Síntomas inequívocos de egocentrismo
- Paulino Romero C. (opinion@epasa.com)
El Diccionario de la Lengua Española define “egocentrismo”, así: “Exaltación extrema de la propia personalidad, hasta considerarla como centro de la atención y actividad generales”. En tanto, para la psicología “egocentrismo” es: “Tendencia a constituirse en centro del universo; anormal en el adulto, corresponde en la evolución del carácter infantil a un estadio normal, situado entre el egoísmo orgánico de los primeros años y la actitud social ya posterior”.
El egocéntrico es aquel individuo demasiado apegado a sí mismo, que interpreta las situaciones desde un ángulo personal. Aunque, en verdad, todos somos hasta cierto punto egocéntricos. Empero, pese a que cierta dosis de egocentrismo es indispensable para vivir, la exageración en tal sentido se convierte en un problema serio de conducta. Como mecanismo de ajuste, el egocentrismo es un intento exagerado por aumentar la importancia del yo de una manera perjudicial o desagradable, con lo que se ve afectada adversamente la posibilidad de adaptación social del individuo. Lo trágico del egocentrismo consiste en que el objeto que se persigue es, precisamente, el mismo que no se logra. La persona egocéntrica busca que se le quiera, admire y respete, pero debido a la técnica que emplea, consigue lo contrario.
El egocentrismo puede deberse al aislamiento, tanto geográfico como cultural, del individuo, así como a sus experiencias pasadas. Su forma más exagerada aparece probablemente en aquellas personas que han podido satisfacer sus necesidades de reconocimiento y atención en un ambiente de contactos sociales limitados. Así, el hijo único puede sentirse tan satisfecho con el afecto y las atenciones que le prodigan sus padres que se retrasa notablemente en su desarrollo social. El niño debe ir acostumbrándose en forma gradual a esperar frustraciones.
El sistema de crianza que se base en el empeño de satisfacer todas las necesidades y urgencias del niño es tan peligroso como aquel que le niega las satisfacciones más elementales. En el primer caso, el producto será un ser humano excesivamente protegido que habrá concebido la falsa impresión de que los demás están llamados a complacerlo en todo momento. Los seres humanos difieren en la medida en que son capaces de tolerar las frustraciones. Vale decir, soportar la frustración sin fracasar en su ajuste psicobiológico, esto es, sin recurrir a formas de reacción inadecuadas. El egocentrismo no solo es contraproducente en lo que se refiere al logro de objetivos en la vida, sino que restringe las actividades del individuo de modo que constituye un grave riesgo para su integración personal.
Pedagogo, escritor, diplomático.
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