Tu gran enemigo, el ego
- Mons. Rómulo Emiliani cmf
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Vivir bajo el mismo techo con alguien que desea matarte debe ser muy estresante y peligroso. Pues ese es nuestro drama con el "falso yo" o el ego. Esta entidad interna tuya y de todos, que es negativa, nefasta y destructiva, distorsiona la auténtica visión de tu ser, te hace equivocarte a cada rato y tomar opciones caóticas en tu vida. El falso yo o el ego inflado es el que te hace hipersensible a las críticas, porque te hace ver que eres un ser perfecto, inmaculado, sin falta alguna, que brillas siempre, pero que los necios e ignorantes no se dan cuenta de quien eres. Y el que osa decirte algo negativo se convierte en un ser aborrecible.
De ahí viene el orgullo y la soberbia. Una derivación de este ego inflado es el actuar de manera rencorosa, no perdonando nunca, porque la ofensa siempre se recuerda, está ahí viva en el alma. También está otro falso yo, el ego disminuido y raquítico que te hace creer que no puedes hacer nada que valga la pena, que siempre serás un fracasado y un inútil. No aceptarás así ningún reto importante en tu vida; no saldrás de tu zona de confort que es muy limitada, y tu vida será de total mediocridad. De ahí viene el complejo de inferioridad. Magnificas tus defectos, no pones atención a tus cualidades y niegas el valor de cosa buena que hayas hecho. También está el falso yo, el ego culpable y malo que te hace creer que no mereces nada bueno en tu vida por tu pasado ruin, por las faltas terribles que cometiste y te estarás continuamente torpedeando, impidiendo el éxito en tu vida. De ahí viene el complejo de culpa. Siempre estarás recordando aquello malo que cometiste. Te estarás castigando el resto de tu vida porque no te perdonas y hasta podrás crearte enfermedades psicosomáticas.
Hay que vencer continuamente el falso ego, y verte como Dios te ve. Y el Señor te mira como su hijo amado y querido. Como alguien hecho a su imagen y semejanza. Bañado con la sangre de Cristo, por lo tanto por él redimido, heredero del cielo prometido gracias a la misericordia divina. Dios te ve como una persona única, original, dotado de grandes cualidades, con una misión sagrada que cumplir en la tierra. Te ve como un ser humano que puede cometer errores, pecados, pero que siempre será perdonado si te arrepientes, y que es amado de manera incondicional por Dios. Te ve como un miembro muy importante del cuerpo de Cristo en la historia, de la Iglesia, cuya misión nadie podrá cumplir por ti. Cuídate del falso ego, es un asesino.
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