilección, contribuyen a lo mal informados que están en alta proporción los panameños, aún algunos de los que leen periódicos.
Tajantemente enfatizaba, los temas predilectos de los hombres: deportes, internacionales, cómicas, columnas de Opinión. Mujeres: reseñas sociales, (matrimonios), aspectos legales. (divorcios y demandas), temas relacionados con la salud y la estética y el inevitable horóscopo. Además planteaba que de 30 a 1 es la proporción de hombres y mujeres que leen periódicos o revistas en lugares públicos.
Hoy día con la globalización informativa, las noticias en los diversos medios son bastante similares, de allí la importancia diversificante entre los periódicos que se da fundamentalmente a través de las columnas de Opinión. Alguien dijo alguna vez que, “Todo el mundo es elocuente en los temas que conoce”. De ahí que en las columnas de Opinión, se vierten criterios que muchas veces resultan didácticos para los lectores. A más de ello, resulta evidente que el tema en el cual todos pretendemos ser elocuentes, (política), es el que monopoliza mayor cantidad de espacio. Incluso los hábiles periodistas que manejan esta sección, cuando la ocasión y la coincidencia lo permiten, publican el mismo día columnas que confrontan criterios, lo cual contribuye a la amenidad del lector.
222Un conocido periodista elaboró un aforismo en el cual plasmaba que, “No solo de pan vive el hombre, pues en ocasiones el mejor alimento y aliciente lo constituye una glosa ponderante”.
Un conocido periodista elaboró un aforismo en el cual plasmaba que, “No solo de pan vive el hombre, pues en ocasiones el mejor alimento y aliciente lo constituye una glosa ponderante”. A los autores de Opinión les acontece algo similar pero a la inversa, y nadie lo hizo tan evidente como el columnista que casi clamando dijo: “Aunque sea envainándome por desacuerdo, pero que alguien me demuestre que ha leído mi columna...”. Quizás nada tan patético como el colega que, resignado y a la vez irónico, confiesa que no ha logrado que, ni sus hijos, ni su mujer y mucho menos su suegra, lean sus escritos. En ocasiones nos entra la sospecha de que estamos en una situación familiar similar. Periódicamente se publican algunas que son verdaderas fuentes de sabiduría analítica, o verdaderamente originales y divertidas, sin embargo, a las pocas horas, sus temáticas se disipan aunque nos encontremos con el autor, al cual pretendíamos felicitar. Debemos clarificar el concepto que, una opinión no es más que eso y sin mayor trascendencia.
También realizando improvisadas encuestas entre lectores de columnas, nos encontramos con la sorpresa, de que muchas veces no es la temática ni el titulo, lo que motiva a un lector a leer o a desechar una columna, si no el autor. Pude percatarme de que incluso muchos lectores establecen una relación de odio intelectual con los columnistas que definitivamente no son de su predilección, sea por sus criterios o sus cuestionables antecedentes. Ante la interrogante que plantea el titulo del presente, y los porcentajes que nos estableció el amigo publicista, concluimos que los que se motivan con las columnas de opinión, proporcionalmente son muy pocos, y en ocasiones quienes por su nivel intelectual, no lo precisan.
Tajantemente enfatizaba, los temas predilectos de los hombres: deportes, internacionales, cómicas, columnas de Opinión. Mujeres: reseñas sociales, (matrimonios), aspectos legales. (divorcios y demandas), temas relacionados con la salud y la estética y el inevitable horóscopo. Además planteaba que de 30 a 1 es la proporción de hombres y mujeres que leen periódicos o revistas en lugares públicos.
Hoy día con la globalización informativa, las noticias en los diversos medios son bastante similares, de allí la importancia diversificante entre los periódicos que se da fundamentalmente a través de las columnas de Opinión. Alguien dijo alguna vez que, “Todo el mundo es elocuente en los temas que conoce”. De ahí que en las columnas de Opinión, se vierten criterios que muchas veces resultan didácticos para los lectores. A más de ello, resulta evidente que el tema en el cual todos pretendemos ser elocuentes, (política), es el que monopoliza mayor cantidad de espacio. Incluso los hábiles periodistas que manejan esta sección, cuando la ocasión y la coincidencia lo permiten, publican el mismo día columnas que confrontan criterios, lo cual contribuye a la amenidad del lector.
222Un conocido periodista elaboró un aforismo en el cual plasmaba que, “No solo de pan vive el hombre, pues en ocasiones el mejor alimento y aliciente lo constituye una glosa ponderante”.
Un conocido periodista elaboró un aforismo en el cual plasmaba que, “No solo de pan vive el hombre, pues en ocasiones el mejor alimento y aliciente lo constituye una glosa ponderante”. A los autores de Opinión les acontece algo similar pero a la inversa, y nadie lo hizo tan evidente como el columnista que casi clamando dijo: “Aunque sea envainándome por desacuerdo, pero que alguien me demuestre que ha leído mi columna...”. Quizás nada tan patético como el colega que, resignado y a la vez irónico, confiesa que no ha logrado que, ni sus hijos, ni su mujer y mucho menos su suegra, lean sus escritos. En ocasiones nos entra la sospecha de que estamos en una situación familiar similar. Periódicamente se publican algunas que son verdaderas fuentes de sabiduría analítica, o verdaderamente originales y divertidas, sin embargo, a las pocas horas, sus temáticas se disipan aunque nos encontremos con el autor, al cual pretendíamos felicitar. Debemos clarificar el concepto que, una opinión no es más que eso y sin mayor trascendencia.
También realizando improvisadas encuestas entre lectores de columnas, nos encontramos con la sorpresa, de que muchas veces no es la temática ni el titulo, lo que motiva a un lector a leer o a desechar una columna, si no el autor. Pude percatarme de que incluso muchos lectores establecen una relación de odio intelectual con los columnistas que definitivamente no son de su predilección, sea por sus criterios o sus cuestionables antecedentes. Ante la interrogante que plantea el titulo del presente, y los porcentajes que nos estableció el amigo publicista, concluimos que los que se motivan con las columnas de opinión, proporcionalmente son muy pocos, y en ocasiones quienes por su nivel intelectual, no lo precisan.
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