Tú y Las Nubes
El título de la canción ranchera de Miguel Aceves Mejía parece intrascendente, pero enmarca un grave problema ambiental: la relación entre las nubes y los bosques tropicales panameños. Variables tan disímiles como el cambio climático, la desaparición de la neblina en los bosques y la errática política de desarrollo sostenible forman parte de este inquietante fenómeno natural.
Hace un tiempo, el Dr. Tim Flannery, australiano trotamundos y escritor, documentó el curioso caso de la desaparición de ranas doradas en la reserva del bosque nuboso en Monteverde, Costa Rica, geográficamente a un paso de Panamá. La investigación demostró que los patrones de lluvia y temperatura de la región eran normales pero que los días sin nieblas en la estación seca habían aumentado hasta formar series prolongadas. La línea nubosa, que es el nivel al cual éstas permanecen en el bosque depositando humedad, había subido más del límite cordillerano, alterando el ecosistema y la mortalidad irreversible de la especie endémica de batracios. La hipotética causa, el cambio climático debido a la alteración de temperaturas en el Pacífico. Las nubes se elevaron sobre los bosques causando sombras mas no humedad y produciendo una hecatombe biológica que culminó con la desaparición de la especie.
Panamá es privilegiada en sus bosques nubosos. De ellos poseemos una superficie mayor a la de todos los países centroamericanos juntos. Las mediciones han demostrado que la neblina, interceptada por los bosques, aporta una cantidad considerable de agua para ríos y quebradas. Los bosques nubosos al estar ubicados en las nacientes de ríos, sobre suelos fértiles y en algunos casos sobre depósitos minerales sufren la presión de la frontera agrícola, los desarrollos energéticos y la industria minera extractiva a cielo abierto.
Tengo la impresión que el fenómeno de Monteverde, donde las nubes se han elevado por encima del bosque, llevándose para siempre la niebla, se repite en algunos lugares de Panamá. Las tierras altas de Chiriquí es uno de ellos. En Boquete, por ejemplo, los días con neblina son la excepción y no la regla. Esta percepción es solo visual, subjetiva y no sustentada en mediciones estadísticas.
Esto nos devuelve a la filosofía de desarrollo del Estado panameño, que enclava minas de oro y cobre en el corazón del istmo y destruye los bosques nubosos, fuentes de vida, de agua, de salud. Bosques que no han sido estudiados en todo su potencial para los servicios ambientales, la medicina y el turismo científico.
El desconocimiento de las autoridades nacionales sobre la marcada diferencia entre los ambientes de montaña y los de tierras bajas al plantear una visión homogénea de desarrollo, es señalado por algunos investigadores, como una de las causas en las fallas de la estrategia de conservación. Si a esto le añadimos la codicia y la estulticia, completamos el panorama, mientras suena la música ranchera: “Tú y la nubes me traen muy loco, tú y las nubes me van a matar”.
Ingeniero civil.

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