Saúl Méndez: Entre la retórica de izquierda y los privilegios del poder
Saúl Méndez, figura conocida en el sindicalismo panameño, ha construido su imagen pública como defensor de la clase trabajadora y promotor de la izquierda radical. Sin embargo, detrás del discurso ideológico, su estilo de vida y sus acciones revelan una profunda desconexión con las verdaderas necesidades del obrero panameño. Mientras predica la lucha contra el sistema capitalista y la élite económica, Méndez disfruta de lujos que contradicen abiertamente su narrativa: viajes en primera clase, acceso a tecnología de punta y comodidades que muy pocos de los trabajadores que dice representar pueden siquiera imaginar. Esta doble moral ha generado cada vez más críticas, especialmente de quienes observan cómo ha hecho de la lucha sindical una fuente personal de privilegios.
Actualmente enfrenta auditorías que buscan esclarecer el uso de fondos sindicales, especialmente luego del cierre de una cuenta bancaria empleada para recaudar cuotas laborales. Las investigaciones apuntan a irregularidades administrativas, y lejos de responder con transparencia, Méndez ha recurrido a una estrategia de presión que raya en el chantaje. Se ha denunciado su intento de movilizar a maestros simpatizantes para presionar por la reapertura de esa cuenta, usando la educación pública como herramienta política.
Lejos de buscar el bienestar de los trabajadores, Saúl Méndez parece estar empeñado en mantenerlos en una condición de precariedad, mientras él vive sin necesidad de trabajar, financiado por las cuotas de quienes sí lo hacen día a día. Es un modelo de liderazgo que no edifica, sino que destruye.
Sus constantes llamados a paralizar el país no afectan a las grandes corporaciones, sino a los pequeños comerciantes, productores agrícolas y trabajadores informales que ven mermados sus ingresos cada vez que se bloquean calles o se impide el funcionamiento normal del país. Miles de dólares se pierden a diario por estas acciones irresponsables, que solo buscan salvaguardar los intereses personales de Méndez bajo la fachada de la lucha social.
Es evidente que su postura es egoísta y destructiva, tanto para las generaciones presentes como para las futuras. En lugar de construir soluciones sostenibles, apuesta por el caos, la confrontación y el estancamiento económico. El obrero panameño no necesita más discursos vacíos, sino oportunidades reales de crecimiento y dignidad laboral, algo que Méndez ha demostrado no estar dispuesto a impulsar.
En contraste, el presidente José Raúl Mulino ha comenzado a trazar una línea clara frente a estos intentos de desestabilización. Con una postura firme, ha defendido los derechos de las mayorías trabajadoras que desean avanzar, producir y vivir en paz. Su liderazgo representa un cambio necesario, alejándose del ruido ideológico y priorizando el orden, la seguridad y la estabilidad que tanto necesita Panamá.