Ser buenos o sucumbir
- Silvio Guerra
Durante largos años, desde la docencia en la Universidad de Panamá, me he preocupado de inculcarles a mis estudiantes el amor por el estudio, llegando, inclusive, a decirles que se hagan auténticos "ratones de bibliotecas". Torres Gudiño, maestro de generaciones de abogados, solía decirnos "lean" y su voz se perdía en medio del estrepitoso ruido que generan numerosos pseudointelectuales que dicen saber de todo y de nada.
Cuando les recuerdo a mis alumnos el pensamiento de Michell Foucault, "el saber es poder", les relato, al mismo tiempo, el pensamiento de un jurista, de nuestro suelo, egresado de la prestigiosa universidad de La Sorbona, quien me decía: "Nosotros los pobres tenemos el poder del saber y los ricos tienen el poder del dinero". "Los pobres necesitamos de ese dinero", pero, seguía diciendo: "los ricos necesitan de nuestro saber". Los años han pasado y, desde luego, que los tiempos y las circunstancias han cambiado.
Ya no es como ayer, en el pasado, que muchos ricos no estudiaban y tenemos que hoy día han comprendido que deben estudiar, prepararse y por ello los vemos ocupando filas en los ejércitos de abogados, médicos, ingenieros, economistas, y otras tantas profesiones dado que han entendido que el talento y el saber cuentan más que cualquier fortuna. Razón tenía Séneca cuando advertía que "El que invierte bien sobre su cabeza invierte para la eternidad".
Ahora nuestros muchachos no quieren estudiar. Hablo de la juventud de los sectores pobres. Como que han sido diezmados en sus sueños; desalentados en sus aspiraciones; quebrados en sus metas. Lo peor: si van a las universidades, muchos de ellos, quieren todo "facilito", que implique la ley del menor esfuerzo. Ya no se trasnocha nuestra juventud bebiendo el saber de los libros: ya no se agotan o adelgazan metiéndole largas horas al estudio y padeciendo un insomnio obligado porque "había que estudiar" para ser alguien en la vida.
A veces, siendo tímido al decirlo, había que estudiar "con el estómago pegado al espinazo". Y no había manera que nos hicieran sucumbir. Estábamos claros hacia dónde queríamos llegar; a dónde queríamos llevar a nuestras familias; el credo de la familia y de la Patria eran claves en nuestras aspiraciones. Sin embargo, qué pena, hoy tenemos un gran número de profesionales que hacen montones, se licencian, se gradúan, y no sabemos cómo; pero la realidad es que no demuestran tener mayor pensum académico, y qué decir de la formación intelectual y cultural mismas que evidencian muchas carencias.
Nuestras generaciones son profesionales de copias y más copias, de montones de copias, lo cual hace al saber anti metódico, incoherente, asistemático y poco científico. No hay formación de escuela ni de método. Tal pareciera que la crisis del sistema educativo en las escuelas primarias y secundarias del país, también ha logrado afectar la enseñanza y la formación intelectual en los círculos de la academia universitaria.
silguemo @hotmail.com
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