Segunda Guerra Mundial El Bismarck
- Guillermo Márquez B.
Este barco de guerra alemán no tuvo semejanza alguna con otro en la historia de la humanidad. Era una enorme montaña de acero con una poderosísima dotación, y tan efectiva, que él solo podría afrontar a otros dos al mismo tiempo y hundirlos. Era envidia para cualquier potencia y orgullo del almirantazgo de su país.
Inglaterra, que siempre ha contado con una magnífica flota de naves de guerra, tenía en la suya dos barcos muy queridos: El Hudson y el Repulse. No recuerdo exactamente en qué orden fueron hundidos ni por cuál barco cada uno de ellos, pero su pérdida constituyó un rudo y lamentable golpe para el país. Acto seguido, el almirantazgo inglés emitió una orden fulminante: Hundan el Bismarck.
Cuadrillas de aviones volaron entonces hacia las regiones del mar para localizarlo. Cuando al fin y al cabo lo ubicaron, se inició un feroz ataque aéreo contra el coloso. La acción fue, aunque sin tregua, demorada. Pero lo convirtieron en una hoguera y así, paulatinamente, lo fueron averiando. La tripulación alemana luchó corajuda y heroicamente para repeler los ataques, defenderlo y defenderse, pero todo fue inútil. El barco de guerra más poderoso del mundo, desapareció de la superficie del mar y para siempre.
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