Opinión
Sobre la modernidad
En este mundo en que vivimos hoy, la iniciativa propia es propia y la comodidad y la inercia son globales.
- Arnulfo Arias Olivares
- - Publicado: 01/10/2024 - 12:00 am
En una ocasión le preguntaron al gran Henry Ford, ya bien entrado en años, cuál era el secreto de su buena salud a esa edad. Luego de una pausa, contestó que nunca estaba de pie cuando podía estar sentado y nunca estaba sentado cuando podía estar acostado. Desde luego que, con una maquinaria empresarial como la que manejaba, con unos 80,000 empleados, no debe sorprendernos que apreciara el poco descanso que podía tener. Para nosotros, sin embargo, salvo los que realizan actividades manuales con frecuencia, estar sentado es regla y no excepción. Todo en exceso es malo. La vida sedentaria trae sus consecuencias. Para el hombre moderno, inmerso en esta realidad virtual en la que ni siquiera es necesario levantarse para tomar las llamadas, la inercia corporal se hace rutina. Poco a poco, hasta la palabra viva se expresa de manera electrónica y nos encontramos con que la juventud, verdaderamente, prefiere dejarnos mensajes de texto o de voz, antes que tomar la iniciativa de hablar. Lo digo por experiencia propia; tengo hijos en adolescencia. Poco a poco la rutina nos va minando la salud, por falta de ejercicio físico y, si no tomamos control sobre esa realidad, terminaremos siendo una estadística, víctima de las enfermedades crónicas modernas.
Tal vez, al contrario de lo que bien pensaba Ford, deberíamos hacer todo lo contrario. No estar sentados cuando podemos estar de pie, y no estar acostados, cuando podemos estar sentados. Los científicos han comprobado que el cuerpo humano ha logrado la movilidad bípeda, precisamente porque todos sus músculos se balancean imperceptiblemente sobre las extremidades inferiores, como si estuviera caminando sobre una cuerda floja siempre. Eso nos permite caminar sobre dos piernas; proeza evolutiva que no han logrado los demás primates. De manera que podría decirse que, estando ya de pie, hacemos parte de ese ejercicio necesario para mantener nuestra salud. Tal vez no debamos matarnos haciendo ejercicio en los gimnasios o rindiendo culto a la figura humana, como hacen cientos de millones de personas esclavizadas por los estereotipos de las redes de comunicación y de los medios masivos. Pero sí debemos, por lo menos, mantenernos moderadamente activos, en remembranza de nuestros ancestros, que no contaban con otro medio de locomoción que no fueran sus pies. Solo con eso, si bien no cumplimos los principios estéticos de la modernidad manipulada el consumismo, por lo menos mantendremos la salud, en lo que sea posible.
La era moderna; ha caído sobre nosotros como una tormenta inesperada. Por lo menos para los que no pertenecemos a la "generación de cristal", como suelen llamarla. No la critico. Ninguna generación será jamás mejor que otra. Todas cargan sus cruces y todas abren sus caminos para el bienestar del mundo. Lo cierto es, sin embargo, que la tecnología nos envuelve. A tal punto que se pierde la importancia de la iniciativa personal, de la movilidad corporal. Hay neveras que no tienen que abrirse para revelar su contenido; aspiradoras automatizadas que no requieren del esfuerzo humano para trasladarse de un lugar a otro; hay televisores inteligentes que ni siquiera demandan el esfuerzo de un botón para encenderse; y lo más serio de todo, hay inteligencia artificial que puede hacer hasta la tesis doctoral para nosotros. En este mundo en que vivimos hoy, la iniciativa propia es propia y la comodidad y la inercia son globales. Si nos dejamos absorber por completo, iremos olvidando habilidades naturales del hombre, como la intuición, la interpretación facial, el don de la palabra hablada, que poco a poco se remplaza con la emoción caricaturesca de los emojis. La forma de vida evoluciona, y la rueda irá siempre hacia adelante. O nos adaptamos o caeremos en una especie de analfabetismo tecnológico en el que poder leer es solo habilidad inútil de caverna.
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