Opinión
Te desinforman para manipularte
- Ing. Helmut De Puy
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- Ciudadano Construyendo futuro
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En Panamá está explotando una conversación incómoda, pero necesaria, ¿qué pasa cuando un medio o quienes se presentan como referentes de "anticorrupción" terminan bajo señalamientos de prácticas que contradicen exactamente lo que dicen predicar?
En los últimos días han circulado noticias y reacciones públicas sobre un medio digital, sus figuras visibles y el debate alrededor de Annette Planells, incluyendo el anuncio del embajador de Estados Unidos, Kevin Marino Cabrera, de que gestionaría el retiro de un reconocimiento anticorrupción otorgado previamente. Todo esto se da a raíz de las declaraciones de la abogada Karisma Karamañites que han alimentado una tormenta mediática, con acusaciones graves que, de ser ciertas, ameritan investigación formal, y no solo ruido en redes.
Digo "de ser ciertas" porque la democracia se defiende con principios, y uno de ellos es el debido proceso. Pero también hay otro principio igual de importante "la responsabilidad de informar sin destruir". Porque el daño reputacional no es una teoría; es una bomba real que estalla en la vida de alguien, en su familia, en su trabajo, en su seguridad.
Y aquí hablo desde la experiencia. A mí me tocó vivir lo peor del ecosistema digital cuando se publica sin rigor. En mi caso, difundieron contenidos falsos y manipulados, con el propósito de incendiar a la opinión pública. Se compartieron imágenes falsas y narrativas que no solo buscaban desacreditarme, sino exponerme a ataques y amenazas. Ese tipo de "contenidos" no informan, linchan.
Por eso, más allá de nombres propios, lo que realmente está en juego es algo mayor; estamos aceptando que un medio pueda publicar de forma irresponsable, sin la debida investigación, y convertirse en una herramienta de presión y difamación bajo el pretexto del escrutinio público. Estamos aceptando que cualquier persona pueda ser destruida reputacionalmente por una portada, un video o un post viral, sin contraste, sin pruebas y sin un derecho a réplica real, simplemente para juzgar sin conocer la verdad.
Panamá, como en todos lados, necesita de buen periodismo, pero para que esto ocurra se necesita que sea serio, que investigue, verifique, y muy importante que rectifique cuando se equivoca y entienda que la reputación de una persona no es algo que se toma a la ligera. Si hoy hay señalamientos públicos contra quienes decían "combatir la corrupción", la respuesta correcta no es el show, sino que se investigue, se aclare y se siente un precedente. Porque cuando el "periodismo" no es serio, no puede ser llamado periodismo.
Les deseo una muy feliz Navidad. Que sea una época de reflexión, porque la vida siempre pasa factura. La verdad tarda, pero llega. ¡Y cuando llega, no necesita titulares, se impone sola!

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