Reivindicación de los sofistas
Publicado 2002/09/23 23:00:00
- El Gitano
Entre los cosmólogos y Sócrates/Platón hay un puente que es necesario cruzar para arribar al tuétano del pensamiento de los insignes maestros de la dialéctica y la mayéutica: los sofistas. Se podría decir que los Diálogos Platónicos son una vasta polémica con los sofistas. Una inacabada controversia en la que se discuten de arriba abajo, de derecha a izquierda, longitudinal y diagonalmente, en todos los sentidos y direcciones, los problemas centrales del ser y el saber. No puede armarse la maquinaria conceptual del platonismo prescindiendo de una pieza que es indispensable encajar para que no se nuble la visión del conjunto. Sin la antítesis de los sofistas tendríamos una imagen amputada de la tesis platónica.
La aparición de los sofistas en el escenario histórico y cultural de Atenas, probablemente, fue consecuencia directa de la estabilidad adquirida después de las guerras con los persas. Pacificadas las relaciones con los enemigos interiores y exteriores, los prósperos atenienses dispusieron de un superávit de ocio para discurrir por el ágora y acrecentar su formación intelectual. A medias profesores itinerantes, a medias intelectuales bohemios, los sofistas acudieron a la satisfacción de esos vacíos espirituales. Enseñaban filología y gramática, interpretación de los poetas (nació así la crítica literaria en Grecia), filosofía de los mitos y la religión y, sobre todo, retórica, entendida ésta como arte de la elocuencia y la oratoria. Políticos y abogados ambicionaban pulir su facultad expresiva para dirigirse a auditorios especializados. Los políticos -muchos de ellos provenientes de la actividad comercial-, vieron en las reformas de Pericles, una apropiada coyuntura para desarrollar la carrera de hombre público, para cuyo desempeño era imprescindible la oratoria, enseñada por los sofistas.
En su turno, los abogados vieron en la retórica sofística, un instrumento auxiliar en el perfeccionamiento de la oratoria forense. Gracias a la retórica planteada como técnica oratoria, aprendieron a defender con elocuencia sus causas, sin parar mientes en que el acusado fuera culpable del finalismo. Este premeditado despojamiento de miras éticas, fue la piedra de escándalo del pensamiento socrático/platónico.
En el "Diálogo con Fedro", después de rebatir sus opiniones sobre la retórica y la oratoria con despiadada prolijidad, Sócrates escarnece a los oradores que propugnan causas bajas y a los abogados que defienden a delincuentes: "Puesto que el arte oratorio no tiene otra misión que la de conducir o guiar a las almas, es preciso que el que quiera llegar a ser orador conozca cuántas formas el alma puede presentar". Sin embargo, no se puede regatear el humanismo de Protágoras ("El hombre es la medida de toda las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son"); la teoría sobre el origen de la religión de Pródico; el enciclopedismo en artes y en ciencias de Hipias y la maestría retórica de Gorgias, como para desconocer el serio aporte de los sofistas en la metodología del pensamiento, quizás más que en los fundamentos del pensamiento filosófico mismo. Fueron educadores por excelencia, aunque no maestros en la alta acepción moral de la expresión socrática. Y no obstante su inclinación al cultivo de las formas antes que al contenido ético de las disciplinas sociales, fueron antiacadémicos por la proyección populista de sus lecciones. Fomentando el escepticismo relativista del arte por el arte, del pulcro cuidado de las estructuras retóricas del lenguaje, acabaron relajando la austeridad de las costumbres atenienses, concomitante con la tensión de las guerras persas.
En cierta forma, por la desgaire de su talante y el aire bohemio y antiformalista de su magistratura, Sócrates fue, en parte, un sofista. "Que yo jamás he sido maestro de nadie; ahora que , si alguno desea oírme cuando hablo o hago mi quehacer, sea más joven que yo o más viejo, nunca me recelé en manera alguna. Ni dialogo por recibir dinero, ni dejo de dialogar por no recibirlo" protesta el filósofo en la "Apología de Sócrates", marcando distancia con la enseñanza por lucro, de los sofistas, en el alegato ante los acusadores del patético proceso que le acarreó la muerte. Empero, negando a los sofistas, los afirma de alguna manera. Es un sofista a la máxima potencia, corrigiendo su tendencia antiformalista y elevándola a la esfera superior de los valores humanistas.
Es un sofista, porque, a diferencia de los creadores de los valores humanistas. Es un sofista, porque, a diferencia de los creadores de concepciones de orden cósmico, se interna como éstos, en los vericuetos humanos de la educación. Aquellos adiestraban en el uso de ciertas técnicas; él dictó lecciones magistrales en las que se discierne que el conocimiento es virtud, es moral, y que ambos, conocimiento y moral, son indesligables. Le asiste razón a Sócrates cuando niega haber sido maestro, interpretando la maestría en la acepción superficial, lucrativa e instrumentalista de los sofistas. En otras palabras, en los Diálogos Platónicos, Sócrates es el anverso y los sofistas el reverso del rostro bifronte del conocimiento. Por ello, desgajar a los sofistas de su contexto mental, representa la anulación de los destinatarios de sus reproches e invectivas, y empobrece el dualismo conceptual inherente a la dialéctica.
Naturalmente, mucho más arduo y difícil es el proceso idealista de la separación del pensamiento de Sócrates del pensamiento de Platón. Extractar la parte platónica, en los diálogos en los que Sócrates es el interlocutor principal, es distinguir una hebra, de un apelmazado ovillo. Desde la Edad Media están discutiendo las filósofos sobre dónde empieza y concluye Sócrates y dónde empieza Platón. Como Sócrates no legó obra escrita, es difícil, si no imposible, compararlo, cotejarlo, contrastarlo con Platón. Burnet y Taylor sostienen que en los últimos diálogos, Sócrates se esfuma y que en "Las Leyes", obra de madurez, desaparece por completo. Se podría replicar que la huella de Sócrates estaba en la médula del pensamiento de Platón y que, por tanto, el que no apareciera su nombre como uno de los dialogantes, no significa necesariamente que prescindiera conceptualmente de sus ideas filosóficas.
Pero los campesinos tienen sus razones para acudir a buscar esos remedios. Sostienen que a diario enfrentan los peligros y saben que no hay transporte, ni lugar cercano que los auxilie.
Cabe destacar que las estadísticas que maneja el Ministerio de Salud (MINSA) no reflejan la realidad que se vive. Según se nos explicó, hay regiones de salud que no llegan a reportar la totalidad de sus casos anuales a tiempo, dando solo cifras preliminares.
Según el doctor veragüense Didier Torres, quien adelanta estudios sobre las mordeduras, ésta es la región donde ocurren los casos más severos. Torres, quien también es el director de la CSS en Veraguas, reveló que las estadísticas que se han recogido en torno a este fenómeno indican que existe un promedio de 500 casos por año, lo que es una cifra realmente alarmante.
Igualmente destacó que las zonas de Veraguas donde se presenta con mayor regularidad este tipo de accidentes es el distrito de Soná y ciertas áreas del distrito de Santiago.
En este sentido, explicó que existe una iniciativa que busca crear un equipo multidisciplinario en conjunto con la Facultad de Biología del Centro Regional Universitario de Veraguas (CRUV), un toxicólogo de la CSS y su persona a fin de realizar estudios más profundos.
El sueño a largo plazo es establecer en Panamá un lugar en el que se puedan fabricar los sueros necesarios para combatir estos problemas, basados en la fauna existente en la región.
Destacó que la población debe dejar de creer que los curanderos pueden atender estos problemas, lo cual es totalmente falso. De igual forma, desestimó la necesidad de que se almacenen sueros en los centros de salud, dado que la atención efectiva está en los centros hospitalarios, pues el suero no surte mayor efecto si se aplica por vía intramuscular, ya que tiene que ser aplicado por vía intravenosa y con una dosis específica, la cual es tema de estudio.
En este sentido, añadió que esto se hace en un centro hospitalario, porque además de que es el sitio donde están los profesionales requeridos para este tipo de problemas, también es necesario que se haga un seguimiento estricto de la evolución del paciente para recuperarlo de la mejor manera.
La investigación de Torres y otros funcionarios interesados en el tema lleva ya varios años y según mencionó, son muchos los cambios favorables que se han podido aportar al manejo que se dan a los casos.
*Isabel Castro, Marcelino Rosa-rio, Juan Madrid y Elena Valdez.
Fotos tomadas en el Serpentario de Gamboa
La aparición de los sofistas en el escenario histórico y cultural de Atenas, probablemente, fue consecuencia directa de la estabilidad adquirida después de las guerras con los persas. Pacificadas las relaciones con los enemigos interiores y exteriores, los prósperos atenienses dispusieron de un superávit de ocio para discurrir por el ágora y acrecentar su formación intelectual. A medias profesores itinerantes, a medias intelectuales bohemios, los sofistas acudieron a la satisfacción de esos vacíos espirituales. Enseñaban filología y gramática, interpretación de los poetas (nació así la crítica literaria en Grecia), filosofía de los mitos y la religión y, sobre todo, retórica, entendida ésta como arte de la elocuencia y la oratoria. Políticos y abogados ambicionaban pulir su facultad expresiva para dirigirse a auditorios especializados. Los políticos -muchos de ellos provenientes de la actividad comercial-, vieron en las reformas de Pericles, una apropiada coyuntura para desarrollar la carrera de hombre público, para cuyo desempeño era imprescindible la oratoria, enseñada por los sofistas.
En su turno, los abogados vieron en la retórica sofística, un instrumento auxiliar en el perfeccionamiento de la oratoria forense. Gracias a la retórica planteada como técnica oratoria, aprendieron a defender con elocuencia sus causas, sin parar mientes en que el acusado fuera culpable del finalismo. Este premeditado despojamiento de miras éticas, fue la piedra de escándalo del pensamiento socrático/platónico.
En el "Diálogo con Fedro", después de rebatir sus opiniones sobre la retórica y la oratoria con despiadada prolijidad, Sócrates escarnece a los oradores que propugnan causas bajas y a los abogados que defienden a delincuentes: "Puesto que el arte oratorio no tiene otra misión que la de conducir o guiar a las almas, es preciso que el que quiera llegar a ser orador conozca cuántas formas el alma puede presentar". Sin embargo, no se puede regatear el humanismo de Protágoras ("El hombre es la medida de toda las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son"); la teoría sobre el origen de la religión de Pródico; el enciclopedismo en artes y en ciencias de Hipias y la maestría retórica de Gorgias, como para desconocer el serio aporte de los sofistas en la metodología del pensamiento, quizás más que en los fundamentos del pensamiento filosófico mismo. Fueron educadores por excelencia, aunque no maestros en la alta acepción moral de la expresión socrática. Y no obstante su inclinación al cultivo de las formas antes que al contenido ético de las disciplinas sociales, fueron antiacadémicos por la proyección populista de sus lecciones. Fomentando el escepticismo relativista del arte por el arte, del pulcro cuidado de las estructuras retóricas del lenguaje, acabaron relajando la austeridad de las costumbres atenienses, concomitante con la tensión de las guerras persas.
En cierta forma, por la desgaire de su talante y el aire bohemio y antiformalista de su magistratura, Sócrates fue, en parte, un sofista. "Que yo jamás he sido maestro de nadie; ahora que , si alguno desea oírme cuando hablo o hago mi quehacer, sea más joven que yo o más viejo, nunca me recelé en manera alguna. Ni dialogo por recibir dinero, ni dejo de dialogar por no recibirlo" protesta el filósofo en la "Apología de Sócrates", marcando distancia con la enseñanza por lucro, de los sofistas, en el alegato ante los acusadores del patético proceso que le acarreó la muerte. Empero, negando a los sofistas, los afirma de alguna manera. Es un sofista a la máxima potencia, corrigiendo su tendencia antiformalista y elevándola a la esfera superior de los valores humanistas.
Es un sofista, porque, a diferencia de los creadores de los valores humanistas. Es un sofista, porque, a diferencia de los creadores de concepciones de orden cósmico, se interna como éstos, en los vericuetos humanos de la educación. Aquellos adiestraban en el uso de ciertas técnicas; él dictó lecciones magistrales en las que se discierne que el conocimiento es virtud, es moral, y que ambos, conocimiento y moral, son indesligables. Le asiste razón a Sócrates cuando niega haber sido maestro, interpretando la maestría en la acepción superficial, lucrativa e instrumentalista de los sofistas. En otras palabras, en los Diálogos Platónicos, Sócrates es el anverso y los sofistas el reverso del rostro bifronte del conocimiento. Por ello, desgajar a los sofistas de su contexto mental, representa la anulación de los destinatarios de sus reproches e invectivas, y empobrece el dualismo conceptual inherente a la dialéctica.
Naturalmente, mucho más arduo y difícil es el proceso idealista de la separación del pensamiento de Sócrates del pensamiento de Platón. Extractar la parte platónica, en los diálogos en los que Sócrates es el interlocutor principal, es distinguir una hebra, de un apelmazado ovillo. Desde la Edad Media están discutiendo las filósofos sobre dónde empieza y concluye Sócrates y dónde empieza Platón. Como Sócrates no legó obra escrita, es difícil, si no imposible, compararlo, cotejarlo, contrastarlo con Platón. Burnet y Taylor sostienen que en los últimos diálogos, Sócrates se esfuma y que en "Las Leyes", obra de madurez, desaparece por completo. Se podría replicar que la huella de Sócrates estaba en la médula del pensamiento de Platón y que, por tanto, el que no apareciera su nombre como uno de los dialogantes, no significa necesariamente que prescindiera conceptualmente de sus ideas filosóficas.
Pero los campesinos tienen sus razones para acudir a buscar esos remedios. Sostienen que a diario enfrentan los peligros y saben que no hay transporte, ni lugar cercano que los auxilie.
Cabe destacar que las estadísticas que maneja el Ministerio de Salud (MINSA) no reflejan la realidad que se vive. Según se nos explicó, hay regiones de salud que no llegan a reportar la totalidad de sus casos anuales a tiempo, dando solo cifras preliminares.
Según el doctor veragüense Didier Torres, quien adelanta estudios sobre las mordeduras, ésta es la región donde ocurren los casos más severos. Torres, quien también es el director de la CSS en Veraguas, reveló que las estadísticas que se han recogido en torno a este fenómeno indican que existe un promedio de 500 casos por año, lo que es una cifra realmente alarmante.
Igualmente destacó que las zonas de Veraguas donde se presenta con mayor regularidad este tipo de accidentes es el distrito de Soná y ciertas áreas del distrito de Santiago.
En este sentido, explicó que existe una iniciativa que busca crear un equipo multidisciplinario en conjunto con la Facultad de Biología del Centro Regional Universitario de Veraguas (CRUV), un toxicólogo de la CSS y su persona a fin de realizar estudios más profundos.
El sueño a largo plazo es establecer en Panamá un lugar en el que se puedan fabricar los sueros necesarios para combatir estos problemas, basados en la fauna existente en la región.
Destacó que la población debe dejar de creer que los curanderos pueden atender estos problemas, lo cual es totalmente falso. De igual forma, desestimó la necesidad de que se almacenen sueros en los centros de salud, dado que la atención efectiva está en los centros hospitalarios, pues el suero no surte mayor efecto si se aplica por vía intramuscular, ya que tiene que ser aplicado por vía intravenosa y con una dosis específica, la cual es tema de estudio.
En este sentido, añadió que esto se hace en un centro hospitalario, porque además de que es el sitio donde están los profesionales requeridos para este tipo de problemas, también es necesario que se haga un seguimiento estricto de la evolución del paciente para recuperarlo de la mejor manera.
La investigación de Torres y otros funcionarios interesados en el tema lleva ya varios años y según mencionó, son muchos los cambios favorables que se han podido aportar al manejo que se dan a los casos.
*Isabel Castro, Marcelino Rosa-rio, Juan Madrid y Elena Valdez.
Fotos tomadas en el Serpentario de Gamboa
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