Panamá
Tàpies, arte matérico: entre muros, barras y cruces
A partir de los años setenta del siglo pasado el catalanismo de Tàpies se exacerbó y su oposición al régimen fascista y españolista de Francisco Franco lo llevó a manifestarse en contra tanto en numerosos escritos y publicaciones como en su obra gráfica.
- Gregorio Urriola Candanedo
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- - Actualizado: 17/11/2022 - 12:00 am
Antoni Tàpies, célebre pintor y grabador catalán, era hijo de un librepensador liberal muy vinculado al movimiento catalanista; mientras su madre era una ferviente católica. El alma de Tàpies siembre estuvo divida entre esas cosmovisiones. De ahí, el profuso uso de las "barras de Cataluña" y de las "cruces", como signos frecuentes en sus obras.
A partir de los años setenta del siglo pasado el catalanismo de Tàpies se exacerbó y su oposición al régimen fascista y españolista de Francisco Franco lo llevó a manifestarse en contra tanto en numerosos escritos y publicaciones como en su obra gráfica. Así el motivo de las "barras" de la bandera catalana que hemos aludido, y que se hacen evidentes en su obra, como actividades más claramente subversivas como su impulso a la creación de un sindicato de estudiantes de carácter democrático y su encierro en el Convento de los Capuchinos de Sarriá con dicho propósito, así como la Marcha a Montserrat convocada en protesta ciudadana al proceso de Burgos, acciones estas que le llevan a permanecer encarcelado por corto tiempo. Sus fuertes convicciones políticas, lo indujeron en 2005 a colaborar con el escritor portugués José Saramago en la defensa del grupo pacifista vasco Elkarri y la donación su obra "7 de noviembre" al Parlamento catalán para la celebración de la restauración de dicho cuerpo legislativo autonómico. Otra muestra de su temperamento y pasión política fue la donación de una de sus obras para que fueran reproducidas y vendidas a diez euros a fin de sufragar la multa que la Generalitat Valencia había impuesto a la Acció Cultural del Pais Valencía (ACP, considerado grupo pancatalanista) y proseguir con las trasmisiones de la televisora TV3, la principal televisión catalana, en la Autonomía Valenciana.
Entre aquellos años y hasta el final de su vida realizó innumerables y memorables exposiciones de carácter personal y antológico, prácticamente en todas las capitales importantes del Arte, de Venecia, Roma, Ámsterdam, Bruselas, Viena a Nueva York y Tokio. Todo ello también lo valió reconocimientos, doctorados honoris causa, hasta la Medalla de Oro de la Generalitat de Cataluña, en 1983; el Premio Príncipe de Asturias, en 1990, y finalmente fue nombrado marqués de Tápies, por el rey Juan Carlos en 2010, como lo fuera Dalí en el Marquesado de Púbol en 1982. En el ínterin cabe resaltar el establecimiento y apertura de la Fundación Antoni Tàpies en 1990, promotora del arte contemporáneo y museo, constituido con fondos del propio artista, además de contener una biblioteca y un auditorio en Barcelona.
Después de su paso por el surrealismo, la obra de Tàpies vendría a confluir con lo que en el resto de Europa se llamó; Informalismo (“art informel”). Aquí se agruparán artista como Alberto Burri, Jean Dubuffet, Hans Hartung, Alfred Schulze (Wols), Manolo Millares y dentro de esto lo que más exactamente los críticos franceses (Pierre Gueguen, Michel Tapié o Charles Estienne (c.1951)), líderes del movimiento, llamarían “Tachismo” (del francés “tachê”, borrón o mancha).caracterizado por el profuso empleo de marcas espontáneas y gestuales.
Un “art brut” cuyas notas sobresalientes es su carácter crudo, espontáneo, gestual; su empleo de técnicas mixtas y su carácter marginal respecto de las corrientes centrales. Un arte derivado del Dadá, el Surrealismo y el Expresionismo, como hemos mencionado en otro escrito-, y que tendría derivaciones importantes en expresionismo abstracto (del que participó el propio
Tàpies), el Neo dadaísmo, Fluxus y el Arte Pobre, corrientes en boga a mediados del siglo XX.
El arte matérico de Tàpies exhibe uso profuso de pigmentos tradicionales (óleo, pintura preferentemente monocromática, aglutinantes, pigmentos) con materiales tales como paja, ropa, tela de arpillera, arena, mármol triturado, que aplicaba con sus manos o espátula- lo que lo acercaba el producto a texturas en relieve, de zonas rasgadas o arañadas; que podían sufrir aún otras intervenciones con punzón, cuchillo, tijera o pincel, y que usualmente no incorporaban adherentes y que las convertían en “obras fugaces”. Finalmente agregaba signos que le son característicos; cruces, asteriscos, letras o números.
Como se ha resaltado, las obras de Tàpies apelan a la consistencia de muros (tal vez una alusión a la etimología de su apellido, con lo que le gustaba fantasear) a la que añade esos elementos iconográfica, de alegoría de su mundo interior, de su evocación a la trascendencia. Algunos signos tienen significación específica. Así las letras “A” y “T” se refieren a las iniciales de su nombre y el de su mujer (Teresa), mientras otros aluden al misterio, a lo incógnito (la letra X, tan usual en el álgebra). Pero incluso, esta iconografía tiene también una “caligrafía” especial: una “M” alude al sentido de las líneas de la palma de la mano, cuya lectura llamamos quiromancia, y una “M” acostada o sesgada con “s” aludía a una muerte segura.
Nuestro autor amaba los colores austeros, fríos, terrosos. Apreciamos en sus obras el marrón, el beige, el ocre, el gris, el negro.” Son colores propios de su “franciscanismo”, aludiendo al color de la saya del Seráfico Padre, y en general tales colores el catalán los asociaba con su mundo filosófico austero y frugal, interior, de reflexión y penumbra, lejos del colorismo de la publicidad y del empleo de los colores primarios en otras corrientes pictóricas previas o contrarias a su propio credo.
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Como interesa resaltar en este breve apunte, Tàpies fue un teórico importante, cuyos artículos se recogieron en 4 libros y una autobiografía (La práctica del arte, de 1970; El arte contra la Estética, de 1974; Por un arte moderno y progresista, obra de 1985; y su vida denominada Memoria personal, que vio la luz en 1977) En sus libros de estética arremetió contra el arte tradicional, pero así mismo fue enemigo fiero del llamado “arte conceptual”.
El los años setenta del siglo pasado, en adelante, la obra de Tàpies se ve influida por el llamado Pop Art y con Arte Pobre, habida cuenta, por un lado, el empleo de objetos cotidianos (partes de muebles u objetos decorativos) y de materiales de desecho. No obstante, el empleo de estos elementos no es tanto para denunciar la sociedad de consumo, sino su carácter evocativo, figurativo, de un orden filosófico más profundo, propio de las raíces existencialistas con las que cada vez se fue identificando más, y que apelan no tanto a una época -la nuestra- sino a situaciones de la condición humana tales como el dolor, la compulsión sexual, la soledad, la enfermedad y la mortalidad; pero así mismo de la vida sencilla y frugal.
Al igual que los literatos y filósofos de esta corriente, en especial Sartre o Heidegger (“El hombre es un ser para la muerte”), estos aspectos no son asumidos en un sentido negativo sino que son fuente de la libertad propia de la condición humana, del carácter único, inédito de cada individuo, así como de sus huellas. Como afirmaba Ionesco: “La liberad de la fantasía no en ninguna huida a la irrealidad: es creación y osadía.” De ahí que escribiera, siguiendo al sentido de “obra abierta, teorizada por Umberto Eco: “Pienso que una obra de arte debería dejar perplejo al espectador, hacerle meditar sobre el sentido de la vida”.
Sirvan estas líneas para dar una segunda clave explicativa de la obra de un artista fundamental de la plástica ibérica y universal, que tendremos la oportunidad de apreciar en Panamá a partir del 27 de este mes de octubre y hasta el 19 de noviembre, con acceso gratuito, gracias a los fondos culturales de la Fundación Universitaria Iberoamericana, la Universidad del Atlántico y la Embajada de
España en Panamá, en la llamada Casa del Soldado, flamante sede al Centro Cultural de España en Panamá. Ojalá esta visita nos deje perplejos y buceando en nuestro interior en busca del sentido de nuestra existencia.
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