Resurrección: ¿Historia o fraude? (III)
- J. Enrique Cáceres A.
Hume era creyente del positivismo lógico que como el inductivismo arguye que toda proposición (o conocimiento) para ser aceptada debe verificarse empíricamente. (Muchos ignoran que el cristianismo es capaz de responder las exigencias y objetividad propias de la metodología de las ciencias naturales) Si el Creador estableció leyes naturales, ¿qué raro es que las suspenda o viole cuando sea necesario? Dios no las viola ni suspende; las trasciende. El error materialista es concebir al Creador como materia. Dios es Espíritu; sin principio, fin, dimensiones ni límites.
El filósofo evade la evidencia de los milagros. Su dogmatismo es inconsecuente con su “antidogmatismo”. Toma en cuenta las muchas muertes contra las pocas resurrecciones de la historia. Y, como son contadas, la resurrección es “imposible”. Presume conocer el pasado al señalar que la resurrección nunca se ha dado.
Quienes tienen criterios cargados creen que -por religiosa- toda narración bíblica o verdad teológica tiene que ser necesariamente falsa. No entienden que la realidad de la verdad no depende del portador ni del carácter religioso de la verdad, sino de su esencia. Si su naturaleza es real, tiene coherencia con los hechos de la realidad empírica. Eso sucede con los hechos narrados por el Evangelio.
Los críticos se mofan de la Biblia y especulan que las ciencias naturales pueden “probar la falsedad” de la resurrección y la “ridiculez” de que María quedara embarazada por un “supuesto” Espíritu Santo. Creen que las apariciones de Jesús después de resucitar fueron “alucinaciones”, ignorando que estas son intangibles y es sumamente improbable que dos personas o una multitud tengan la misma alucinación al mismo tiempo, porque las alucinaciones son muy individualistas y extremadamente subjetivas. Jesús se apareció a varios grupos de seguidores y a más de quinientas personas al tiempo; los apóstoles lo vieron, tocaron y convivieron con Él durante más de 40 días. Los incrédulos creen que esos testigos oculares “malinterpretaron” los hechos y transmitieron “errores” o superpusieron los hechos con mitos y surgió la “leyenda de Jesús”.
El incrédulo es capaz de acoger la más absurda explicación y mezclar ciencias naturales con ficción para rechazar las evidencias. Mi abuela dice que “nadie sabe de feria si no ha ido a una”. Quien tenga dudas honestas debe atreverse a venir a Jesús para investigar y descubrir personalmente si El resucitó o no. Quien habla o escribe sin “ir a la feria” es un charlatán. ¡Alegría, cristiano, Jesús resucitó!
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